II PARTE
Fernando Mollinedo C.
Historiador
INDICIOS DE ANEXIÓN. Las Provincias de Guatemala -Centro América- se mostraban dispuestas a gobernarse por sí mismas, sin la intervención de la antigua capital del Reino de Guatemala. El arzobispo de Guatemala, Ramón Casaus y Torres, enemigo irreconciliable con el cura mexicano Miguel Hidalgo y Costilla felicitó a Agustín de Iturbide por su coronación como emperador mexicano.
Agustín de Iturbide en una de sus primeras decisiones al asumir el poder en México fue la de enviar al general Manuel Mier y Terán a investigar la situación de Chiapas y Guatemala sobre su disposición de adherirse al imperio mexicano. El militar le informó que la opinión pública en Guatemala era favorable a la anexión manifestándole como complemento que el plan de independencia de Guatemala es muy vago pues no dice la forma de gobierno que propone a sus provincias. Además, indica en dicho informe que, Guatemala es proclive al régimen republicano, pero tiene en contra a una nobleza que ama sus prerrogativas mucho más que las mexicanas y que el Capitán General es adicto al sistema mexicano.
A partir del 1 de octubre de 1821, se recibieron comunicados del emperador mexicano Agustín de Iturbide instando a la diputación Provincial y al Ayuntamiento guatemalteco como órganos jurídicos reconocidos por la población para que el Antiguo Reino de Goatemala se uniera al Imperio Mexicano aduciendo que “sus mutuos intereses exigen su reunión bajo el plan general que se adopte de común acuerdo en las Cortes o Estados generales que muy en breve deberán congregarse en la capital del Imperio” (López Jiménez, 75)
En tales invitaciones indicó Iturbide que “no tiene por objeto los ataques de una conquista cuyas ideas están desterradas por fortuna del mundo culto, sino ofrecer a ese hermoso reino la alianza más sincera con el imperio de México, el cual lo invita a enviar representantes a las cortes constituyentes que van a convocarse en esta capital…” (Ibid,75)
Sin embargo, en la segunda invitación de fecha 19 de octubre de 1821 Iturbide evidencia su apetito político para anexar el territorio guatemalteco y al final le indica a Gabino Gainza que: “Con ese objeto ha marchado ya y debe en breve tocar en la frontera, una división numerosa y bien disciplinada, que llevando por divisa Religión, Independencia y Unión, evitará todas las ocasiones de emplear la violencia, y solo reducirá su misión a proteger con las armas los proyectos saludables de los amantes de su Patria” (Ibid,78).
Las ideas imperialistas de Iturbide y su interés por anexar Centro América a México encontraron el mejor asidero en el grupo anti-independentista liderado por el Capitán General Gabino Gainza, la nobleza criolla de Guatemala, cuyos exponentes máximos eran el Marqués de Aycinena y toda su familia, y por supuesto, el clero dirigido y gobernado por el arzobispo fray Ramón Casaus y Torres.
ANEXIÓN DE QUEZALTENANGO A MÉXICO. Poco después de haber sido declarada la Independencia de Centro América, en el occidente de la Provincia de Guatemala principiaron a registrarse las tendencias separatistas derivadas de la ambición de mando
El 15 de noviembre de 1821 El doctor don Cirilo Flores y don Antonio Corzo apoyaron la opinión de los quezaltecos, quienes por antipatía con la capital guatemalteca pues querían emerger como un poder económico y político propio se pronunciaron en el mismo sentido que lo hizo Chiapas, es decir por el Plan de Iguala e invitaron a los Ayuntamientos de Suchitepéquez, San Pedro Sacatepéquez el 27 de noviembre; Totonicapán, Huehuetenango el 27 de noviembre; Chimaltenango, Sololá el 23 y La Antigua Guatemala para que declararan su anexión al imperio mexicano.
