Berlín
DPA

El 12 de junio de 1817, el alemán Karl Drais emprendió un recorrido entre las localidades de Mannheim y Schwetzingen montado en un artefacto que constaba de una rueda delantera y otra trasera de madera unidas por un cuadro con sillín y un manubrio al que dio el nombre de Laufmaschine o «Máquina andante».

El artefacto de unos 20 kilos de peso carecía de pedales y el conductor se impulsaba con los pies y se dejaba rodar. Así nacía el primer prototipo de la bicicleta, que llevó posteriormente el nombre de velocípedo o Draisina, por el nombre de su creador.

El guardabosques Drais buscaba una alternativa barata a los coches tirados por caballos, que se habían encarecido por el aumento de precios del forraje debido a varios años de malas cosechas y a una hambruna que dejó diezmada la población equina.

Drais demostró al público las ventajas de su «máquina andante» al recorrer un trayecto de ida y vuelta entre su barrio en Mannheim y Schwetzingen en menos de una hora y a una velocidad de 15 kilómetros por hora, mayor que la de la diligencia.

El pionero alemán obtuvo una patente de diez años, pero no consiguió el éxito económico ansiado. Los años de malas cosechas pasaron, el stock de caballos se recuperó y en la calle y en las vías ferroviarias comenzaron a circular más y más vehículos a vapor.

Karl Drais, quien también desarrolló una máquina de escribir de 16 letras, la precursora de la dactilográfica, renunció a su título de barón por sus simpatías hacia los fracasados movimientos revolucionarios democráticos de 1848 en Alemania y murió sumido en la pobreza en 1851.

Pese al fracaso económico, el «padre de la bicicleta» dejó de legado la idea de dos ruedas impulsadas por la fuerza muscular que conquistó el mundo de forma paulatina.

En 1839, el herrero escocés Kirkpatrick Macmillan incorporó pedales de metal a la drasina alemana, pero el verdadero despegue se produjo gracias a los franceses Pierre y Ernest Michaux, que presentaron en la Exposición mundial de París en 1867 un velocípedo con propulsión delantera.

En 1879, el británico Henry John Lawson inventó la propulsión por cadena para la rueda trasera y en 1885, su compatriota John Kemp Starley patentaba la primera bicicleta con un sistema de cadena integrado a las dos ruedas, frenos y gomas con cámara de aire desarrollados por el irlandés John Boyd Dunlop. Así se convertía la bicicleta en un medio de transporte masivo.

Pocos años más tarde, en 1903, se celebró la primera edición de la carrera ciclista más conocida del mundo, el Tour de France. El francés Maurice Garin se adjudicó la competición disputada en seis etapas y con un recorrido de 2 mil 428 kilómetros.

Una década después, con la llegada de la producción en serie de automóviles en la empresa estadounidense Ford y la expansión de los automóviles en los países industrializados, la bicicleta comenzó a ser más y más un artículo de ocio.

Desde entonces han sido lanzados los más diversos modelos además de los más comunes que son la bicicleta doméstica, la de carrera y la de montaña. Hay bicicletas para carga, tándem, bicis reclinadas y triciclos.

Desde finales del siglo XIX fueron patentadas bicicletas con propulsión eléctrica, pero las llamadas «e-bikes» o «Pedelecs» se impusieron recién a partir de los 1990 con el desarrollo de baterías de alto rendimiento.

La alta tecnología también desembarcó en el mundo ciclista. Hay potentes faros de luz LED capaces de encandilar a automovilistas, sistemas de control de presión de ruedas que pueden ser leídos a través de una aplicación en el teléfono inteligente y hasta sistemas de cambios inalámbricos.

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