Alfonso Mata

HS: Cómo podemos entender esto
AM: Primero: Una ola de estudios neurobiológicos en sistemas modelo y en humanos, subrayan que las respuestas al estrés prenatal y posnatal temprano en la vida, tienen sus raíces en interacciones genéticas y ambientales que pueden resultar en un desarrollo molecular y celular alterado que impacta el ensamblaje de circuitos durante períodos sensibles de desarrollo. La demostración de que ciertos sistemas involucrados en el desarrollo cognitivo y emocional son más sensibles a las alteraciones tempranas que activan las redes de respuesta al estrés, proporcionó una base consecuencias funcionales a corto y largo plazo del estrés en la vida temprana

Adversidad temprana, como maltrato y pobreza, tan frecuente en nuestro medio, tiene impactos negativos en los circuitos cerebrales selectivos y el control emocional, el crecimiento cognitivo y la capacidad de respuesta al estrés.

En segundo lugar. La información que tenemos, señala claramente que la salud hay que planificarla, verla estudiarla como un curso de vida y los orígenes del desarrollo de un marco de salud y enfermedad de adultos debe investigarse, vigilarse y atenderse desde la concepción.

En tercer lugar: dentro de los sistemas de salud, una declaración de política clave es: enfatizar técnica y socialmente sobre las importantes implicaciones para la salud a lo largo de la vida del impacto de la adversidad temprana, declarando la “necesidad de que toda la comunidad médica y la sociedad concentre más atención en las raíces de las enfermedades adultas que se originan durante los períodos prenatal y de la primera infancia”. Por ejemplo, ya son numerosos los estudios en animales que muestran que la adversidad temprana, puede cambiar el momento de los períodos críticos del desarrollo del cerebro, impactando la “plasticidad” de los procesos de desarrollo, que son impulsados por experiencias en la vida del niño pequeño y su familia.

De tal manera que las primeras experiencias esenciales para construir conexiones cerebrales que subyacen a la salud bioconductual, y la comprensión actual del desarrollo integral del niño, se basa en una interacción de los sistemas de órganos entre sí y con el medio ambiente. La adversidad temprana crónica como la mala nutrición y las infecciones seguidas, tiene impactos negativos en el ensamblaje de ciertos circuitos cerebrales y el control emocional, el crecimiento cognitivo y la capacidad de respuesta al estrés. Otros órganos y funciones fisiológicas del niño, también tienen resultados adversos como consecuencia de cronicidad en el futuro de su salud y bienestar.

HS: ¿Qué impacto tiene una continua exposición al estrés en el niño?
AM: Se ha acuñado una palabra para ese riesgo crónico de exposición que tiene mucha de la población infantil y de la niñez. El término «estrés tóxico» se propuso para describir la «activación excesiva o prolongada de los sistemas de respuesta al estrés» en ausencia de protección amortiguadora por parte de los cuidadores familiares y el sistema de salud. A diferencia del estrés positivo o tolerable, el «estrés tóxico» se refiere a cambios biológicos en el niño que pueden resultar en: 1º la interrupción del desarrollo de la arquitectura del cerebro y otros órganos en maduración, 2º desregulación de los procesos metabólicos y 3º activación excesiva del sistema de estrés. Estas respuestas constantes, se estima que pueden conducir a un mayor riesgo de enfermedades crónicas más adelante en la vida y a su vez a limitaciones en el desarrollo de potencialidades biológicas y mentales y emocionales a los que padecen de esto.

HS: Los padres como los profesionales se hacen las mismas preguntas respecto a la salud del niño y su desarrollo
AM: Creo que sí, incluso la ciencia. Entre las preguntas sobresalen las siguientes. «¿Cuáles son las influencias de los genes y la experiencia en la salud y el desarrollo infantil?» «¿Hasta qué punto el cerebro exhibe plasticidad (es decir, cambia con el tiempo)?» «¿Cuáles son los circuitos cerebrales que controlan tipos específicos de comportamientos y cómo se puede influir en su funcionamiento a través de intervenciones basadas en la experiencia y/o medicamentos?» «¿Por qué la experiencia temprana tiene un riesgo de enfermedad duradero y efectos funcionales en la edad adulta?» «¿Cómo influye el entorno de un niño en el desarrollo del cerebro, el sistema inmunológico, el endocrino, el metabolismo y los sistemas cardiovasculares, así como en la salud física y mental?» Todas esas son preguntas actualmente aun a medio contestar. Por ejemplo y este avance es asombroso, los órganos y el cerebro tiene períodos críticos en sus desarrollo, la ciencia ha empezado a conocer de moléculas responsables de poner los «frenos» en la sincronización del período crítico y esto ha llevado a estudios clínicos que manipulan la función de ciertos frenos para demostrar que los períodos críticos pueden reabrirse mucho más tarde en la vida de lo que se creía anteriormente. Otro ejemplo: se combinaron datos de neuroimagen y comportamiento, para demostrar la maduración continua de las funciones ejecutivas. Estos estudios aclararon las habilidades de los componentes y han llevado a una serie de estrategias de intervención, para entrenar la memoria de trabajo, la flexibilidad mental y el control inhibitorio en niños pequeños, niños, adolescentes y adultos jóvenes.

HS: Y respecto al enfoque del problema
AM: Podemos decir que cada vez más se entiende que la salud no es cuestión médica y de la medicina. Los avances en la neurobiología de la sociabilidad y el área de investigación floreciente de la sincronía entre el niño y la madre y el niño y el padre, y con la familia y la sociedad, han llevado a descubrimientos fundamentales sobre la importancia del entorno de relaciones de un niño. Hay muchos más estudios y aplicaciones comunitarias directas que se están dirigiendo tanto al niño como al cuidador en las intervenciones, por ejemplo, el cuidado de crianza temporal terapéutico multidimensional o el entrenamiento para promover interacciones saludables bidireccionales y receptivas cuidador-bebé.

Nuevas explicaciones y descubrimientos de las interacciones materno-fetales, avances en la investigación longitudinal y estudio de las interacciones sociales y los entornos físicos, amplían el conocimiento de nuevas aplicaciones. Y el trabajo de los salubristas de muchos países así como investigaciones en marcha en varios países latinoamericanos, proporciona evidencia para ayudar a «cerrar la brecha» entre lo que la ciencia nos dice y las acciones que deben tomar los formuladores de políticas, proveedores de atención médica, educadores, líderes religiosos, padres y otras personas, para cerrar las disparidades y mejorar los resultados para todos los niños.

En la actualidad, muchos de los nuevos avances científicos en neurociencia, genética, medicina clínica, aún están en desarrollo, y se necesitan más estudios para aplicar estos nuevos hallazgos en la práctica clínica y de salud pública y utilizarlos para formar políticas. En particular, se necesita un mayor esfuerzo y más apoyo para desarrollar, implementar y evaluar programas basados en descubrimientos científicos sobre el momento óptimo para las intervenciones.

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