Mayulí Biéri /Esposa de Humberto Ak’abal

Me hice adulta a tu lado, aprendí mucho, me deslumbró tu inteligencia, tu cultura, tu sabiduría, tu valor, tu sencillez. Enamorada, dejé todo y uní mi vida a la tuya. Tu cariño, tu alegría, tu sensibilidad poética, tu apertura y curiosidad hacia el mundo me dejó profundos recuerdos. Cómo me gustaba cuando me hacías reír. Nuestro retoño vino a llenar de luz nuestra vida. Tenías mucho carisma, un carácter fuerte.

No fue fácil, las dificultades enfrentadas fueron numerosas, muchas las superamos, otras no pudimos.

Toda tu vida tuviste que luchar contra vientos y mareas, para dejar volar tu propia voz. El amor a la poesía fue la luz que guio toda tu vida. Fue tu terapia, tu refugio, tu desahogo, tu consuelo, tu entrega. Tu poesía te llevó por el mundo, tejiste amistades profundas, nos contabas anécdotas apasionantes al regreso de cada viaje. Fuiste el mismo donde sea que te encontraras. Te recibían en hoteles de lujo, charlabas con grandes intelectuales, eras invitado a dar cursos en universidades prestigiosas. Luego, regresabas a nuestra humilde casa, viajabas en las camionetas, caminabas a pie por el pueblo y hablabas con todos, siempre sencillo.

Me recuerdo cuando rechazaste el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias. Cuánto valor requería esa decisión en un momento donde justamente nuestra familia tenía dificultades económicas. Qué tristeza ver que algunos de tu propia gente no entendieron tu decisión. Fallaron en brindarte el apoyo moral que tanto hubieras necesitado para enfrentar las acerbas críticas, las burlas y el ostracismo de la supuesta elite intelectual de Guatemala. Sin embargo, siempre respetaste la creación literaria del Premio Nobel. Tuviste la sabiduría de separar, el valor literario de la obra de Asturias, del carácter profundamente eugenista de su tesis, que aceptó reeditar a los 72 años sin retractarse de su visión degradante a los indígenas.

Tuve el privilegio de escuchar tus poemas y textos cuando me los leías y los estabas trabajando. Las pláticas eran apasionadas sobre todo tipo de temas. Toda tu vida era como una novela apasionante, aunque también desgarradora. Te admiré mucho, me impresionabas. Tu ausencia dolorosa es un vacío lleno de tu presencia invisible. Cómo haces falta en este mundo. Tu voz se quedó en tus libros, en algunos papeles esparcidos… y en mi corazón.

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