Un paciente usa una máscara protectora y guantes mientras espera la prueba COVID-19 afuera del Centro Hospitalario Elmhurst, el viernes 27 de marzo de 2020, en Nueva York. Foto La Hora/John Minchillo/AP

Sin duda la emergencia del coronavirus COVID-19 cambio la vida de muchas personas y en especial la de los migrantes en Estados Unidos, que con su trabajo sostienen a sus familias en Guatemala con remesas, pero ahora muchos de ellos y en especial quienes viven en ciudades como Nueva York, la más afectada por la pandemia, solo tratan de sobrevivir con lo mínimo para comer o, si es necesario, han pensado recurrir a prestamos si las medidas de restricción se llegan a extender aún más. Otros también contaron su experiencia en Portland Oregon y en Connecticut.

La Hora Voz del Migrante conversó con guatemaltecos que viven de manera irregular en Estados Unidos, lo cual ya complica su situación en ese país, quienes comentan que ahora durante esta emergencia cómo han hecho para salir adelante y cómo ha cambiado sus vidas el COVID-19.

Por Grecia Ortíz
gortiz@lahora.com.gt

José Nicolas tiene varios años viviendo en Brooklyn, Nueva York junto a su hermana y el esposo de ella y a principios de enero de este año su vida transcurría como la de muchos, sin incertidumbre ni temor a la pandemia del coronavirus COVID-19, pero en unos días la normalidad cambio y ahora todos están en casa, resguardados por la cuarentena impuesta en ese lugar.

“El jueves de la semana pasada empezamos con la cuarentena general. Aquí estoy en Brooklyn Nueva York, y trabajo en la construcción, pero ahora no podemos por esto, pero es algo importante para todos, pero el problema es que todos tenemos que pagar cuentas”, afirmó.

Los tres, asegura el guatemalteco, consideran que de no ser por los ahorros que tenían no habrían sobrevivido ahora en la cuarentena, aunque tienen temor porque los US$1 mil 500 que pagan al mes de renta, son demasiado y sin trabajo tendrán que recurrir a préstamos con amigos pues al vivir sin documentación otra opción no es posible.

“Tenemos que pagar porque sabe que aquí esto es una obligación. Para comer tenemos que cocinar, pero solo unas tortillitas, unas sopitas para sobrevivir y como ve aquí está muy cerrado en las tiendas no hay mucha opción y da miedo”, contó.

Biciclistas y un peatón pasan por una tranquila calle de Manhattan el jueves, 26 de marzo del 2020. El presidente estadounidense Donald Trump y los líderes electos en Nueva York están enfrentados de nuevo por la crisis de la pandemia de coronavirus. (AP Foto/Mark Lennihan)

SOLO COMPRAN LO ESENCIAL PARA SOBREVIVIR EN LA CUARENTA

En caso de ser necesario, indicó que sale a comprar alimentos como café, azúcar, Maseca, sopas, “no hay que comer cosas buenas porque se puede acabar el dinero y esto no sabemos cuándo se va a tardar, porque nos han dicho que esto se va a tardar”.

Al menos en el sector de Brooklyn en el que vive, expresó que no ha escuchado de casos de personas contagiadas por el virus, sin embargo, han extremado precauciones y no salen.

Nicolas ahora no tiene como enviar remesas a Guatemala, primero porque no está trabajando y segundo salir aumenta la posibilidad de que resulte contagiado, así que prefiere cuidarse para evitar que algo así ocurra.

En Guatemala, refirió que su papá y mamá ahora se mantienen con algunos ahorros producto de las remesas que les ha enviado con anterioridad.

El connacional también preguntó cómo estaba la situación en Guatemala y dijo que era necesario que las personas siguieran las instrucciones para evitar que surgieran más contagios.

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SOBREVIVIENDO CON AHORROS

Encerrado con su esposa y sus dos hijos de 19 y 1 año, Ismael, otro guatemalteco, mencionó que tiene más de una semana confinado en casa, ya no frecuenta a sus familiares y su vida se limita al pequeño apartamento que renta junto a su familia.

Antes de la emergencia, trabajaba repartiendo pescado a varios restaurantes en Portland Oregon, pero ahora estos están cerrados y él no puede trabajar y tampoco ha devengado un salario mientras todo está suspendido.

“Pero lo importante es estar bien y esperar a que esta situación mejore, yo pago mis impuestos también mi esposa y a nosotros parece que no nos darán ayuda como a los que sí tienen documentación”, recalcó.

De no ser por los ahorros que ha ido acumulando, contó que no podrían comprar alimentos y por supuesto lo que consumen es bastante limitado, pues no se sabe hasta cuando la situación económica mejorará.

El guatemalteco también envía ayuda a su papá y mamá mensualmente, pero ahora al no tener un ingreso económico no ha logrado apoyarlos.

También explica que muchos de sus amigos y familiares guatemaltecos en otros estados están viviendo en situaciones precarias, y su consejo a todos es que traten de comprar alimentos sencillos para que el dinero les alcance el tiempo que dure la emergencia por el virus.

Compradores que usan máscaras se abren camino a través del Mercado de Invierno en el centro de Eugene, Oregon, la semana pasada. Foto La Hora/Chris Pietsch/The Register-Guard/Vía AP

DESPEDIDO EN LA PANDEMIA

El relato de Nicolas también es muy parecido a algunos a los que el medio estadounidense The Nation recolectó, en el que explica que la crisis está poniendo a las comunidades indocumentadas y migrantes en la mira.

