En la actual República Dominicana, muestra una figura de rana. Foto la hora: KRISTEN GRACE/FLORIDA MUSEUM / Europa Press/dpa

MADRID
Agencia dpa/(Europa Press) –

El mayor estudio de ADN humano antiguo en las Américas ofrece un enfoque más nítido de la historia de los isleños originales del Caribe, al combinarlo con décadas de trabajo arqueológico.

Según publican en la revista ‘Nature’ un equipo de investigadores internacional, dirigido por David Reich, de la Facultad de Medicina de Harvard, la genética rastrea dos grandes olas migratorias en el Caribe por dos grupos distintos, con miles de años de diferencia, revelando un archipiélago poblado por personas muy móviles, con parientes lejanos que a menudo viven en islas diferentes.

El laboratorio de Reich también desarrolló una nueva técnica genética para estimar el tamaño de la población en el pasado, que muestra que la cantidad de personas que vivían en el Caribe cuando llegaron los europeos era mucho menor de lo que se pensaba anteriormente, probablemente en decenas de miles, en lugar del millón o más informado por Cristóbal Colón y sus sucesores.

Para el arqueólogo William Keegan, cuyo trabajo en el Caribe abarca más de 40 años, el ADN antiguo ofrece una nueva herramienta poderosa para ayudar a resolver debates de larga data, confirmar hipótesis y destacar los misterios restantes.

Los arqueólogos a menudo confían en los restos de la vida doméstica (cerámica, herramientas, restos de huesos y conchas) para reconstruir el pasado. Ahora, los avances tecnológicos en el estudio del ADN antiguo están arrojando nueva luz sobre el movimiento de animales y humanos, particularmente en el Caribe, donde cada isla puede ser un microcosmos de vida único.

Si bien el calor y la humedad de los trópicos pueden descomponer rápidamente la materia orgánica, el cuerpo humano contiene una caja fuerte de material genético: una parte pequeña e inusualmente densa del hueso que protege el oído interno.

Utilizando principalmente esta estructura, los investigadores extrajeron y analizaron el ADN de 174 personas que vivieron en el Caribe y Venezuela hace entre 400 y 3.100 años, combinando los datos con 89 individuos previamente secuenciados.

El equipo, que incluye a académicos caribeños, recibió permiso para llevar a cabo el análisis genético de gobiernos locales e instituciones culturales que actuaron como cuidadores de los restos humanos. Los autores también involucraron a representantes de las comunidades indígenas del Caribe en una discusión sobre sus hallazgos.

La evidencia genética ofrece nuevos conocimientos sobre la población del Caribe. Los primeros habitantes de las islas, un grupo de usuarios de herramientas de piedra, navegaron a Cuba hace unos 6.000 años, expandiéndose gradualmente hacia el este a otras islas durante la Edad Arcaica de la región.

No está claro de dónde provienen: aunque están más estrechamente relacionados con los centroamericanos y sudamericanos que con los norteamericanos, su genética no coincide con ningún grupo indígena en particular. Sin embargo, artefactos similares encontrados en Belice y Cuba pueden sugerir un origen centroamericano, apunta Keegan.

Hace entre 2.500 y 3.000 años, los agricultores y alfareros relacionados con los hablantes de arawak del noreste de América del Sur establecieron un segundo camino hacia el Caribe. Usando los dedos de la cuenca del río Orinoco de América del Sur como carreteras, viajaron desde el interior hasta la costa de Venezuela y avanzaron hacia el norte hacia el Mar Caribe, estableciendo Puerto Rico y finalmente moviéndose hacia el oeste. Su llegada marcó el comienzo de la Edad de la Cerámica de la región, marcada por la agricultura y la producción y uso generalizados de la cerámica.

Con el tiempo, casi todos los rastros genéticos de las personas de la Edad Arcaica desaparecieron, excepto una comunidad de resistencia en el oeste de Cuba que persistió hasta la llegada de los europeos. Los matrimonios mixtos entre los dos grupos fueron poco frecuentes, y solo tres individuos en el estudio mostraron ascendencia mixta.

Muchos cubanos, dominicanos y puertorriqueños de la actualidad son descendientes de personas de la Edad de la Cerámica, así como inmigrantes europeos y africanos esclavizados. Pero los investigadores observaron solo una evidencia marginal de la ascendencia de la Edad Arcaica en los individuos modernos. «Eso es un gran misterio –resalta Keegan–. Para Cuba es especialmente curioso que no veamos más ascendencia arcaica».

Durante la Era de la Cerámica, la cerámica caribeña experimentó al menos cinco cambios marcados en el estilo durante 2000 años. La cerámica roja ornamentada decorada con diseños pintados de blanco dio paso a vasijas simples de color beige, mientras que otras ollas estaban salpicadas de pequeños puntos e incisiones o tenían caras de animales esculpidas que probablemente se doblaban como asas.

Algunos arqueólogos señalaron estas transiciones como evidencia de nuevas migraciones a las islas. Pero el ADN cuenta una historia diferente, lo que sugiere que todos los estilos fueron desarrollados por descendientes de personas que llegaron al Caribe hace 2.500-3.000 años, aunque es posible que hayan interactuado y se hayan inspirado en extraños.

Destacando la interconectividad de la región, un estudio de los cromosomas X masculinos descubrió 19 pares de «primos genéticos» que viven en islas diferentes, personas que comparten la misma cantidad de ADN que los primos biológicos pero que pueden estar separados por generaciones.

Descubrir una proporción tan alta de primos genéticos en una muestra de menos de 100 hombres es otro indicador de que el tamaño de la población total de la región era pequeño, resalta Reich, profesor de genética en el Instituto Blavatnik del HMS y profesor de biología evolutiva humana en Harvard. «Cuando se toman muestras de dos individuos modernos, no es frecuente encontrar que sean parientes cercanos», dijo. «Aquí, estamos encontrando parientes por todas partes».

Una técnica desarrollada por el coautor del estudio Harald Ringbauer, becario postdoctoral en el laboratorio del Reich, utilizó segmentos compartidos de ADN para estimar el tamaño de la población pasada, un método que también podría aplicarse a estudios futuros de personas antiguas.

La técnica de Ringbauer mostró que entre 10.000 y 50.000 personas vivían en dos de las islas más grandes del Caribe, Española y Puerto Rico poco antes de la llegada de los europeos. Esto está muy por debajo del millón de habitantes que Colón describió, señala Keegan.

Más tarde, el historiador del siglo XVI Bartolomé de las Casas afirmó que la región había albergado a 3 millones de personas antes de ser diezmada por la esclavitud y las enfermedades europeas. Si bien esto también fue una exageración, la cantidad de personas que murieron como resultado de la colonización sigue siendo una atrocidad, puntualiza Reich. «Este fue un programa sistemático de borrado cultural. El hecho de que el número no fuera de 1 millón o millones de personas, sino de decenas de miles, no hace que ese borrado sea menos significativo», precisa.

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