“El Capitán General dio cuenta, en sesión del 28 de noviembre de 1821, a la Junta Provisional con un oficio del Excmo. señor don Agustín Iturbide, en que contrayéndose al artículo 2º del Acta de 15 de Setiembre, manifestaba: que Guatemala no debía quedar independiente de Méjico, sino formar con aquel Vireinato un grande imperio bajo el Plan de Iguala y tratados de Córdova; que Guatemala se hallaba todavía impotente para gobernarse por sí misma, y que podría ser por lo mismo objeto de la ambición extranjera” (Ibid.35).
EL PROCESO DE ANEXIÓN. El 4 de diciembre de 1821 el síndico Pedro Arroyave lideró a un grupo de personas que pidieron a las autoridades la expulsión de los independentistas José Francisco Barrundia, Pedro Molina y José Francisco Córdova quienes eran opositores a las pretensiones de la anexión a México. Varias provincias declararon su beneplácito para la anexión, entre ellas Santa Ana (El Salvador) Huehuetenango, donde depusieron al alcalde y Santiago Patzicía a nivel administrativo.
Circularon también listas con firmas de ciudadanos proclives a la anexión, entre ellas las de los vecinos del Barrio de San Juan de Dios, la de las religiosas del convento de “Nuestra Señora de los Dolores de Recoletas Descalzas”. Ante esos pronunciamientos, de los cuales fue informado Iturbide, nombró el 27 de diciembre al entonces coronel Vicente Filísola para que “vaya a Guatemala a proteger la unión de Guatemala a México (Ibid.114)
El 29 de diciembre de 1821, ayuntamiento de la ciudad de Guatemala convocó a un Cabildo Abierto extraordinario y declara la unión al imperio mexicano, tal resolución fue comunicada el mismo día al jefe político de la Junta Consultiva de Gobierno; aquí concentramos nuestra observación legal para indicar que los ayuntamientos, desde su creación, no tuvieron ni tienen la facultad constitucional para tomar determinaciones y/o resoluciones de orden nacional puesto que políticamente no son órganos soberanos, por lo anterior, la resolución del ayuntamiento, a la luz del derecho, fue nula ipso jure.
LA FORMALIDAD DE LA UNIÓN O ANEXIÓN. El 1 de enero de 1822, la Junta Provisional Consultiva formada como autoridad máxima, inició el estudio de las proposiciones formuladas por el gobierno mexicano de Iturbide. El acta número 84 de esa sesión, en la cual estuvieron presentes la casi totalidad de los integrantes de la Junta presidida por el presidente Gabino Gainza, Mariano Beltranena, José Valdés, José Cecilio del Valle, Antonio Rivera Cabezas, J. Mariano Calderón, presbítero Alvarado de Costa Rica y Miguel Larreinaga, no fue publicada y según el autor Ramón López Jiménez se encuentra en el Archivo General de Centro América.
En el acta de la sesión número 85 de fecha 3 de enero de 1822 se trató el punto que Iturbide propuso a Guatemala el cual consistió entre otras cosas la elección de diputados que irían al Congreso de México en representación de Centro América.
Mariano de Aycinena proclive a la anexión, en oficio dirigido al emperador Iturbide le manifiesta entre otras cosas: “la conveniencia de sacar de aquí honrosamente, al auditor de guerra. Don José del Valle, que lo seguían, los curas Calderón y Alvarado, han querido entorpecer la declaratoria con varios pretextos, y aunque, ayer noche por. los excesos de los votos contrarios convinieron en la unión, hoy todavía intentaron menear aquel punto acordado, y no pudiendo lograr sus primeras miras se ocupan en fijar diversas condiciones que ignoro” (López Jiménez, pág.147).
“El día 5 de enero de 1822, la Junta Consultiva Provisional de Gobierno celebró dos sesiones; una en la mañana, la número 88 y otra en la tarde la número 89. En la primera (88) el presidente Gabino Gainza abrió la sesión comenzando por leer un papel manifestando que era fatal la división de las provincias y señalaba los peligros que esto podría acarrear a la causa de la “unión” con México” (López Jiménez, pág.161).
