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Por BARRY HATTON,
LISBOA
Agencia AP

Pero los inversionistas conmovidos por el más reciente drama financiero en la eurozona necesitan más garantías.

El mayor escándalo bancario en Portugal, que movió a las autoridades ayer a invertir hasta 4.900 millones de euros (6.600 millones de dólares) para impedir el colapso del Banco Espírito Santo, suscitó interrogantes acerca de cómo los reguladores fueron al parecer engañados. También centrará la atención sobre la revisión de un año del sector bancario, cuyos resultados se esperan para octubre.

La crisis de la deuda que en los últimos años conmovió a las naciones que comparten el euro, forzando a Grecia, Irlanda y Portugal a pedir rescates, ha amainado en los últimos meses. Pero los inversionistas siguen inquietos. Temen otras sorpresas desagradables, y el escándalo de las enormes deudas sin reportar del Banco Espírito Santo alimenta esas preocupaciones.

Los analistas de Barclays pronosticaron que los inversionistas «seguirán alerta a los riesgos que puedan surgir de los problemas latentes en el sistema financiero (portugués)». Las dificultades de Lisboa demostraron «la cirugía mayor a la que tiene que someterse Europa todavía con respecto a sus problemas económicos y bancarios», dijo una nota de CMC Markets UK.

El Banco Central Europeo, el principal regulador de la eurozona, está examinando los libros de más de cien de los principales bancos del bloque. El objetivo es eliminar los más endebles para contribuir a que los mercados financieros confíen en el sistema bancario. El caso del Banco Espírito Santo podría socavar ese esfuerzo.

Las autoridades portuguesas buscaron el domingo por la noche suavizar la situación dividiendo el Espírito Santo en dos: un Novo Banco, que conserva los negocios más lucrativos del banco y más adelante será vendido, y otro «banco malo» que retendrá los negocios más viciados y retendrá el nombre de Espírito Santo. Este último será puesto en liquidación, lo que significa que dejará de existir después de lidiar con las malas inversiones.

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