Carlos Interiano
Escritor

El 2 de diciembre de 2020, el poeta Gustavo Bracamonte entrevistó al escritor Elías Valdés. Fue quizás su última aparición en redes sociales. Tenía 90 años, pero conservaba intacta su lucidez mental y su facilidad de palabra. Tuve el enorme placer de participar en aquel coloquio virtual y conservar el buen sabor de boca de una amena charla con un gran intelectual chiquimulteco.

Era un adolescente cuando escuché por primera vez el nombre de Elías Valdés. Y no fue precisamente asociado a la literatura sino a un balneario del cual él era propietario. Las piscinas de Elías Valdés, se decía en aquellos tiempos, aunque su nombre era «Las Lajas». Eran finales de los sesenta. Si mal no recuerdo, dicho balneario estaba ubicado donde después fue su casa de habitación; y precisamente donde cronos decidió paralizar las agujas de su corazón.

Alguna vez fui a ese balneario, y allí estaba él, sonriente y atento como siempre fue. No alcanzaba los 40 años de edad. Estuvimos en la piscina mis amigos y yo, unas tres horas. Bueno, a decir verdad, yo no me metí al agua porque no llevaba traje de baño y permanecí recostado en una silla de playa, atento a los movimientos que hacía el inquieto intelectual chiquimulteco.

Algún tiempo después llegó a mis manos su novela Tizubín, la cual leí con avidez; creo que fue en 1975. Yo había emigrado a la ciudad Capital, entusiasmado con estudiar en la Universidad de San Carlos. Cada vez que volvía a Chiquimula, la novela era motivo de conversación obligada entre mis amigos y yo. Después de Tizubín seguirían muchas obras más, alrededor de 15, entre novelas y relatos. También escribió poesía, aunque de manera menos profusa.

En los años noventa se suscitó una controversia entre Elías Valdés y Aquiles Pinto Flores. Me dolió mucho ese episodio porque a ambos intelectuales les he tenido un gran aprecio. Con Aquiles conversé varias veces. Era un excelente poeta, especialmente, sonetista. La razón de la disputa fue la publicación, por parte de Aquiles Pinto Flores, fuera de Guatemala, de la obra «Yo fui rehén del M-19», allá por 1980. Juan Antonio Canel Cabrera, en su libro «Realidad y fantasía de Elías Valdés», al respecto, reproduce las palabras del autor: «El libro Yo fui un rehén del M-19, lo hice en un mes y diez días, del 17 de mayo al 27 de junio de 1980. La primera edición de ese libro, que se editó en Colombia, no apareció con mi nombre como autor; Aquiles Pinto Flores, de manera abusiva, pasando sobre mi autoría y nuestra amistad, lo publicó con el suyo».

Esta obra, según sostenía Valdés, se basó en una entrevista periodística en profundidad sobre la experiencia amarga que vivió Pinto Flores cuando, siendo embajador de Guatemala en Colombia, fue secuestrado por la guerrilla colombiana, el M-19. Ambos habían ejercido el periodismo en reconocidos medios de comunicación y, por lo tanto, no podían prestarse a engaño ni alegar ignorancia sobre el hecho de publicar información ajena sin previo consentimiento. Sin embargo, ambos se acusaban mutuamente de plagio. En honor a la verdad, los verdaderos hechos quedaron sepultados entre ambos protagonistas. Quizá nunca se sabrá la verdad; esta es calidoscópica.

La Asociación de Periodistas de Guatemala intervino en el litigio, por ser los dos, miembros de esa organización de prensa. El caso fue llevado al Tribunal de Honor. Allí salió airoso Elías Valdés, y el caso quedó cerrado para la opinión pública. Esto dio origen a otra obra publicada en 1994: «Así escribí el libro Yo fui un rehén del M-19» en donde el autor narra la forma como usó la información proporcionada por Pinto Flores. Sin embargo, aquella vieja amistad entre dos grandes de las letras chiquimultecas se dio por terminada.

La ironía quiso que con tan solo dos meses y medio de diferencia 9 de febrero (Pinto Flores) y 24 de abril (Valdés) del 2021, cruzaran el espacio etéreo hacia la eternidad. Ambos habían nacido en 1930. Quién sabe si allá continuarán la polémica o finalmente reanudarán la enorme amistad que tuvieron de este lado de la vida.

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