Sheila Estrada, de Chicacao, Suchitepéquez. Foto la hora: Cortesía
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Por Redacción Empresarial
lahora@lahora.com.gt

Una vez cortando café tuve un accidente. Rodé en un barranco y me lastimé la columna. No me llevaron a ningún lugar como el IGSS, porque en estos trabajos solo tenemos el pago de lo que hacemos, pero allí no nos dan nada. – Ceci Antón

La Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asies) presentó, la investigación “Mujeres trabajadoras cuentan su historia”, realizada con apoyo del Banco de los Trabajadores (Bantrab) y la Unión Europea, que recoge experiencias diversas que aporten evidencia para formular propuestas para el desarrollo y cumplimiento de la Política Nacional de Empleo Digno 2017-2032 (PNED).

Esta investigación es resultado del proyecto Promoviendo el trabajo decente para todos, que ejecuta Asies con el aporte financiero de la Unión Europea, y que busca impulsar el cumplimiento de los objetivos y metas contenidos en la PNED, a fin de que las mujeres y hombres de Guatemala tengan acceso a trabajo en condiciones de dignidad, seguridad y libertad.

En la investigación participaron 40 mujeres de distintas ramas económicas, tipos de ocupación, etnia, edad, nivel educativo y lugar de residencia. La mayoría de sus historias reflejan las duras condiciones que enfrentan los trabajadores guatemaltecos, y en particular las mujeres, agravadas por actitudes y prejuicios machistas y racistas, la desigualdad salarial y en materia de oportunidades, y el incumplimiento por parte del Estado de su función de promotor del bien común.

Aunque varias entrevistadas reportan que sus empleadores respetan los derechos de los trabajadores como el pago del salario mínimo, jornada laboral máxima, cobertura de la seguridad social y pago de prestaciones, es necesario fortalecer la Inspección General de Trabajo, para que proteja esos derechos, que en numerosos casos no se cumplen.

La crisis del COVID-19 ha tenido un fuerte impacto en la vida de muchas entrevistadas, desde la pérdida o fuerte reducción de los ingresos, tanto en el trabajo asalariado como en el por cuenta propia, por la suspensión de actividades o disminución de la demanda; las dificultades en materia de movilización, por la ausencia de medios de transporte o el alto costo de los mismos, y el perenne temor al contagio.

Los testimonios contenidos en “Mujeres trabajadoras cuentan su historia” sirven para reforzar el compromiso de Asies con el logro del trabajo decente. Es necesario que todos asumamos un compromiso con la construcción de una sociedad que ofrezca reales oportunidades de alimentación, salud, educación, vivienda y trabajo decente, haciendo efectivos los derechos económicos, sociales y culturales que consagra la Constitución Política de la República como obligaciones fundamentales del Estado.

Las entrevistadas trasladan un mensaje de optimismo a las mujeres trabajadoras, que exhorta al esfuerzo y a no desmayar en la lucha por un mejor mañana. Que, por consiguiente, convoca a construir las condiciones necesarias para que los esfuerzos sean fructíferos y esos sueños sean realidad.

Sacrificios con olor a chocolate
Sheila Estrada
Chicacao, Suchitepéquez

• Nací en Chicacao, Suchitepéquez. Tuve una niñez muy feliz, sencilla, sin lujos, tuve lo necesario.

Fui de esa generación privilegiada que podíamos estar corriendo por las calles, ir a cortar frutas a los terrenos y hacer todo lo propio de los niños de un pueblo. Hice mis estudios de primaria en la escuela de Chicacao y para los básicos viajábamos todos los días a Mazatenango.

Yo estudié Magisterio y la universidad no la completé. La inicié pero no la terminé, estaba estudiando Trabajo Social. La razón fue porque fui mamá muy joven, yo tenía 20 años cuando tuve a mi primera hija y las prioridades cambiaron para mí.

Empecé a trabajar a los 19 años… Me vi en la necesidad de buscar algo diferente para poder estar económicamente bien, porque el salario era insuficiente. Tengo tres hijas que están completamente a mi cargo, entonces yo ya no podía seguir viviendo con un pequeño sueldo.

Empecé a trabajar con mi chocolate, mi mamá sabía hacer chocolate…

Uno de los obstáculos en mi emprendimiento es la parte de formalizar el negocio a través de la SAT. Esto complica cuando se es microempresaria, porque honestamente todos los papeleos, trámites, facturas, pago de contador a una le cuesta. Pero a veces muchos lugares no compran el producto porque una no tiene facturas.

Otro obstáculo es obtener un registro sanitario. Para mí ha sido el más grande que he tenido y sigo teniendo, porque para obtenerlo debo tener instalaciones adecuadas y eso representa una inversión grande, como emprendedora eso es muy difícil. Honestamente empecé hacer el trámite, pero al darme cuenta de la inversión, porque yo necesitaría cambiar la infraestructura de mi taller para tener esa autorización desistí por el momento, además de los trámites engorrosos…

Los logros familiares que he obtenido son lo que tienen mis hijas. Por medio del apoyo que yo les brindo una ya se graduó y está en la universidad. Cuando una está sola esos logros son como joyas, porque significa que los hijos reconocen el trabajo de una.

Otro logro es ver con mucha satisfacción que la gente ya reconoce el chocolate Chicacao, que el producto va abriendo camino…

Por lo de la crisis que tenemos, en cuanto a la pandemia, estamos un poco estancados, porque sentía que antes de esto íbamos con buen paso, ya era autosostenible. Me ha afectado porque yo hago rutas en la zona turística de Santiago Atitlán, de San Lucas Tolimán, en restaurantes y hoteles, y como desde marzo todo esto está cerrado ya no tengo ese mercado. Igual me sucede con Retalhuleu y otros restaurantes que están cerca de acá, no les he podido vender, entonces sí me ha afectado bastante esta situación…

Conoce la historia completa de Sheila, y la de otras mujeres trabajadoras en www.asies.org.gt

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