Fernando Mollinedo C.
Historiador

INTRODUCCIÓN: Inició el mes de septiembre, en el imaginario nacional es el mes de la patria, época de rendirle honores a los símbolos patrios y recordar a los personajes denominados próceres que el día 15 de ese mes del año 1821 firmaron un acta de emancipación política con respecto a España; ese acto inició la aparente vida independiente en materia política, económica y social.

El presente trabajo está destinado al público lector del SUPLEMENTO CULTURAL de LA HORA, a los estudiantes universitarios, a los alumnos del nivel Básico y Diversificado del sistema escolar guatemalteco y a la población en general a efecto de ofrecerles un acercamiento a la historia de cómo, cuándo, dónde, el qué, para qué y sus protagonistas en esa gesta libertaria que dejó una cauda de confinamiento, exilio, cárcel y muerte de quienes en su afán de vivir libres de yugo español (impuestos, administración pública en manos españolas, imposición religiosa, comercio monopólico) generaron pensamientos de liberación que en su oportunidad fueron reprimidos por la fuerza de las armas e incluso con castigos de excomunión católica.

El calendario cívico de los guatemaltecos reconoce fechas muy importantes de nuestra Historia, pero ignora algunas otras que pasan desapercibidas y que es necesario que sean del conocimiento público para entender el proceso independentista que nos ubicó como libres dentro del contexto de naciones.

Los antecedentes de la independencia han sido objeto de numerosas investigaciones que muestran el rigor de las autoridades coloniales españolas para sofocar la idea de la burguesía criolla y su necesidad proyectada a la construcción de una nueva república acorde a los intereses de poder económico y social (comerciantes, políticos, religiosos y algunos empleados traidores a la corona española).

Es obligatorio hacer notar que en la población de la Provincia de Guatemala era de 661,000 habitantes y como capital colonial era la mejor organizada administrativamente, también poseyó el monopolio intelectual debido a que en su territorio se encontraban concentradas las principales instituciones culturales; el sector de los pueblos originarios (indígenas) era superior al de la elite de los peninsulares y criollos quienes detentaban el poder político, económico, social y religioso en la Capitanía General del Reino de Guatemala; el sector mayoritario en ningún momento fue tomado en cuenta para las sesiones, deliberaciones y postreros actos para obtener la independencia nacional.

INDEPENDENCIA DE TUXTLA, COMITÁN Y CIUDAD REAL. La Historia nos refiere el antecedente del Jefe Político Brigadier Gabino Gaínza cuando el jueves 13 de septiembre de 1821 recibió un paquete de correspondencia venido por correo extraordinario que contenía los oficios de los Ayuntamientos Constitucionales de Ciudad Real, Comitán y Tuxtla en los que comunicaron haber proclamado y jurado su Independencia de España e invitaron a que se hiciera lo mismo en el Reino de Guatemala.

Gabino Gaínza intuyó que dicha información podría provocar una insurrección de las provincias de Chiapas, Quezaltenango, Comayagua, El Salvador, Chiquimula, Totonicapán, Sololá y otros pueblos, por lo que, ese mismo día comunicó a los Diputados Provinciales, Sacerdote y Doctor José Matías Delgado, don Mariano Beltranena, el Sacerdote Manuel Antonio Molina, el Licenciado don Antonio Rivera Cabezas y don José Mariano Calderón e informarles respecto de la decisión de Ciudad Real, Comitán y Tuxtla. Por consejo de Mariano Gálvez quien fungió como consejero privado de Gaínza se convocó a una junta pública para el sábado 15. Todos estuvieron de acuerdo para celebrar la junta pública y extraordinaria en el Palacio de Gobierno, para lo cual el viernes 14 de septiembre circularon las invitaciones desde la ocho de la mañana. (Zamora, pág.106)

Uno de los objetivos del Capitán General Gabino Gaínza fue el de hacer del conocimiento de la administración de Gobierno, la Curia, algunos profesionales y comerciantes (la élite guatemalteca) la noticia independentista de los territorios de Tuxtla, Comitán y Ciudad Real, con la esperanza que la mayor parte de asistentes se pronunciaran en favor de seguir bajo la monarquía española.

