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Berlín
Agencia (dpa)

El presidente de la Asociación de la Industria Alemana (BDI), Dieter Kempf, criticó con inusitada dureza la gestión que los directivos de las automotrices germanas hicieron del escándalo de manipulación de motores diésel.

«Quien ha cometido errores debe asumirlos, disculparse y parar, es decir, asumir responsabilidad para poder recuperar la confianza de nuevo», señaló Kempf en una entrevista con la agencia alemana dpa.

«No le quiero ocultar que yo, después de que saltara a la luz que las empresas alemanas habían violado la ley, más de una vez deseé que el comportamiento hubiese sido otro», agregó.

En opinión del máximo responsable de la BDI, el escándalo diésel causó un «enorme» perjuicio a la imagen y dañó la confianza de la economía alemana. «Los fabricantes deben hacer todo lo posible para recuperar la confianza», insistió.

El presidente de la automotriz alemana Daimler, fabricante de Mercedes-Benz, tenía previsto reunirse hoy con el ministro de Transportes germano, Andreas Scheuer, para aportar más detalles sobre la presunta manipulación del sistema de emisiones de gases en las furgonetas del modelo Vito.

La Oficina Federal de Vehículos Motorizados de Alemania (KBA), organismo dependiente del Ministerio de Transporte germano, acusó recientemente a Daimler de usar el mecanismo ilegal incorporado en los motores diésel de los automóviles Vito para falsear las emisiones.

Además, la prensa alemana reveló ayer que la KBA sospecha que Daimler también incorporó un software que no se ajusta a la normativa en su nueva flota con motor diésel, en total en cerca de un millón de vehículos.

«La forma en la que se hizo frente a los errores, también de una manera un tanto fraudulenta, indignó y con razón a muchos políticos y a muchos consumidores y, dicho sea de paso, también a mucha gente de las propias empresas», manifestó Kempf, quien se muestra partidario de que las fabricantes de automóviles ofrezcan «cuanto antes» una actualización de software a los propietarios de los vehículos afectados.

Casi tres años después de que saltara a la luz el escándalo de manipulación de Volkswagen, que afectó a unos once millones de coches en todo el mundo, la industria automotriz germana continúa acaparando titulares en la prensa por sus presuntas irregularidades.

La Fiscalía de Múnich acusó hoy al presidente de la automotriz Audi, Ruper Stadler, y a otro miembro de la junta directiva de esta empresa, filial de Volkswagen, por haber cometido presuntamente tanto delitos de fraude como de «falsedad documental».

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