Miguel Flores
Las letras en Guatemala aún están de luto. La muerte de Humberto Ak’abal en un hospital nacional permite ver la fragilidad de la mayoría de los creadores ante asuntos vitales como la salud. Este consagrado escritor nacional, reconocido a nivel mundial, no merecía una muerte así. Al duelo se suma la partida de Víctor Hugo Cruz, un dramaturgo que dejó su huella también en la literatura guatemalteca, a pesar de la situación del teatro en el país, que prefiere la obra fácil.
Simultáneamente, surgen dos personajes para la literatura nacional: Cesar Yumán, como novelista y Christian Luna Castro como poeta.
César Yumán presentó su libro, Me dicen zombbie, en la Universidad Rafael Landívar, en cuyo panel de presentación estuvieron el poeta Matheus Karr y la investigadora de literatura, Aida Toledo. Esta obra, a decir de los panelistas, es el ejemplo de un nuevo rostro de la novela guatemalteca y una generación que empieza a emerger. Muchos de ellos incluso con formación académica (Yumán es egresado de la Licenciatura en Letras y Comunicación de la Universidad del Valle y estudiante de la Maestría en Literatura Hispanoamericana de la Universidad Rafael Landívar).
La nueva novela es compleja, perfila personajes en la ciudad desde lo que podría denominarse el neogótico. Son personajes estrafalarios que parecen salidos de videojuegos y que entremezclan diversos tipos de textos como los correos electrónicos o post de Facebook junto a una narrativa que, además utiliza citas a pie de página, de la forma en que se hace en los textos académicos. La visión de una ciudad en pleno caos, no muy alejada de la realidad actual, expresó Toledo.
Un elemento importante es que este autor tiene claro su objetivo de ser un escritor y conoce el campo literario, sus vericuetos y sus capillas sacrosantas. Con mirada inquisitiva, visualiza todo ese entramado unido por la connivencia. Estos nuevos escritores se abren paso solos, con alianza incondicionales. Algo similar sucede en las artes visuales, como por ejemplo el Proyecto Ultravioleta.
Por otro lado, en Quetzaltenango se ha premiado al joven poeta, Christian Andrés Luna Castro, en el Certamen de poesía joven Laura Damian, por su propuesta “Bestias, míralas”. La publicación de esta obra ganadora permite visualizar las inquietudes de jóvenes del siglo XXI. En el caso de Luna, también los seres esperpénticos son una visión de bestias que conviven con el ciudadano.
Esta generación de creadores sabe que está huérfana, que los artistas tienen que subsistir solos, sin ni siquiera la ayuda del Estado plutocrático. Un escritor incluso puede ser cuestionado por el contenido de sus textos, lo que le cierra las puertas de posibles entidades patrocinadoras, porque no entienden las nuevas corrientes literarias, un ejemplo de ello fue el premio de novela antes patrocinado por el BAM.
Es esperanzador que en las universidades del país donde existe la carrera de Letras, las aulas no están vacías y que una nueva generación de escritores está forjándose. El lector guatemalteco debe de conocer estas nuevas obras y no quedarse con los best seller de moda.