Miguel Flores Castellanos
Doctor en Artes y Letras
El actor, director e investigador de teatro Luis Tuchán, en la década de los ochenta del siglo pasado, a priori expresó que entre el mundo del arte existen tres categorías: los ejecutantes, los intérpretes y los creadores. Si bien esta clasificación fue elaborada para las artes escénicas, es aplicable a las demás disciplinas del arte.
Los ejecutantes son esos artistas que trabajan “por amor al arte”, los que en un momento de su vida les llegó la inspiración, pero que dejan los pinceles para prepararse e ir a la siguiente fiesta. Casi siempre manejan en forma parcial las técnicas (por no decir mediocre) porque hoy en el arte se vale de todo, dicen. Su máxima realización es llegar a dominar las antiguas técnicas del Renacimiento, siguiendo a un ilustre “maestro” local, dentro de los cuales también hay farsantes.
En Guatemala quienes se pueden incluir en esta categoría reciben notoria visibilidad, particularmente en la actualidad a través de las redes sociales, las exposiciones en galerías de arte y las notas de prensa. Suelen tener ideas escasas y regularmente copian o emulan la obra de otros. Si este ejecutante tiene posibilidades económicas, puede llegar hasta representar a Guatemala en la Bienal de Venecia, como sucedió este año. De este tipo de artistas hay muchos, abundan en “eventos culturales de caridad”, y ahora hasta en el mes del Rosario en Santo Domingo. Basta dar un recorrido por esa exposición para enterarse de qué realmente anima a estas personas y sus organizadores, otros ignorantes.
La categoría de los intérpretes, según Tuchán, es un nivel más elevado que el anterior, además de dominar a la perfección la técnica, brillan por su virtuosismo, siguen las reglas y cumplen con todos los preceptos que su disciplina artística requiere. Es apreciado y se convierte en clásico a lo largo del tiempo. Es una lástima que por su afán de estar presente se permita exponer con los ejecutantes y no busque dar un paso más allá.
El último apartado es el de los creadores, situados muy por encima de los ejecutantes y los intérpretes. Son artistas que logran cambios de visión en su disciplina y que por ello son vistos de reojo por todos. Su obra puede no llegar a gustar, solo a unos pocos que logran entenderla y disfrutarla. Su propuesta logra una conexión con un racionalismo consciente, como diría Hegel.
Esta categorización de los artistas expresada por Tuchán sigue siendo válida. Él, que predijo el deterioro del teatro hasta lo más bajo, es el profeta que hizo realidad su vaticinio. En un país donde no existen criterios, ni plataformas de consagración para la gente que se dedica al arte, cualquiera se dice artista por irrumpir en instituciones como el Museo de Arte Moderno o por montar su exposición. Tal es el caso de un conjunto de ejecutantes de escultura (de aquellos de mármol y cincel) que recién inauguró su muestra, Reventazón, a la par de la colección del Museo. Pero estamos en un país sumido en la confusión.
La falta de una política cultural que cumpla las expectativas de los guatemaltecos es un hecho evidente en todos los ámbitos de la cultura, las artes y las humanidades, esto no va a cambiar a un corto o mediano plazo. El Presidente Electo no ha expresado nada en relación al Ministerio de Cultura y Deportes y sus próximos dirigentes. Este ministerio siempre ha sido un puesto político, que se presta a marufias con el deporte no federado.
PD. ¿Qué opina de la esquela del Ministro de Cultura por la muerte de José José difundida por Facebook? Impresionante. Ver para creer.