Moscú
DPA

La final de este Mundial no tiene precedentes. No importa quién se imponga en las semifinales de Francia contra Bélgica o Inglaterra contra Croacia, el duelo por el título será inédito. Tras la eliminación de los grandes candidatos al título, desde Alemania a España pasando por Brasil y Argentina, en el Mundial de las sorpresas en Rusia, las grandes potencias deberán tener cuidado ahora con que el triunfo del nuevo fútbol europeo no sea el comienzo de una nueva era.

«No importa quiénes hayan sido los favoritos al triunfo. Los grandes equipos están en su casa», dijo el entrenador croata Zlatko Dalic sobre la constelación en este Mundial. «Los equipos que trabajan duro, que son compactos, unidos y bien organizados, esos aún están en Rusia. Ese es el carácter de las cuatro selecciones que quedaron».

Francia, como campeón mundial de 1998, es el más establecido de los cuatro semifinalistas, pero tuvo que esperar desde 2006 para volver a estar entre los cuatro mejores del mundo. Para Inglaterra es el primer salto a semifinales en 28 años. Bélgica (1986) y Croacia (1998) lo lograron sólo una vez y quieren sumarse como novena nación a la lista de campeones mundiales.

Por quinta vez en la historia del Mundial hay sólo europeos en semifinales. Previamente ocurrió en 2006, 1982, 1966 y 1934. Por lo tanto por cuarta vez consecutiva el campeón mundial será europeo. «Está es quizá también una pequeña revolución y muestra que los equipos europeos se desarrollaron más», dijo el atacante francés Olivier Giroud.

Ese desarrollo está también alimentado por la diversidad. La inmigración es un asunto que está generando turbulencias en la política europea, pero en selecciones como Francia, Bélgica o Inglaterra, lo que ha aportado es fortaleza.

El porcentaje de jugadores con orígenes extranjeros en estas tres selecciones es claramente superior al de emigrantes que viven en dichos países. Desde los ingleses Raheem Sterling, Fabian Delph o Ruben Loftus-Cheek a los belgas Romelu Lukaku, Vincent Kompany o Michy Batshuayi, pasando por los franceses Kylian Mbappé, Samuel Umtiti o Paul Pogba, todos tienen sus orígenes fuera de la Europa que impone su ley en el Mundial.

Los representantes sudamericanos vivieron su peor torneo desde 2006. Perú cayó en la fase de grupos. Argentina y Colombia, en octavos de final. Y Brasil y Uruguay, en cuartos.

«Me parece que es desconocer la realidad del fútbol histórica, económica y de infraestructuras. Por ahí viene la cosa», analizó el seleccionador de Uruguay, Óscar Tabárez, tras la derrota de la «Celeste» ante Francia en Nizhni Nóvgorod. «Bolivia no tiene el poderío de Alemania ni Uruguay el de Inglaterra. Extrañas son otras cosas, como los resultados que se dieron muchísimas veces históricamente».

El dominio de las ligas europeas por los multimillonarios ingresos de la Liga de Campeones alimenta, desde el punto de vista de los equipos provenientes de África, Asia y América, un desequilibrio en el escenario mundial. El dinero permite a Europa fomentar y canalizar el talento, un talento que en muchas ocasiones llegó al continente buscando una vida mejor.

«Mi opinión tras 37 años en el negocio es que está claro: La grieta es grande y crece más y seguirá creciendo más, de Mundial a Mundial», dijo el técnico de Irán, el portugués Carlos Queiroz.

Catorce de los 32 participantes en el Mundial eran de Europa (44 por ciento). Ese porcentaje aumentó de octavos de final (62) a cuartos de final (75) hasta las semifinales puramente europeas.

En la distribución de las cabezas de serie el resto del mundo ve en el futuro una posibilidad de limitar, al menos un poco, el dominio de Europa. Cuando a más tardar el Mundial de 2026 se juegue con 48 equipos, la Unión Europea de Fútbol Asociado (UEFA) recibirá sólo tres cabezas de serie fijas adicionales. Pero también un 29 por ciento puede volverse 100 por ciento al final.

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