Juan Manuel Castillo1
Periodista. Integrante de los grupos Cucuruchos Seculares y del programa radial Memorias del Cucurucho
Desde hace algunos años las redes sociales se han posicionado como ese espacio virtual que permite la interacción, propicia el debate, la discordia y promueve la divulgación mediática de la información, con o sin filtro. También permite la descalificación anónima y otorga voz a los no escuchados. Desde luego que la Cuaresma y Semana Santa en Guatemala no escapa de esa puesta en palestra.
Diversas investigaciones hacen alusión de la penetración del internet en el país y el uso de redes sociales. El estudio “Digital in 2018 de We are Social Hootsuite”, arroja que Guatemala cuenta con 7.2 millones de usuarios en la red social Facebook. El 94% de estos puede acceder a su cuenta de un teléfono inteligente. El documento da cuenta que la penetración estimada de acceso a internet es del 42%.
El estudio iLifebelt 2018 refiere que en la región Centroamericana el 81.30% de los usuarios con acceso a internet tienen una cuenta de Facebook, 79.80% utiliza WhatsApp y un 33.80 % Instagram.
Pero ¿Qué tiene que ver esto con la Cuaresma y Semana Santa en Guatemala? Para esta pregunta hay una diversidad de respuestas. Desde luego que las redes sociales, como herramienta de comunicación y difusión no son ajenas a las manifestaciones públicas de fe, durante el período litúrgico de la Cuaresma.
En las redes sociales coexisten diversos grupos que hacen mención y referencia de las tradiciones de la época. En ese contexto es imperativo hablar de las repercusiones positivas y negativas que tiene el acceso a estas tecnologías en el marco de la difusión de estas manifestaciones de piedad popular.
En la red social Facebook hay decenas de fan pages dedicadas a hablar de las procesiones guatemaltecas no solo en este período litúrgico.
Grupos como Cucuruchos en Facebook, con 4 mil 900 miembros, Memorias del Cucurucho/Casa de Oro, con 3 mil 800 seguidores, son solo algunos ejemplos que podremos encontrar en un mar de interacción alrededor del tema. El hashtag #Cuaresmagt en Instagram contaba, al momento de redactar este texto, con 3 mil 964 publicaciones, cuyos alcances fácilmente se multiplican y crecerán conforme a la cercanía de los días grandes.
En ese contexto vemos que una gran cantidad de cibernautas son expuestos, muchas veces sin intención, a fotografías, videos y otras publicaciones que hacen mención de la Cuaresma y las tradiciones en el país.
Desde luego que las redes sociales contribuyen a darle exposición a las tradiciones de la época y representan una ventana al mundo para divulgar estos colores y sabores que tantas pasiones despiertan, puesto que el uso de las tecnologías permite a propios y extraños acercarse a la Cuaresma y Semana Santa, como un elemento de identidad nacional, a pesar de la distancia.
No obstante sería irresponsable hablar de las bondades de estas herramientas, sin cuestionar algunos de sus usos. Desde luego que la crítica, como elemento de construcción de diálogo y generación de opinión es necesario en tiempo de redes, pero ¿Qué tanto construimos?
Durante este periodo litúrgico las redes sociales se convierten en una batalla campal, donde el común denominador es la descalificación y falta de tolerancia, entre aquellos que aman y los que odian las procesiones.
Este tipo de ataques no contribuyen en lo absoluto a generar un debate de altura en el marco del respeto que contribuya realmente a construir una mejor Cuaresma y Semana Santa.
Por otro lado ese sentido destructivo muchas veces proviene del mismo “devoto”, quien algunas veces desde el anonimato, encuentra en las redes sociales una oportunidad inmejorable para hacer catarsis y esbozar las más burdas descalificaciones y ataques en contra de otros cucuruchos o bien de hermandades y asociaciones de pasión.
Este tipo de reacciones tienen su génesis en la sobre sensibilidad y censura con la que algunas asociaciones de pasión reciben la crítica. Desde luego que cerrarse a esta no contribuye a abrir espacios de diálogo y analizar aquellos elementos mejorables de la Cuaresma y Semana Santa, pero también es cierto que no es posible construir desde la hostilidad.
En ese sentido es imperativo construir desde las redes sociales y hacer un llamado de atención a quienes destruyen desde estas mediante la descalificación, el insulto y los cada vez más habituales “memes” que solo satirizan y ridiculizan una Semana Santa que nos pone en el mapa ante el mundo, que genera divisivas por concepto de turismo, reactiva la economía y propicia la recuperación de los espacios públicos desde la cohesión social.
Las redes sociales como cualquier otro aporte tecnológico contemporáneo, debe constituirse como una herramienta que edifique y construya, desde luego en el marco de un diálogo respetuoso y multisectorial, una mejor Cuaresma y Semana Santa.