María Pedro de Pedro ha liderado a las mujeres de su comunidad en diferentes proyectos. Foto La Hora/Cortesía
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Por Ana Lucía González
agonzalez@lahora.com.gt

En la zona nororiental de Huehuetenango se encuentra el municipio de Santa Eulalia, uno de los cuatro municipios q’anjobales de este departamento, donde las mujeres han aprendido a ejercer el liderazgo a través de proyectos enfocados en el manejo forestal comunitario y la agricultura sostenible.

Una de ellas es María Pedro de Pedro, quien a lo largo de 19 años ha liderado la Asociación de Mujeres para el Desarrollo Integral Pixan Konob -Corazón del Pueblo- (AMEDIPK), impulsando múltiples proyectos para beneficio de las 680 mujeres que la integran y en donde la mayoría de ellas solo habla la lengua nativa.

A sus 46 años, se siente satisfecha de haber sembrado semilla en diversas instancias para la formación de las nuevas generaciones. Y su labor no se detiene. Aquí un recorrido por su historia, marcado por el compromiso social y proyección a favor de las mujeres y su pueblo.


Además, su enfoque ha sido aportar a las comunitarias y darles herramientas para su desarrollo. Foto La Hora/Cortesía

EMPRENDIMIENTO AGRÍCOLA Y FORESTAL

En la lejana sierra de los Cuchumatanes, Santa Eulalia el clima frío predomina, pues se ubica en un cerro a una altura de 2,590 metros sobre el nivel del mar.

María se encuentra durante la mañana en el huerto, cortando repollo, coliflor y zanahorias de la cosecha. Se define como una mujer maya q’anjobal, hija, esposa, madre, hermana y profesional. Estudió licenciatura en Trabajo Social. De allí parten una serie de iniciativas para el desarrollo comunitario.

Cuenta que la asociación se fundó en el año 1996 por la iniciativa de cinco lideresas de la comunidad. Inicialmente se enfocó en la promoción de los derechos de las mujeres, su participación en espacios públicos y en proyectos productivos.

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En esos años también fluyó la ayuda de otros grupos como las desaparecidas PRODEFOR y PROCUCH. Actualmente, están agremiados con la Asociación de los Cuchumatanes (ASOCUCH) y con la Asociación de Forestería Comunitaria Utz Che’, que opera en distintas regiones del país.

La asociación cuenta con personería jurídica y es una de las pocas organizaciones a nivel departamental formada por y para las mujeres. Su trabajo consiste en brindar servicios técnicos a sus asociadas para el ingreso a los diferentes programas de incentivos forestales. También cuentan con un vivero agroforestal, un emprendimiento de textiles y una iniciativa de bancos comunales. “El objetivo es impulsar nuevos emprendimientos con el fin de empoderar la economía de las mujeres rurales”, indica Pedro.

A lo largo de 19 años ha liderado la Asociación de Mujeres para el Desarrollo Integral Pixan Konob -Corazón del Pueblo. Foto La Hora/Cortesía

GESTIÓN PÚBLICA

Años atrás, una de las acciones clave fue con la municipalidad de Santa Eulalia. Comenzó en 2007 con una serie de foros políticos con los candidatos a alcaldes. Esto significó un espacio para lograr una serie de peticiones entre 2009 y 2010 donde lograron un convenio municipal enfocado en la elaboración de políticas públicas. Entre estas, la creación de una oficina de recursos naturales y una oficina de la mujer.

“Cada cambio de alcaldía implicaba mucho tiempo para nosotros. En 2016 se logró un acuerdo a largo plazo para optimizar y minimizar el tiempo que implica cada visita con las autoridades municipales”, comenta.

Sin embargo, reconoce que no le gusta la política partidista, más que todo prefiere los proyectos de desarrollo comunitario. Sabe que un espacio importante para llegar a más personas es la comunicación, por eso otra de sus facetas es que ha conducido durante 17 años una radio comunitaria, espacio donde impulsa la formación de nuevas lideresas.

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LA UNIÓN HACE LA FUERZA

Por el momento, María Pedro se concentra en la productividad de las cosechas de unos 120 huertos familiares implementados en la comunidad. Esto gracias al apoyo financiero de ASOCUCH, Utz Che’, la organización Sotz’il y del propio AMEDIPK.

La Asociación es autosostenible, asegura, se mantiene a través de gestión de proyectos, donde las voluntarias dan mínimo aporte para sufragar los gastos, como el salario de los técnicos y actividades para operar.

“Lo más gratificante es estar involucrada desde un contexto comunitario, conocer las verdaderas necesidades de las mujeres compañeras, y enlazar nuestras propuestas con las organizaciones de segundo nivel”, comenta con un español fluido.

Su trabajo consiste en brindar servicios técnicos a sus asociadas para el ingreso a los diferentes programas de incentivos forestales. Foto La Hora/Cortesía
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