Las guatemaltecas pueden encontrar en este centro de desarrollo una oportunidad para formarse. Foto La Hora

Desde los 14 años, a Vilma Coz le gustaba coser a máquina, pero no tuvo la oportunidad de aprender este oficio. A sus 40 años, domina con destreza la máquina, traza moldes y es capaz de elaborar gabachas, bolsas, faldas, de todo un poco, dice. Ha sido un aprendizaje de cinco años que ha hilado con trabajo, pasión y esfuerzo en el Centro de Mujeres de San Lucas Tolimán, Sololá.

Al igual que Vilma, cientos de mujeres kaqchikeles se han capacitado en forma gratuita con una serie de cursos que lleva a cabo el centro de Mujeres, un proyecto fundado en 2011 y que funciona gracias al apoyo de “Amigos de San Lucas”, un grupo de donantes de la diócesis de Minnesota, Estados Unidos. Ellos continúan con el legado de monseñor Gregorio Schaeffer, un estadounidense, quien durante muchos años tuvo a su cargo la parroquia de este municipio, ubicado en la orilla del lago Atitlán y fuera el alma de infinidad de proyectos de ayuda social.

Lea: ¿Qué necesitamos para generar más emprendedores que ayuden al desarrollo de Guatemala?

En los últimos años, el proyecto lo han transformado dos líderes comunitarias: Francisca Ajcibinac, de 52 años, “Guicha”, y Karina Hernández Barán, de 22. Ambas comentan que desde que tienen a su cargo este centro, han ampliado los espacios de participación para todas las mujeres que deseen llegar, no importando la edad o religión. Ofrecen tres talleres: corte y confección, tejido en telar de cintura, así como el de cocina y repostería.

Hernández cuenta que en 2019 atendieron hasta 165 mujeres en los tres talleres. El año pasado, por la pandemia, solo lograron trabajar los primeros meses, con un grupo de 85.

Desde febrero de este año, abrieron de nuevo las puertas, con todas las medidas de bioseguridad, con un máximo de 10 participantes por día y el uso obligatorio de mascarilla. Se han inscrito 95 participantes, divididas en los tres talleres. “Se les da la opción de participar no solo en uno, sino hasta dos o tres, según escojan”, explica.

Gracias a la gratuidad del programa, algunas mujeres de comunidades vecinas, como Cerro de Oro, acuden a los talleres de capacitación. Incluso se les ofrece ayuda económica para el transporte.

“El objetivo principal es apoyarlas. El único requisito es el interés de superarse. Sabemos que son capaces de realizar diferentes oficios, no se trata de que la mujer se quede solo en casa, sino darles oportunidades”, afirma Hernández.

TRANSFORMADOR DE VIDAS

Tanto para Karina como para “Guicha”, ser parte del Centro de Mujeres les ha permitido dar un giro en su perspectiva de vida y oportunidades laborales.

Una de las cosas que más disfruta Karina es compartir con las compañeras, pues cada una tiene una historia que contar. Además, goza viendo a las niñas aprendiendo el oficio de sus mamás. “Son cosas que guardo y en el futuro me va a beneficiar”, dice.

Otra de sus motivaciones es observar cómo las mujeres que sin saber leer ni escribir, se trazan una meta. “Me ha cambiado la vida”, expresa Karina, quien a sus 22 años es soltera y desde que trabaja en el centro en 2018, continuó con sus estudios. Este año cursa 2do básico.

Francisca Ajcinibac, “Guicha” dirige el centro desde 2015 y parte de su misión es dar espacio a la mayor cantidad posible de mujeres interesadas. Su ejemplo de vida ha sido luz para muchas compañeras que han visto que el cambio es posible con esfuerzo y trabajo. En su caso, se separó de su esposo y asumió el cuidado de sus cuatro hijos. “Quiero que mi sufrimiento valga la pena, me quedé sola con mis hijos, pero valió la pena, tuve grandes oportunidades”, afirma.

Debido al conflicto armado, “Guicha” solo pudo estudiar hasta 3º básico. Ahora tiene casi 25 diplomas de diferentes cursos. Ahora es facilitadora en los talleres de cocina y repostería. También se especializó en oratoria, en la Universidad de San Carlos.

El Centro de Mujeres les ha permitido dar un giro en su perspectiva de vida y oportunidades laborales. Foto La Hora

CONVIVENCIA SANA

Vilma Coz ha desarrollado destreza en la máquina de coser. Le gusta el oficio y, además, le ha permitido tener un ingreso en su familia. Ha aprendido a coser diferentes piezas, trazar moldes, todo supervisado por el maestro sastre, quien revisa la calidad de las prendas antes de que ingresen a la tienda. Le gusta ir a clases, pues es un ambiente agradable, donde todas se llevan bien y les ayuda a despejarse y convivir.

“Antes lo único que me funcionaba era vender gabachas. Ahora llegan diferentes estilos de costura”, cuenta. Sin embargo, desde el año pasado, sus ingresos han mermado debido a que la tienda está cerrada por la pandemia, así como la escasez de turistas.

Ana María Guarcas, de 34 años, acude al centro con su hija Ángela Jacinto, de 8 años. La mamá y la hija aprenden a mover los hilos en el telar de cintura. Al igual que Kimberly Aracely, de 7 años, quien cursa primero primaria, dice estar feliz cuando aprende lo mismo que su mamá. “Primero hago mi deber y después mi tejido”, afirma.

Además, es una iniciativa con trayectoria de muchos años, el cual ha impulsado a cientos de personas. Foto La Hora

NO LUCRATIVA

Desde Minnesota, Estados Unidos , Julie Knopp, Directora de Comunicación de Friends of San Lucas, indica que el Centro de Mujeres existe para ofrecer oportunidades de educación y progreso económico para las mujeres indígenas.

“Nuestro rol en Friends of San Lucas aquí en este país, es recaudar fondos para su funcionamiento. Nuestros donantes creen que todas las mujeres, en todo el mundo, merecen acceso a la educación y oportunidades laborales. Esperamos que estos fondos que recaudemos permitan a ‘Guicha’ y Karina crear un futuro en el que todas las mujeres tengan la oportunidad de vivir en todo su potencial”, enfatizó.

El entusiasmo no se detiene. Ahora han incursionado en nuevos proyectos como la siembra de hortalizas y plantas medicinales, que cultivan en los terrenos del centro.

La institución no es lucrativa, dependen de los donantes y del apoyo de los visitantes que compran sus productos. De la municipalidad local no reciben ningún apoyo.

“Hemos descubierto muchas habilidades en las mujeres que por falta de recursos no se desarrollan, a pesar de ello, soñamos con grandes proyectos”, expresa “Guicha”.

Este proyecto existe para ofrecer oportunidades de educación y progreso económico. Foto La Hora
Artículo anterior¿Qué necesitamos para generar más emprendedores que ayuden al desarrollo de Guatemala?
Artículo siguientePolicía: 8 muertos en tiroteo en centro de FedEx en Indiana