El artista venezolano Carlos Cruz-Diez posa dentro de la estructura "Chromosaturation" durante una presentación de su exposición "Carlos Cruz-Diez: (In)formed by Color" en la Americas Society en Nueva York. Foto la hora: Mary Altaffer/Ap.

Por JORGE RUEDA
CARACAS
Agencia (AP)

El venezolano Carlos Cruz-Diez, maestro del arte cinético y considerado uno los principales artistas vanguardistas latinoamericanos de todos los tiempos, falleció. Tenía 95 años.

Cruz-Diez murió en París, se informó tanto en su página web oficial como en las redes sociales de su fundación y su atelier.

“Los homenajes serán realizados en la estricta intimidad de su familia”, se indicó.

No se especificó la causa del deceso, pero según el diario El Nacional y otros medios venezolanos, el artista murió de causas naturales.

Su fallecimiento generó numerosas reacciones de pesar. El ilustrador venezolano Eduardo Sanabria, conocido como EDO, homenajeó a Cruz-Diez con una caricatura en la que aparece el artista en el cielo, con una guitarra en la mano, junto a otro de los maestros del arte cinético, su compatriota Jesús Soto, que murió en el 2005 en París.

Por su parte, el líder opositor y presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, también lamentó la muerte del artista.

Asimismo, el escritor venezolano Leonardo Padrón tuiteó que “nadie supo entender el misterio del color como él. Es uno de los grandes de nuestra historia. Su obra venció a la muerte hace ya muchos años”.
El equipo de béisbol Marlins de Miami guardó ayer un minuto de silencio en memoria de Cruz-Diez previo al partido en contra de los Diamondbacks de Arizona en su estadio de Miami, donde hay una obra del artista, reportaron medios deportivos.

La obra de Cruz-Diez es ampliamente conocida por sus experimentos con el color, la forma y los efectos ópticos, representados a través de enormes instalaciones, así como murales grandes y pequeños.

Nacido en Caracas el 17 de agosto de 1923, Cruz-Diez integró junto a sus compatriotas Alejandro Otero, Juvenal Ravelo y Soto el movimiento cinético de Venezuela, que surgió a mediados de 1950 y en las décadas siguientes se convirtió en una de las expresiones artísticas más destacadas de América Latina.

Inició su carrera en la Escuela de Bellas Artes de Caracas y, tras graduarse, trabajó como director artístico de la agencia de publicidad McCann-Erickson y como ilustrador para el diario venezolano El Nacional.

En 1957, luego de viajar por París y Nueva York, fundó en la capital venezolana el Estudio de Arte Visual, una escuela de artes gráficas y diseño industrial. Dos años después se trasladó a París, donde empezó a experimentar con el arte cinético mientras enseñaba en la Université d’Enseignements et de Recherches.

En 1965 fue nombrado asesor del Centro Cultural Noroit en Arras, Francia. A comienzos de la década de 1970 se desempeñó como profesor en la Escuela Superior de Bellas Artes y Técnicas Cinéticas en París, una ciudad que amó y donde trabajo y vivió con su familia. En el 2008 adquirió la nacionalidad francesa.

Los artistas venidos de países de inmigrantes, «con una historia reciente, teníamos la capacidad de ser irreverentes, crear nuevos discursos y así, cada uno a su manera, encontramos formas distintas de darle nuevos soportes al arte», afirmó.

En Venezuela, la obra de Cruz-Diez mantiene una estrecha comunión con la arquitectura y el urbanismo que se desarrolló a partir de la década de 1970, en la que Caracas terminó de dar el salto definitivo de ciudad casi rural a una de las más cosmopolitas de la región.

Siempre calificó su trayectoria artística como una búsqueda para «dar una noción al mundo cromático… Como una investigación permanente».

Sus estructuras espaciales _»Chromostructure»_ dieron origen a lo que se conoce como «Physichromie», «Transchromie», «Induction Chromatique», «Couleur Additive», y «Chromosaturation». En sus obras dejó muestras de que el color, al interactuar con el observador, se convierte en un acontecimiento que trabaja por cuenta propia y es capaz de irrumpir con fuerza en el espacio sin la ayuda de la forma, sin necesidad de relatos, anécdotas, sin necesidad de símbolos.

Sus obras, saturadas de luz, color y movimiento, engalanan el desenfrenado ritmo de varias ciudades del mundo. Los venezolanos han tenido el privilegio de admirar muchas de sus obras más sobresalientes como parte del ornato de aeropuertos, puertos, plazas, estaciones del tren metropolitano, teatros, calles y avenidas.

La obra “Cromointerferencia de color aditivo” de Cruz-Diez, que se instaló en 1978 en los pisos de la entrada del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía, se ha convertido en el símbolo de muchos de los venezolanos que han migrado como consecuencia de la crisis que golpea al país suramericano.

Entre sus muchas condecoraciones y premios destaca la orden de Comandante de las Artes y las Letras de Francia, otorgada en el 2002.

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