Por Alberto Bravo
Madrid
agencia/dpa

Madrid es la capital futbolística de Europa. Al menos, así lo demuestran Real y Atlético, dos equipos que durante los últimos años se empeñaron en alcanzar el éxito en la Liga de Campeones a través de dos vías muy diferentes.

Los blancos establecieron un nuevo hito en la historia de la máxima competición continental al clasificarse para las semifinales por séptimo año consecutivo, mientras los rojiblancos consiguieron un éxito particular al situarse entre los cuatro mejores por tercera vez en cuatro años.

«¡Madrid manda!», tituló hoy el diario «Marca» para celebrar el pase de los dos últimos finalistas de la Champions.

«Quién sabe si no tendremos un tercer acto de la función que empezó en Lisboa y siguió en Milán», se preguntó «As» al recordar las finales de 2014 y 2016, en las que el Real Madrid se impuso al Atlético en dos partidos épicos y dramáticos.

Lo cierto es que ambos equipos demostraron que en el fútbol se puede llegar al mismo éxito a través de caminos bien diferentes. Porque no puede haber dos clubes más antagónicos que Real Madrid y Atlético.

El Real Madrid tiene su sede en el Paseo de la Castellana, zona exclusiva de la capital española donde comprar un simple apartamento de un dormitorio suele costar más de 300 mil euros (321 mil dólares). En cambio, el Atlético creció a orillas del río Manzanares, en el sur de Madrid, zona tradicionalmente obrera y foco de inmigrantes.

El Santiago Bernabéu es a menudo comparado con una «ópera» por el silencio de su hinchada y su alta exigencia. El club tampoco se esfuerza mucho en desmentir tal apreciación y antes de cada encuentro pone a todo volumen a Plácido Domingo interpretando el himno de la décima Copa de Europa.

Muy diferente es el ambiente que se registra en el Vicente Calderón, uno de los campos más «calientes» de España. Antes de empezar cada encuentro, la hinchada interpreta el himno sin la necesidad de megafonía ni otros acompañamientos de la voz. Y por lo general la afición no para de cantar en todo el encuentro, y más en estos tiempos de victorias.

Tampoco permite muchas comparaciones lo que ocurre con sus dirigentes. Mientras Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, es elusivo con la prensa, el mandatario rojiblanco, Enrique Cerezo, es completamente expansivo y uno de los dirigentes más bromistas del fútbol español.

Los entrenadores actuales también son un fiel reflejo de las dos personalidades diferentes que poseen ambos clubes. Ambos fueron futbolistas, pero de perfiles divergentes. Zinedine Zidane ponía el verso en el Real Madrid mientras Diego Simeone era más prosaico en el Atlético.

En los banquillos también tienen actitudes diferentes. Simeone es mucho más «intervencionista», más decisivo en la toma de decisiones, mientras Zidane concede más espacio a la improvisación de sus futbolistas.

«Insistir, insistir e insistir es la fórmula», aseguró ayer Simeone tras eliminar al Leicester en cuartos de final.

Y, por si acaso, ya comenzó a trasladar la presión a sus rivales cuando dijo: «Equipos grandes son Bayern, Barcelona, Real Madrid, sobre todo en lo económico. Nosotros somos competitivos, no un equipo grande. Somos un equipo competitivo. Seguro».

Por su parte, Zidane también reflejó su esencia después de eliminar al Bayern Múnich cuando dijo: «Somos un equipo con jugadores de clase mundial y cada vez que juega uno sabemos que puede marcar diferencias».

Así son los dos vecinos de Madrid, dos equipos que con el tiempo aprendieron a convivir mejor pero que en los últimos años generaron una tensión competitiva diferente. Principalmente por los enormes progresos del Atlético, capaz de pelear ya con cualquiera. Aunque todavía le falta superar al Real Madrid en la Liga de Campeones. Quizá este año.

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