La información de todo este movimiento político no llegó hasta la mayoría de la población puesto que por su esclavitud no tuvieron acceso a las escasísimas escuelas que eran privilegio para los hijos de los españoles, criollos, mestizos y algunos comerciantes; por lo tanto, no sabían leer ni escribir y no se enteraban de las leyes o reglamentos emitidos por medio de Bandos para comunicarlo a ese segmento de la población. El 15 de septiembre de 1821 al igual que en estos tiempos modernos (2019) se dio el fenómeno del acarreo de personas de los barrios aledaños a la capital (especialmente del Pueblo de Indios de Jocotenango) hacia el Palacio de los Capitanes Generales donde se desarrolló la junta pública para que hicieran “bulla” pues los independentistas aprovecharían tal reunión para convencer a los funcionarios públicos y eclesiásticos de la conveniencia de la independencia.

LA SESIÓN Y REDACCIÓN DEL ACTA. El 15 de septiembre de 1821 se inició la sesión con la intervención del Brigadier Gaínza quien manifestó la conveniencia de hacer una votación para “palpar” entre los presentes las diversas opiniones en caso de haberlas, después la lectura de las actas de Chiapas;

VOTOS EN CONTRA. José Cecilio del Valle quien fungió como Auditor de Guerra durante los últimos años de la Corona y manifestó en su discurso la necesidad y justicia de la independencia, concluyendo que, no convenía la declaración de Independencia hasta no tener el voto de las provincias que no estaban presentes. Hubo participación de otros oradores en favor y en contra de proclamar la independencia, y al discurso de José Cecilio del Valle se adhirieron el Arzobispo Fray Ramón Casaus, los oidores Don Miguel Moreno y Don José Valdés, el comandante del cuartel del Fijo Don Félix Lagrava, Fray Luis Escoto, Prelado de Santo Domingo, Don Juan Bautista Jauregui, Capitán de Ingenieros, Don José Villa Fañe, y otros notables pertenecientes al partido anti independiente. En pocas palabras votaron en contra de la independencia.

VOTOS A FAVOR. Fue el Canónigo Don José María de Castilla quien habló de los beneficios de la libertad y la independencia mocionando a efecto de que la independencia se proclamara en esos mismos instantes; moción que fue aplaudida y secundada por el Dean Doctor Don Antonio García Redondo, el Regente Don Francisco Bilches, los Oidores Don Miguel Lareinaga y don Tomás O-Horán, los doctores Don Mariano Gálvez y Don Serapio Sánchez, diputados por el Claustro, Don José Francisco Córdova y Don Santiago Milla por el Colegio de abogados; Don Antonio Rivera Cabezas, Don Mariano Beltranena, Don J. Mariano Calderón, el Presbítero y Doctor Don Matías Delgado, Don M. A. Molina, Individuos de la Diputación Provincial; Don Mariano Larrave, Don José Antonio Larrave, Don Isidoro de Valle y Castriciones, Don Pedro Arroyave y Don Mariano Aycinena, miembros del Ayuntamiento; Don Lorenzo Romaña, Secretario del Gobierno y don Domingo Diéguez, Secretario de la Junta; Fay Mariano Pérez, Prelado de los Recoletos, Fray José Antonio Taboada, Prelado de los Franciscanos, y otros.

EL ACTA DE INDEPENDENCIA: fue asentada en papel sellado del valor de un cuartillo de real, correspondiente al bienio de los años 1820-1821, redactada en su protocolo de abogado por José Cecilio del Valle y firmada por Gabino Gaínza, Mariano de Beltranena, José Mariano Calderón, José Matías Delgado, Antonio de Rivera, Manuel Antonio de Molina, Isidoro de Valle y Castriciones, Mariano de Larrave, José Antonio de Larrave, Mariano de Aycinena, Pedro de Arroyave, José Domingo Diéguez secretario y Lorenzo de Romaña, secretario.

La Diputación provincial y el ayuntamiento fueron considerados “como órganos legítimos de la voluntad pública” (Marure, pág. 24) y en base a ello acordaron los puntos que contiene el ACTA del 15 de septiembre de 1821. En la misma dispusieron convocar a las provincias para que eligieran a sus representantes que integrarían el Congreso de la nación, órgano al cual correspondería acordar la forma de gobierno y la ley fundamental que la rigiera. José Cecilio del Valle ofreció redactar el acta.

