Por: Ángel Elías
La crónica de Humberto Musacchio llamada; Ciudad quebrada e ilustrada por José Hernández se publicó en 2019 en la colección Vientos de pueblo, del Fondo de Cultura Económica, un relato que devuelve a la memoria lo que vivió México en 1985, el terremoto.

Nueve años antes, en Guatemala ocurrió el 4 de febrero de 1976, el terremoto que a las 3 de la madrugada partió la historia del país en dos. En la actualidad aún se toma como referencia ese desastre cuando se necesita poner un parámetro temporal. Se pregunta si fue antes o después del terremoto, todo sabemos a qué sismo se refieren.

Mesoamérica es una región sísmica que seguro marcó la historia de las civilizaciones antes de la llegada de España, en la actualidad se tejen múltiples mitos alrededor de los temblores. Muchos de ellos relacionados con el cambio de clima o vaticinios. Los temblores no dejan de ser indiferentes, ni antes o ahora.

Ciudad quebrada es un relato que habla del terremoto de 19 de septiembre de 1985 y que se sintió en la Ciudad de México, a las 7 con 19 minutos, la historia para aquel lugar cambió. Fueron más de tres minutos de miedo, incertidumbre y vulnerabilidad. El suelo se tambaleó y con ello la cotidianidad no volvió a ser la misma.

El autor narra las vicisitudes que se vivieron en una ciudad que no esperaba un fenómeno como tal. Las calles irreconocibles, los edificios que colapsaron, las personas que desaparecieron. Nadie estaba a salvo del miedo, el cual estaba envuelto por el polvo, el sonido de las ambulancias y los partes de paredes cayendo por todos lados. En cada parte del relato es una fotografía tomada justo después del sismo que marcó la historia mexicana.

La Ciudad quebrada se rompe en tres partes. La primera es breve, pero que ayuda a contextualizar en la que dibuja la ciudad antes de la tragedia. Con el día a día de sus habitantes, quienes desconocen lo que ocurrirá. En la segunda parte se relata el miedo del sismo. De cómo, a pesar de que sus habitantes estaban acostumbrados a los temblores, la sorpresa cambió a pánico. Cómo se desconfigura la realidad en una película que comenzó en cámara lenta y terminó en una secuencia demencial de terror.

Luego el polvo y la incertidumbre. Los sobrevivientes salieron a la realidad, la que cambió. Las calles que minutos antes estuvieron llenas de vida y colores se cubrieron de un polvo fino que apenas si dejaba ver la destrucción. Entonces las personas empiezan a llamar desde teléfonos hacia sus casas, a sus trabajos, a sus amigos. No había celulares por lo que cada uno buscó un teléfono público, los pocos o los muchos eran acaparados. Recorrer aquella ciudad apocalíptica, aquella Ciudad quebrada debió ser triste, desolador y angustiante.

En la tercera parte ya se comprende la magnitud de la tragedia, que no solo fue natural, sino que involucra el por qué fue tan devastadora. Y que no necesariamente tienen que ver con la naturaleza, si no más con la corrupción que campea en países de Latinoamérica.

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Firmamentos perdidos, de Guido Cossard
Esta es una obra que combina el conocimiento de las humanidades con la astronomía, pues muestra la relación entre las creencias religiosas, las manifestaciones artísticas y las prácticas astronómicas presentes en los vestigios arqueológicos de diversas culturas del mundo antiguo. La primera parte estudia los rastros en las piedras del neolítico europeo. La segunda parte aborda las investigaciones astronómicas de las grandes civilizaciones antiguas: la egipcia, la babilónica, la china, la árabe y aquellas de los distintos pueblos precolombinos. Por último, la tercera parte dedica un capítulo al Medievo e introduce los fundamentos de una nueva disciplina: la etnoastronomía.

Desagüe, de Diego Enrique Rodríguez
“Aspiren el humo y aguarden. Con mis dos caras, cuatro ojos y dos bocas contaré algo.» La Ciudad de México pudo tener el destino de ciudades pluviales como Venecia o Ámsterdam, pero cinco siglos de someter la planeación urbana al delirio y a la política le dieron a la capital mexicana su condición de monstruo sobre las aguas. Desagüe es la suma de historias sobre esa ciudad secreta de cañerías, presas y drenajes que ha fungido de contrapunto a la historia visible de la megalópolis. Aunque también es la historia de Indra, un universitario en una encrucijada vital que parece desembocar en un vertedero acuoso.

Inchi Farofe, de Francisco Hinojosa
Óliver Valencia usa para todo la palabra inchi: “Inchi sandía tan rica”. “Inchi Peter, invítame a comer a tu casa”. Hasta que un día tiene que decidir entre dejar de comer los deliciosos platillos de su abuela y dejar de decirla, y él elige lo segundo. Sin embargo, Óliver inventa una nueva palabra: farofe, cuyo significado es parecido al de inchi: y como nadie sabe qué quiere decir, puede utilizarla sin que nadie lo regañe: “Farofe Peter, te invito a mi cumpleaños”, “Farofe Carmelo, suénate los mocos”. La palabra se vuelve tan popular que hasta va a dar al diccionario. Óliver está fastidiado
por tanta atención, ¿Qué hará enderezar esta situación?

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