La Junta Consultiva Provisional acordó que, al estar ya vistas las respuestas positivas contenidas en las actas de los ayuntamientos de las provincias, no era necesario volver a contarlas, opinión que hizo valer el Marqués de Aycinena, verdadero responsable de las maniobras de la Junta Consultiva Provisional que decretó el mismo día de la sesión 89 la anexión a México cuya acta también fue redactada por José Cecilio del Valle.
El acta original de la sesión número 89 donde consta la anexión a México NO puede ubicarse en el Archivo General de Centro América pues desapareció y nadie supo cuándo ni cómo se extravió, pero SÍ EXISTIÓ, fue publicada en su época en enero de 1822, en la ciudad de Guatemala y también en la ciudad de México en donde posiblemente aún se encuentre en algún archivo.
LA OPOSICIÓN SALVADOREÑA. El ejército protector mexicano estacionado en Chiapas al mando de Vicente Filísola entró a territorio guatemalteco el 12 de junio de 1822 con más o menos 600 soldados y su misión fue pacificar a la población salvadoreña que se mantenía en el criterio de negarse a ser anexada a México. La anexión a México suponía frustrar los intereses comerciales de la oligarquía salvadoreña, que era la más interesada en una eliminación efectiva del dominio colonial por parte de España y Guatemala.
Después de varias negociaciones, el 10 de septiembre de 1822 se firmó un convenio que entre otros contenía la aceptación de enviar diputados al Congreso de México y el reconocimiento de los territorios de San Miguel, Usulután, San Alejo y Gotera, la ciudad de Santa Ana y los pueblos de Chalchuapa y Coatepeque como territorios guatemaltecos.
Para inicio de 1823 los terratenientes salvadoreños aceptaron las condiciones del jefe mexicano y por ese mismo tiempo el general Santa Anna se insurrectó contra Iturbide y el imperio mexicano principió a sucumbir, lo que significó para Vicente Filísola pensar en un retiro honroso del territorio centroamericano.
El 29 de marzo de 1823 Vicente Filísola convocó de forma extraordinaria a la Diputación Provincial y les hizo saber de la reinstalación del Congreso en México y manifestó: “estoy viendo con toda claridad la horrorosa anarquía en que se halla Méjico, y para salvar de ella a Guatemala no encuentro otro arbitrio que el que se contiene en el decreto que tengo el honor de presentar” (Marure, pág. 54)
Ese decreto era el de convocatoria para la instauración del Congreso en Guatemala, de acuerdo con lo estipulado en el Acta del 15 de septiembre de 1821. Dicho Congreso se instaló el 25 de junio de 1823 con 41 diputados, los miembros de la Diputación Provincial y las autoridades civiles, militares y eclesiásticas, correspondiendo al arzobispo fray Ramón Casaus y Torres oficiar la misa pontifical.
El 1 de julio de 1823 ya en la sede del Congreso (hoy Museo de la Universidad de San Carlos, Musac), se inició la sesión donde se eligió al doctor José Matías Delgado como presidente de la mesa directiva quien inició la actividad diciendo: “El Congreso está solemnemente constituido e instalado” y emitieron el decreto de independencia absoluta de las Provincias Unidas del Centro de América.
El decreto contiene cuatro párrafos que forman una introducción razonada; dos considerandos, y una declaración solemne contenida en tres puntos, siendo en el primer considerando donde estipula que las provincias, representadas en esta Asamblea son libres e independientes de la antigua España, de México y de cualquiera otra potencia, así del antiguo como del nuevo mundo; y que no son ni deben ser el patrimonio de persona ni familia alguna. (Documentos Fundamentales de la Independencia, pág. 23)
En el tercer considerando se le da el nombre de Provincias Unidas del Centro de América a la nueva patria que declaró su independencia por medio del acta suscrita el 15 de septiembre de 1821.