Selección de textos: Gustavo Sánchez Zepeda

Encontrar la propia voz es un trabajo de años, pero expresarse a través de diferentes voces (y hacerlo con calidad) es, simplemente, un don. Fernando Pessoa (1888-1935) es el ejemplo máximo del fenómeno de la heteronimia: varios poetas viviendo en un solo poeta. Leeremos algunos de los más importantes.

NADA QUEDA DE NADA. NADA SOMOS
De Ricardo Reis
Nada queda de nada. Nada somos.
Al sol y al aire libre, un poco, nos atrasamos
por lo irrespirable de la tiniebla que pesa sobre nosotros,
por lo húmedo de esta tierra impuesta.
Cadáveres aplazados que procrean.
Leyes decretadas, estatuas vistas, odas ya escritas –
todo tiene su color. Si nosotros, carne
al que un íntimo sol brinda sangre, tendremos
un ocaso, ¿por qué no ellas?
Somos cuentos contando cuentos, nada.
SI MUERO JOVEN
De Alberto Caeiro
Si muero joven
sin poder publicar libro alguno,
sin ver la cara que tienen mis versos en letra impresa,
pido que, si alguien se quiere preocupar por mi causa,
que no se preocupe.
Si así sucedió es que así tenía que suceder.
Aunque mis versos nunca se publiquen
ellos allá tendrán su belleza, si son bellos,
pero ellos no pueden ser bellos y quedar sin imprimir,
porque las raíces pueden estar debajo de la tierra
pero las flores florecen al aire libre y a la vista.
Tiene que ser así por fuerza. Nada lo puede impedir.
Si muero muy joven, escuchen esto:
No fui nunca más que un infante que brincaba.
Fui gentil como el sol y el agua,
profesé una religión universal que sólo los hombres no tienen.
Fui feliz porque no pedí cosa alguna,
Ni procuré creer en nada,
ni creí que hubiese otra explicación
más allá de que la palabra explicación no tiene sentido alguno.
No deseé nada sino estar al sol o a la lluvia –
al sol cuando había sol
y a la lluvia cuando estaba lloviendo
(y nunca a ninguna otra cosa),
sentir calor y frío y viento,
y no pretender ir más lejos.
Una vez amé, pensando que me amarían,
pero no fui amado.
No fui amado por una única razón inmensa –
porque no tenía que serlo.
Me consolé girándome hacia el sol y a la lluvia,
y sentándome otra vez a la puerta de mi casa.
Los campos, a fin de cuentas, no son tan verdes para quienes son amados
como para quienes no lo son.
Sentir es estar distraído.

EN UN DÍA EXCESIVAMENTE NÍTIDO
De Alberto Caeiro
En un día excesivamente nítido,
día en el que quiso la voluntad haber trabajado mucho
para luego no trabajar nada en él,
entreví, como una avenida a través de los árboles,
lo que tal vez sea el Gran Secreto,
aquel Gran Misterio del que los poetas hablan.
Vi que no hay Naturaleza.
Que la Naturaleza no existe.
Que hay montes, valles, planicies,
que hay árboles, flores, hierbas,
que hay ríos y piedras,
pero que no hay un todo al que todo eso pertenezca,
que un conjunto real y verdadera de las cosas
es una dolencia de nuestras ideas.

La Naturaleza es partes sin un todo.
Esto es tal vez el tal misterio del que hablan.
Esto fue lo que sin pensar ni parar
acerté que debía ser la verdad
que todos quieren creer y que no creen
y que sólo yo, porque no quiero creer, creo.

TABAQUERÍA
(FRAGMENTO)
De Álvaro de Campos
No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.
Ventanas de mi cuarto,
de mi cuarto de uno de los millones del mundo que nadie sabe quien es
(y si supiesen quién es, ¿qué sabrían?),
dais al misterio de una calle cruzada constantemente por gente,
a una calle inaccesible a todos los pensamientos,
real, imposiblemente real, cierta, desconocidamente cierta,
con el misterio de las cosas por debajo de las piedras y de los seres,
con la muerte poniendo humedad en las paredes y cabellos blancos en los hombres.
Con el Destino conduciendo la carroza de todo por el camino de nada.
Estoy hoy vencido, como si supiese la verdad.
Estoy hoy lúcido, como si fuese a morirme,
y no tuviese más hermandad con las cosas
que una despedida, volviéndose esta casa y este lado de la calle
la hilera de vagones de un tren, y una partida pitada
desde dentro de mi cabeza,
y una sacudida de mis nervios y un crujir de huesos en la ida.
Estoy hoy perplejo como quien pensó y encontró y olvidó.
Estoy hoy dividido entre la lealtad que le debo
a la Tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera,
y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.

AUTOPSICOGRAFÍA
De Fernando Pessoa
El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que verdaderamente siente.
Y los que leen lo que escribe
en el dolor leído sienten duro,
no los dos dolores que él tuvo,
sino sólo el que ellos no tienen.
Es así como en los palos de la rueda
gira, distrayendo a la razón
ese juguete de cuerda
que se llama corazón.

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