En un artículo publicado el 25 de marzo, ese medio informó del caso de Raúl, un migrante que fue despedido la semana pasada, trabajó como ayudante de camarero en un restaurante en Queens, quien decidió migrar para ayudar a mantener a su familia en México, y con su trabajo en el restaurante, pudo enviar pagos regulares.

Sin embargo, cuando el coronavirus comenzó a aparecer en las noticias, él y sus compañeros de trabajo estaban nerviosos, tanto por el virus en sí como sobre el posible impacto económico.

Así que para los empleados del sector servicios, trabajar desde casa no es una opción. «No podía dejar de trabajar…Necesitaba dinero para el transporte, el alquiler, para todo lo básico, y … Nueva York es muy cara», dijo a ese medio.

Aunque Raúl, de 38 años, y otros trabajadores habían pedido guantes u otro equipo de protección, su empleador no proporcionó nada, dice el artículo.

De hecho, recoge declaraciones en las que cuenta que estuvo trabajando como de costumbre hasta que su jefe les dijo que como el restaurante cerraría el servicio sería suspendido.

«¿Qué voy a hacer para comprar comida, alquilar, pagar las cuentas de los teléfonos celulares y enviar dinero a mi familia?… Nos quedamos sin nada. Ni siquiera para comer”, relató.

SIN SEGURO DE SALUD

Otro migrante le dijo a AJ+, que tenía miedo de hacerse la prueba para COVID-19, principalmente por su condición migratoria.

Sin embargo, los migrantes no solo tienen miedo a ser detenidos y deportados a sus países, muchos de ellos, según un estudio de la Fundación Kaiser Family, encontró que alrededor del 45 por ciento de la población indocumentada carece de un seguro de salud.

Y en ese contexto, The Nation apunta a que incluso con funcionarios que tranquilizan al público sobre las pruebas gratuitas de COVID-19 para aquellos que califican, los cargos pueden acumularse rápidamente.

Recientemente Time, explicó que la factura de un paciente no asegurado por las pruebas y el tratamiento de Covid-19, ascendió a casi US$ 35 mil dólares.

PLAN DE AYUDA NO INCLUYE A MIGRANTES IRREGULARES QUE PAGAN IMPUESTOS

Otro migrante, Alberto González, que trabajaba como repartidor en Brooklyn, enfatizó a The Nation en que tanto los empleadores como la ciudad les proporcionan herramientas para protegerse, pues mientras muchos están en sus hogares, ellos están en riesgo de contraer el COVID-19.

“Esto realmente me preocupa. Tengo cuatro hijos y una esposa en casa que están tomando todas las medidas para permanecer adentro, pero ¿para qué sirve si los pongo en riesgo de estar en las calles?”, aseguró.

En ese contexto, el artículo señala que con las empresas cerradas y los despidos masivos los trabajadores indocumentados no tendrán la opción de calificar a ayudas que el gobierno de EE. UU., otorgará.

De hecho, un plan republicano del Senado y de la Casa Blanca, para enviar pagos directos en efectivo de hasta US$1 mil 200 beneficiará a miles de personas. Sin embargo, este no incluye a migrantes indocumentados, a pesar de que muchos contribuyen con impuestos.

Una persona se para a la entrada del Monumento Histórico El Pueblo de Los Ángeles en Los Ángeles. Normalmente, la calle Olvera es uno de los destinos turísticos más populares de Los Ángeles. Foto La Hora/Damian Dovarganes/AP

LEONEL ARENAS: DIOS ES EL ÚNICO QUE SABE SI VAMOS A SALIR DE ESTA

Mientras que el guatemalteco Leonel Arenas, quien vive en Stamford Connecticut y que ha colaborado con sus opiniones a La Hora Voz del Migrante en varias oportunidades, relató que su situación de momento es diferente, porque trabaja en una clínica que aún se encuentra atendiendo a sus pacientes, pero por videoconferencia. El connacional se dedica a la limpieza de edificios.

Arenas comentó que la rutina ha cambiado para él y la comunidad migrante, por ejemplo, los viernes se reunían con un amigo y una familia guatemalteca, pero acatando a las autoridades ya no lo están haciendo.

“No se está sintiendo mucho aún -los efectos del coronavirus- solo supe aquí en Stamford de la muerte de una persona”, destacó. En ese sentido, relató que en su trabajo implementaron medidas como revisiones del personal antes de ingresar, toma de temperatura entre otros.

Aunque él ha podido seguir trabajando, indicó que el resto de los negocios y comercios en esa ciudad han cerrado y ha conocido casos de guatemaltecos que se quedaron sin empleo. “Muchos están al borde aquí y eso es lo que pienso que ojalá con la recesión no se den muertes, hay gente que hace eso al verse acorralados y sin dinero”.

Además, recordó que a pesar del alivió económico que anunció el Gobierno de Estados Unidos, por ejemplo, él que paga impuestos por medio de ITIN no puede acceder a esa ayuda. “Mucha gente esta alarmada…me preocupa quedarme sin trabajo, pero Dios es el único que sabe si vamos a pasar de esta”, destacó.

“No le había puesto mucha atención -a los casos de coronavirus- pero cuando empecé a oír que la gente decía, me cancelaron, me cancelaron, ahí empecé, pero bueno dije estoy en una clínica, no tan fácil la cierran, más que nunca necesitan que eso este higiénico y limpio”, indicó sobre la esperanza que tiene de continuar trabajando.

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