Pablo Sigüenza Ramírez nació en Iximulew, hoy llamada Guatemala. Es mestizo kakchiquel. Reniega de la identidad nacional, esa comunidad imaginaria construida desde las élites. Ama las luchas de resistencia de los pueblos latinoamericanos y el escenario verde que las cobija. Ha publicado Relatos verdes en escala de gris (Magna Terra, 2015); Ana es la luna y otros cuentos cotidianos (Magna Terra, 2017); Entre la milpa (Editorial Universitaria, 2017) y Repaso por un fuego interno (Ediciones el Rosario, 2019). Con la luna cómplice, comparte el disfrute de los días y las noches de tormenta.

Raíces al viento
Tengo esta extraña costumbre
de exponer mis raíces al viento
contar memorias y relámpagos
a través de murmullos y truenos
tengo el hábito silente
de enredarme en el gris del día
en la trama misteriosa
de tú último sueño.
Tengo esta extraña costumbre
de trazar ramas eternas
hacia el centro reptil
del corazón del cielo.

Intimidad

Dos hormigas laboriosas
incansables enloquecidas
hacen amor dentro de mi pecho.
Son el camino que elijo y renuevo
en cada luna esparcida sobre las flores de tus valles
en cada ventana que se abre
sobre la calle desnuda.

Milpa es amor

Tus manos amenazadas por la muerte
buscaron refugio en la montaña
en la semilla enterrada.
La lluvia las libró del olvido y la guerra
volvieron para hacer milpa
para enseñarme a sembrar
para enseñarme a querer
milpa es mi pensamiento
milpa es mi trabajo
milpa son mis hijas
milpa es mi amor…

Caronte

Dejé este mundo un viernes por la mañana.
El cielo y el infierno no existen,
juro que busqué por todos lados.
Dediqué más tiempo
buscando el calor y los demonios:
elección y albedrío.
Pero todo resultó un cuento.
Sin camino
Descansé a la orilla de aquel viejo río.
Caronte vino en su balsa,
por unas monedas de locura
me condujo al único destino posible:
tu cuerpo, tus ojos siniestros
y tu cabello como telón que, sonriente,
clausura el hastío eterno.

Nocturno

Caminar solo
a medianoche en el centro de la ciudad
las calle vacías,
privilegio.
Mientras avanzo voy abrazando miedos
construyendo edificios,
subiendo montañas,
destruyendo la luna,
haciendo el amor.
Si percibo alguna amenaza cercana,
(un posible ladrón, una estrella lacerada,
un certero fantasma)
arrugo la cara, no apresuro los pasos,
tampoco dejo que tu imagen de labios turgentes
se perturbe por un segundo.
Más o menos así es mi camino nocturno,
por eso no me detengo.

Resistencia

Mi espalda es mazorca de maíz
repleta de granos para tu canto
nueve meses milpeando
una década de comunidad y plegaria.
Guardo para tu retorno
un durazno madurando en el árbol
una corona de saúco en flor
en el tapanco de la milpa.
Somos camino de serpiente en resistencia
mano campesina limpiando acordes bajo el sol
marzo solidario, mayo de aguaceros
agosto de un nosotros milenario.
Y ante cualquier cosa por venir
aferramos la vida
al encino más grande sobre la montaña.

Ítaca inexistente

Al borde de la luna
encuentro tus sueños.
Tu viaje es hacia mares oscuros
relatados con lenguaje
de otras galaxias
lejanas, violentas, internas
extintas.
Ítaca sigue siendo inexistente.

Fantasma del amor presente

La dimensión donde los muertos reinan
es aquí
en este salón imaginado con mis manos
adentro el aire es un misterio
un regateo constante
una muestra del otoño que nunca fue
afuera todo es verde
o más bien rojo
y los perros siguen ladrando
olfatean y creen
que tus ojos de verdad existen.

Selección de textos. Roberto Cifuentes Escobar

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