Por Redacción La Hora
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En el siguiente espacio y en seguimiento a los reportajes elaborados recientes por La Hora Mujer, respecto al cáncer de mama, reproducimos el testimonio que compartió con esta redacción Ligia Saravia de Toledo quien sobrevivió al cáncer
SU HISTORIA
Soy Ligia Saravia de Toledo, trabajé durante 38 años en una empresa, la cual quebró, y repentinamente, me quedé sin trabajo, sin dinero y sin prestaciones del IGSS.
En una oportunidad, fui a un congreso y el aire acondicionado me provocó tos, tuve un acceso de tos fuerte y cuando llegue a la casa tenía dolor en la mama derecha, me palpé ya que siempre fui muy cuidadosa con mis exámenes de mama, sentí un bulto y fui al médico, el cual me mandó vitamina E. Pasó un tiempo, la masa en lugar de disminuir creció, me ordenaron a hacer varios exámenes en los cuales no salía que fuera nada malo, incluso me hicieron una biopsia la cual salió negativa. En base a eso el día 27 de junio de 2018, me sometieron a una cirugía para extirpar el tumor, que para entonces ya ocupaba la mitad de mi mama derecha.
El 1 de julio de 2018, me dieron los resultados de la biopsia que le practicaron al tumor, ¡sorpresa! tenía cáncer, y no cualquier cáncer si no que uno llamado Her2, en fase avanzada, para este tipo de cáncer aún no hay cura y el único tratamiento que existe es para detenerlo, por cierto tiempo.
Nunca me imaginé, con cáncer, no pude en ese momento llorar, ni angustiarme ya que mi familia estaba devastada y a algunos miembros tuve que consolarlos. Pero luego, no sé qué hubiera hecho, sin el apoyo de mi esposo que ha sido un ángel para mí, mis hijos, mis hermanas, mis sobrinos, porque todos se volcaron a ayudarme a consolarme a darme ánimo y fuerza, sobre todo mis nietos. Por ellos, yo quiero estar sana porque están todavía pequeños y hay dos que dependen de nosotros.
Una de las cosas que pasaron por mi mente fue “yo quería cumplir 40 años de casada y no voy a llegar a los 40, la muerte me va a sorprender antes”, pero Dios cumplió el deseo de mi corazón, ya cumplimos 40 años de casados y en noviembre de este año primero Dios cumpliremos 41.
Cuando se tuvo en diagnóstico de cáncer, me internaron en el hospital San Juan de Dios, gracias al Dr. Julio Noriega, que fue un ángel para mí. Él le estaba dando seguimiento a mi caso en el Hospital y yo me sentía segura por esto, él me dio ánimo sin saber que ya él padecía de cáncer y falleció un año después. Me internaron para hacerme una Mastectomía, y nuevamente ¡sorpresa! no se podía, era metastásico y ya lo tenía regado en mis huesos, me hicieron un Centellograma Óseo y el resultado fue que estaba diseminado en la mayor parte del esqueleto y al poco tiempo me salió otro tumor en la otra mama. Me negaron tratamiento de quimioterapia ya que mi cáncer era terminal.
El doctor Ariel Barrios que es miembro de la iglesia a la que asisto y que ha sido de gran apoyo y bendición para mí, por medio de su hijo, me conectó en una clínica de quimioterapia experimental, allí me hicieron una infinidad de exámenes en el centro médico y otras clínicas, todo esto era carísimo yo no lo hubiera podido pagar, me pusieron medicamentos para fortalecerme gracias a Dios no había tocado ningún órgano ni mi cerebro pero cuando tuvieron los resultados, yo no calificaba para recibir su ayuda ya que el cáncer estaba muy avanzado.
Pero mi familia, sobre todo mi esposo y los miembros de la iglesia a la que asisto, clamaron e intercedieron por mí, y fue así como mi hijo, Juan Arturo, intercedió por mi ante los médicos y Dios tocó su corazón, me pusieron ocho quimioterapias de las más fuertes y ellos me advirtieron que para empezar las otras, tenía que revisarme y arreglarme la dentadura. No teníamos dinero para eso ya que es caro, una opción era hacerme el tratamiento en el hospital, pero esto significaba mucho tiempo y corría el peligro de perder esta oportunidad. Nuevamente Dios mandó ángeles a mi vida, los doctores Rolando y Kaleb Diaz, me hicieron todo el tratamiento de gratis en su clínica y Así me pusieron las 18 quimioterapias y el tratamiento de los huesos. Estas nuevas quimioterapias son carísimas, no están al alcance de cualquier persona. Ni en el Incan hay de este medicamento.
Cito del libro “Lecciones desde la cama de un hospital” de John Piper. Aun cuando estamos rodeados de sufrimiento en el hospital, Dios sigue siendo bueno, Él sabe absolutamente todo sobre tu cuerpo y tu enfermedad. No hay nada que él no sepa y entienda a la perfección.
Actualmente Dios en su misericordia me tiene bien, aún no sé si el cáncer se detuvo, pero han pasado dos años desde que empecé el tratamiento. Tuve perdida de cabello, esto si es fuerte y da decaimiento, me dieron algunos malestares, pero déjenme decirles que la clave para no tener tantas molestias es: no decaer, no entrar en pánico y no darle cabida a la depresión, un paso a la vez. Yo leía los Salmos cuando empezaba a decaer y me dejaba abrazar por Dios que es todo poderoso y misericordioso.
No hay que perder la esperanza, tenemos que ser fuertes y valientes, somos luchadoras. Que lo económico no nos detenga ya que Dios suple todas nuestras necesidades. En el hospital San Juan de Dios, no he pagado ni un centavo por mi tratamiento, solo tenemos que armarnos de paciencia y rogarle a Dios, El abrirá puertas que nadie cerrará.
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Esta enfermedad me sirvió para entender al fin de tantos años, que Dios es suficiente, que no nos desampara, ahora tengo más que cuando trabajaba. Si yo hubiera estado trabajando, probablemente no hubiera podido estar a tiempo a mis tratamientos o no hubiera puesto atención, pero no me ha hecho falta absolutamente nada y déjenme decirles que también en el libro que cité anteriormente hay un párrafo muy lindo que dice: “ora para que nada sea en vano: ni las horas pasadas en el hospital, ni el dolor, ni los temores, ni las relaciones, ni esta época que te ha cambiado la vida.”
Luchemos, no nos dejemos caer, todo tiene solución en esta vida, primero pongámoslo en las manos de Dios ya que Él es el dueño de nuestra vida él sabe cuándo nacimos y él sabe cuándo vamos a partir. Lo que tenemos que hacer es pedir porque nuestra partida sea en paz y que Dios consuele a nuestra familia, pero antes de eso, Dios nos va a dar salud y nos va a dar muchos años más. Solo debemos tener fe y esperanza en Dios, vivo y verdadero.
Ligia Saravia de Toledo
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