Acto de inauguración del pabellón de Guatemala en la Bienal de Venecia de 2018, con la presencia del ministro José Luis Chea Urruela.

Miguel Flores

Casi de facto el desarrollo y difusión de las artes visuales ha quedado en manos del sector privado y eso se presta a crear una falsa imagen del desarrollo de este tipo de manifestación artística, pues se está a merced de la manipulación del mercado del arte, hábil manipulador de capitales.

Para Pierre Bourdieu existen varios tipos de capitales, el cultural, que se mide a partir de las habilidades y conocimientos especializados que confieren un diploma, el cual es un tipo de capital cultural institucionalizado por el Estado a través de rituales de consagración (las graduaciones), que separa a los más calificados de los menos. Los demás tipos de capital cultural son el objetivado (posesión y uso de bienes culturales como obras de arte, libros, discos, etc.) y el incorporado (hábitos, percepciones y gustos modelados por los niveles de escolaridad).

Existe lo que este sociólogo francés llama el capital social, que lo constituyen las redes de contactos durables que permiten a las personas escalar posiciones más convenientes en el espacio social. Finalmente existe el simbólico, el tipo de capital que tiene la capacidad de convertir un capital en otro, por ejemplo, el capital cultural en prestigio social. Estos tipos de capital pueden ser heredables o adquiridos en forma individual. (Flower y Zabaleta, 2015).

Un ejemplo de este juego estratégico es la participación de Guatemala en la 58ª. Bienal de Venecia. El comisionado por el país es el ministro de Cultura y Deportes, Elder de Jesús Suchité Vargas, con la exposición denominada Interesting State (sic), la curadora Stefania Pieralice (¿?) y los artistas: la pintora Elsie de Wunderlich y el tatuador italiano Marco Manzo (¿?), ambos se presentarán en el Salón de Conciertos del Palacio Albrizzi Capello.

Elsie de Wunderlich no podría catalogarse de representativa del arte actual del país. Sus estudios estéticos dan por resultado una obra modernista que asimila técnicas del siglo XX y una temática banal. Un tipo de obra de cómo los sectores acomodados ven a Guatemala, ofreciendo una visión equivocada. Esta no es la primera vez que la señora Wunderlich participa en la Bienal de Venecia, lo hizo también en el 2018 y ahora repite.

Lo sorprendente es la inclusión de Marco Manzo, según la página web oficial de la Bienal, un tatuador italiano, afamado por su trabajo sobre la piel. Su sitio web lo presenta como precursor del estilo ornamental. La curadora Stefania Pieralice se autodefine como curadora, crítica y periodista. Es la segunda vez que cura una exposición para el pabellón de Guatemala en la Bienal, lo hizo en el 2015 y también para una bienal de arquitectura. Ahora surge la pregunta ¿Qué habrá visto esta señora del arte guatemalteco? ¿Solo lo que se presenta en el Instituto Italiano de Cultura?

Es sorprendente que el Ministerio de Cultura y Deportes represente de esta forma el arte del país. Es evidente el desconocimiento del panorama actual del arte visual. Una vez más, las fuerzas del poder económico manipulan a un ministro no idóneo para satisfacer un ego personal de alguien con los recursos financieros para darse el lujo de exponer su obra. Participar en la Bienal de Venecia es caro, fondos que el ministerio no cuenta. Sus organizadores piden que la obra se sitúe directamente en los espacios, no pagan transporte de la obra, lo hace el artista o los gobiernos. No pagan estadía a los artistas.

Esta participación de Guatemala en Venecia, llora sangre, y lo peor es que se hace con el aval y participación del propio Estado.

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