Por: Haroldo Herrera Monterroso
Magíster en políticas públicas y estudios estratégicos

Las estrategias tradicionales de acarreo de personas, entrega de láminas, vallas y fotografías en las calles, campañas negras y discursos populistas, no representan precisamente un CAMBIO en la forma de hacer política; no importa que tan creativos sean los mensajes, si los medios siguen siendo los mismos y los protagonistas quieren seguir siendo los mismos, la palabra CAMBIO es simplemente una mentira renovada.

El cambio que la política necesita inicia en la campaña electoral, no en el momento en el que se toma posesión del cargo; los ofrecimientos de proyectos para el futuro son una falacia mientras las actitudes del presente sigan justificando las acciones del pasado.

Guatemala necesita un verdadero cambio que permita renovar la forma de hacer política, para lo cual es importante renovar a las personas y a los proyectos que se fundamentan en paradigmas obsoletos llenos de malas prácticas y costumbres enraizadas que no permiten liberar el conocimiento y el talento de aquellos que quieren aportar al desarrollo y bienestar de nuestro país.

La política tradicional llena de mensajes populistas que invitan a la confrontación de las personas, por la clase social a la que pertenecen, la ideología que comparten o las tendencias que practican, solamente demuestran que sigue siendo “tradicional” y cuyo intento de rescatar “valores sociales” son una simple y ridícula forma de justificar la falta de evolución en la forma de pensar y por supuesto en la forma de actuar de quienes se autodenominan líderes.

No se trata de clase social, ideología o tendencia de pensamiento, se trata de darle “valor” a la persona por el hecho de ser persona y velar por su desarrollo integral, enseñándole también a respetar a la sociedad en general y valorar su aporte a los proyectos de desarrollo.

La sociedad en general, pero en especial las nuevas generaciones han demostrado en los últimos procesos electorales que la política no es de su interés, la falta de participación ciudadana cada vez más nos alerta de la necesidad de un cambio en la forma de “hacer política”, una necesidad cuya condición -sine qua non- es: hacer política a través de aquellos que no conocen la política tradicional pero que están llenos de ilusiones, determinación, energía y coraje.

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