ANÁLISIS DEL ACTA. 1) Un aspecto importante de analizar es la exclusión expuesta en el artículo primero del Acta de Independencia donde dice: “… sin perjuicio de lo que determine sobre la independencia el Congreso, el Señor Jefe Político, la mande publicar para prevenir las consecuencias que serían terribles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”. Eso indica que la mayoría de la población indígena, negros, artesanos y otros grupos mayoritarios de la población no fue tomada en cuenta, que fue un acto eminentemente clasista burgués y urbano; además, se convocó a las autoridades civiles, militares y eclesiásticas.

2) De la lectura y análisis de la redacción del Acta de Independencia, se desprende que en ninguna parte del texto hay una declaración específica que manifestara que a partir del 15 de septiembre el Reino de Guatemala se independizaba de España, pues postergaba la declaración de independencia hasta que el Congreso convocado en la misma Acta lo declarara.

3) En otras palabras, verdadera independencia no hubo; el Acta del 15 de septiembre no proclamó la independencia, lo comprueba y confirma el inciso 16º de la propia acta, cuando dice textualmente: “Que el señor Jefe Político, de acuerdo con el Excelentísimo Ayuntamiento, disponga la solemnidad y señale el día en que el pueblo deba hacer la proclamación”.

Es decir, QUE NO HUBO DECLARACIÓN NI PROCLAMACIÓN DE LA INDEPENDENCIA, lo cual pudo tomarse como una medida dilatoria en favor de la administración española para que dicho acto fuera objeto de impugnaciones jurídicas o bien para restituir el orden monárquico en los días subsiguientes.

4) ¿Por qué no fue el diputado José Francisco Barrundia quien redactó el Acta de nuestra independencia? ¿Por qué no fue el doctor Pedro Molina o el licenciado Mariano Gálvez, por qué la redactó el licenciado José Cecilio del Valle y no la firmó? Posiblemente la redacción del Acta haya comenzado muy tarde y por eso no la terminó el mismo día 15, pues fue el día siguiente que fue firmada en casa de Gaínza.

El acta de independencia fue avalada oficialmente con la firma del señor Lorenzo Romaña quien fungía como secretario del Gobierno y José Domingo Diéguez secretario de la Diputación Provincial. Es decir que la responsabilidad oficial fue asumida por los representantes de las instituciones que tenían poder discrecional ejecutivo para expresar la voluntad popular.

 

Presentación

Hace mucho tiempo que los maestros de la sospecha nos han puesto en guardia sobre la lectura de la historia.  Conviene, según la fuerza de su estímulo, poner entre paréntesis lo que ha sido escrito hasta ahora y, además de hacer una crítica textual despiadada, a sabiendas de las ideologías subyacentes, reescribirla para desvelar los verdaderos acontecimientos e intenciones reales de sus protagonistas.

Es lo que intenta el historiador Fernando Mollinedo con el texto titulado, “Anexión de Guatemala a México. ¿Independencia? ¿Cuál Independencia?”.  El propósito del estudioso consiste en ayudar a comprender a los lectores las causas de la independencia, el protagonismo de sus actores y las vicisitudes y accidentes del acontecimiento patrio.  En esa dirección, hace justicia a un evento en que, como ha sido hasta ahora, la ciudadanía ha estado al margen del actuar político.

Lo confirma cuando explica lo siguiente:

“Un aspecto importante de analizar es la exclusión expuesta en el artículo primero del Acta de Independencia donde dice: “… sin perjuicio de lo que determine sobre la independencia el Congreso, el Señor Jefe Político, la mande publicar para prevenir las consecuencias que serían terribles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”.   Eso indica que la mayoría de la población indígena, negros, artesanos y otros grupos mayoritarios de la población no fue tomada en cuenta, que fue un acto eminentemente clasista burgués y urbano; además, se convocó a las autoridades civiles, militares y eclesiásticas”.

Con el texto de Mollinedo, presentamos las contribuciones de Karla Olascoaga y Miguel Flores.   Hay en la edición, poesía, cuento, crítica de arte y texto epistolar.  Conoce nuestra intención de llegar hasta usted para favorecer la crítica, estimular el pensamiento y provocar el interés hacia temas diversos para el cultivo de su espíritu.  Cada semana es un gusto sentirnos parte de su lectura sosegada luego de una semana de labor y entrega por la construcción de un mundo mejor.  Es bueno compartir la vida.

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