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Por LAURA MILLS y NATALIYA VASILYEVA,
MOSCÚ
Agencia AP

A lo largo de la crisis ucraniana, las sanciones europeas y estadounidenses se han centrado principalmente en un puñado de individuos, sin afectar a los lazos comerciales. Pero la semana pasada, Washington impuso sanciones sobre algunas de las empresas más grandes de Rusia.

Y cuando al día siguiente, el avión fue derribado sobre Ucrania, supuestamente por separatistas ucranianos con apoyo de Moscú, las preocupaciones crecieron en Rusia sobre que las sanciones pudieran empeorar, ante la escasa cooperación ofrecida por el presidente, Vladimir Putin.

«En los últimos meses, había una sensación de que el señor Putin actuaba de forma decisiva, fuerte y correcta, y que todos los demás en el mundo se adaptarían a esa realidad y volveríamos a algo como negocios como de costumbre», dijo Bernard Sucher, un empresario de Moscú y miembro del consejo del banco independiente de inversiones Aton. «Ahora estamos hablando de miedo real».

Cuando Rusia se anexionó Crimea en marzo, provocando una congelación en sus relaciones con Occidente, los mercados financieros rusos cayeron para luego recuperarse, cuando los inversores entendieron que las lucrativas relaciones comerciales del país permanecían en general intactas.

Europa, con su frágil salud económica, no se atrevió a bloquear las importaciones de energía rusas o el comercio de bienes como carros o maquinaria pesada. Compañías petroleras como BP y ExxonMbil continuaron sus operaciones en Rusia, y algunas firmaron nuevos acuerdos.

Estados Unidos tomó una postura más dura, pero hasta la semana pasada tuvo cuidado de limitar sus sanciones a congelar activos de individuos que se creía implicados en el apoyo a la insurgencia del este de Ucrania.

El 16 de julio, la noche antes del siniestro del avión de Malaysia Airlines, los mercados rusos parecían haberse recuperado de la crisis en Ucrania, y el índice de referencia MICEX ganó en torno a un 23 por ciento respecto al 1 de marzo.

Pero la semana pasada, EEUU anunció nuevas sanciones que hicieron a los inversores temerse lo peor. Washington cerró sus mercados financieros a una larga lista de empresa de Defensa, así como a la mayor petrolera rusa, una firma de gas y un banco.

Según Alexis Rodzianko, presidente de la Cámara de Comercio Americana en Rusia, esas sanciones fueron las primeras en causar un efecto real porque eran «más amplias y específicas, fueron más allá de lo simbólico».

Y sin embargo, hay pocas críticas, y ninguna de los oligarcas multimillonarios.

Las empresas más grandes de Rusia declinaron hacer comentarios para esta historia. Un portavoz dijo no estar autorizado a decir siquiera «sin comentarios» para un artículo sobre sanciones.

Ese silencio ha sido una característica del gobierno de Putin. A principios de los 2000 cerró un acuerdo con los empresarios en el que el Kremlin ofrecía protección sobre los a menudo turbios tratos que crearon las fortunas de los oligarcas rusos. A cambio, ellos prometieron no intervenir en la política del gobierno. El único que rompió la norma, Mijail Jodorkovsky, que fuera el hombre más rico de Rusia, fue castigado con dos rondas de condenas y pasó 10 años en prisión.

Por su parte, la Unión Europea ha amenazado con más sanciones si Moscú no influye en los rebeldes para garantizar una investigación independiente sobre el desastre del avión, pero no está claro hasta dónde está dispuesto a llegar el bloque de 28 países.

Washington y Bruselas están jugando a algo parecido a «poli bueno, poli malo» con Rusia, dijo Chris Weafer, de Macro-Advisory, de Moscú, pero está por ver que el derribo del avión malasio vaya a ser un punto de inflexión.

Entre tanto, las empresas rusas tendrán que lidiar con la incertidumbre.

 

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