Por KELLI KENNEDY
Agencia AP
Rachael Ray tenía grandes planes para su receso en casa por la cuarentena en el norte de Nueva York. Se imaginaba «un tiempo de renacimiento» en el que releería los clásicos, retomaría sus clases de danés y estudiaría italiano.
«Iba a tomarme más en serio la pintura. Tenía todas estas metas nobles… y nada de eso está pasando», dijo la presentadora de televisión a The Associated Press en una entrevista telefónica.
«Nunca habíamos trabajado tan duro en nuestras vidas», dijo Ray, quien está grabando «#STAYHOME With Rachael» dos días por semana desde su casa.
Su esposo, John Cusimano, ahora hace de camarógrafo, productor, barman e invitado musical. Su adorable pit bull Isaboo es todo el público en el estudio, dijo en broma.
Usa sudaderas y no lleva maquillaje, cocina comidas de bajo costo con lo que consigue en su despensa, como garbanzos y pasta, ofreciendo un vistazo refrescante a su cocina a veces pone el ajo en el lugar equivocado y una sonrisa reconfortante.
«Este es un momento raro. No podría decir que haya un lado positivo… pero hay momentos de descubrimiento cada día», dijo al comienzo de su primer programa desde casa.
Recientemente anunció que sus organizaciones donarán 4 millones de dólares a varias fundaciones benéficas, incluyendo bancos de alimentos y fondos de apoyo para trabajadores de restaurantes despedidos, pues dijo que quería «ayudar a la gente más allá de decir ‘hey, aquí tres cosas que pueden hacer con atún enlatado'».
La mitad del dinero será destinado al rescate de animales. «Muchos de los albergues no pueden mantenerse a flote, no hay trabajadores, los animales están en crisis también», dijo Ray, quien es una amante de los animales.
«Cuando más ganas en la vida, más debes en servicio y más le debes a la comunidad», dijo Ray con determinación. «Es nuestra responsabilidad absoluta cuidarnos unos a otros».
Así responde a la pregunta de por qué está donando tanto dinero. Y, también, teme por su madre.
No le da miedo contraer el virus, está «completamente aterrada» por esa señora siciliana de 85 años que vive al otro lado de la calle.
«Tengo miedo porque es muy dura», dijo Ray. «Quiere una actualización diaria de lo que estás haciendo para ayudar al mundo, en detalle».
Ray creció limpiando camarones y ayudando en la cocina del restaurante de su madre. Pasaban los feriados junto a policías y bomberos alimentando a familias hambrientas. Su familia celebraba al día siguiente.
«Cada feriado era así, había que ayudar».
En sus pocos momentos libres, Ray llama a amigos por teléfono y hace cuscús marroquí con caldo de huesos para su perrita, que complementa con brotes de zanahoria, menta y perejil. Su esposo da un miniconcierto de banjo para Isaboo varias veces al día.
«Se siente tan bien hablar por teléfono, chismear y compartir», dijo Ray. «Me gusta cuánto estamos usando el anticuado teléfono».