Por: Enrique Pazos

Para muchas personas, el día empieza apagando un despertador eléctrico o electrónico. Van a la cocina, sacan alimentos de una refrigeradora, encienden la estufa o el horno de microondas. Mientras esto sucede chequean las redes sociales en el teléfono celular y ponen su música favorita conectándose a las bocinas inalámbricas.

El día continúa de manera habitual. Casi nunca reparamos en que todas esas acciones cotidianas son imposibles sin la existencia de la tecnología moderna. Cualquier dispositivo que utilice electricidad está construido con base en las leyes naturales de la electrodinámica. El refrigerador opera de acuerdo con los principios de la termodinámica. Las conexiones inalámbricas utilizan la generación y detección de ondas electromagnéticas.

Así podríamos seguir analizando cada artefacto que utilizamos en la vida diaria y rastrear su funcionamiento a un principio fundamental de la naturaleza. El estudio y descubrimiento de estas leyes y principios es el trabajo y labor de la ciencia. La vida moderna material que hoy disfrutamos descansa en los pilares del conocimiento científico.

Debemos notar también que la ciencia nos ha dado mucho más que aparatos eléctricos. La ciencia permea todos los ámbitos del actuar humano. La aspirina, los antibióticos, las vacunas, la anestesia y todos instrumentos médicos modernos también fueron concebidos gracias a la ciencia. Incluso ahora, la pandemia de covid-19 nos ha demostrado lo atrasados que estamos como país para afrontar una amenaza a la salud pública. En otras palabras, nos vino a demostrar que, aunque el conocimiento científico para afrontar la pandemia ya existe, no podemos utilizarlo porque llevamos décadas de atraso en inversión de ciencia y tecnología.

La conclusión es evidente. La vida, tal como la conocemos, sería imposible sin la ciencia.

Con el afán de reconocer la creciente importancia que la ciencia juega en la vida diaria y en la sociedad, la UNESCO celebra cada 10 de noviembre el “Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo”. Tal como lo establece en su página web:

“La ciencia es la herramienta que el ser humano ha creado tanto para comprender el mundo que le rodea, como para aplicar esos conocimientos en su beneficio. Los avances científicos nos permiten hallar soluciones a los nuevos desafíos económicos, sociales y medioambientales con los que construir un futuro sostenible. La ciencia tiene, además, un papel en la construcción de la paz al fomentar la cooperación internacional para alcanzar el desarrollo sostenible.”

En el día mundial de la ciencia se trata de hacer conciencia de que el conocimiento científico debe informar nuestro proceder en el mundo moderno. No podemos tomar decisiones desinformadas o apegadas a creencias, ya que éstas tienen consecuencias desastrosas. Uno de estos casos es la crisis de calentamiento global ocasionado por la actividad humana. De no tomar acción inmediata terminaremos dañando nuestro planeta de forma irreparable.

Es necesario enfatizar que muchos de los problemas que sufrimos en la sociedad pueden ser resueltos utilizando la ciencia. Esa es una razón de peso para que los gobiernos enfoquen sus esfuerzos en mejorar la educación y fomentar una sociedad más culta e informada.

Este 10 de noviembre es una buena oportunidad para celebrar la ciencia como humanidad y reconocer que es una fuente de riqueza y de soluciones a muchos problemas. Es una forma de conocernos a nosotros mismos y la íntima conexión con el frágil mundo en que vivimos.

Marx y su concepto del hombre, de Karl Marx
Son dos aspectos sobresalientes presenta este breviario: la publicación de los manuscritos económico-filosóficos de Marx, y el análisis que Erich Fromm hace a fin de valorar las tesis marxistas sobre la naturaleza del hombre y su espíritu de independencia. El autor penetra en esas ideas para situar a Marx como «existencialista espiritual», destacando a la vez la índole real de su materialismo histórico y de su socialismo para oponerlos como protesta a la enajenación del hombre en la sociedad industrial.

Allegro, de Ariel Dorfman
En el revolucionario año de 1789, Wolfgang Amadeus Mozart visita la tumba de Johann Sebastian Bach en Leipzig, buscando un signo, una señal, una respuesta a un enigma que le ha rondado desde la infancia: ¿Fue asesinado Bach por un famoso médico oculista? ¿Y fue Händel años más tarde víctima del mismo doctor? Allegro es la historia de esa búsqueda detectivesca, desde los salones de Londres hasta las calles de París, recreando una época frívola y turbulenta, llena de pícaros y compositores geniales, charlatanes y nobles presuntuosos. De forma paralela, Mozart crece y acumula aprendizajes, fama, experiencias y pérdidas.

La partida, de Alberto Chimal
Dos reconocidos cuentistas latinoamericanos, uno argentino y el otro mexicano, exploran el sacrificio que una madre está dispuesta a hacer por revertir lo imposible: la muerte de un hijo. En «La madre y la muerte» Alberto Laiseca recrea uno de los cuentos de Hans Christian Andersen y nos muestra a una madre que, después de que la Muerte le arrebata a su hijo, atraviesa bosques, ríos y montañas en busca de su pequeño, sin importarle lo que tenga que dejar en el camino. Esta y otras se pueden adquirir, consultando en www.fceguatemala.com y a través de WhatsApp: 5017-3130.

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