Gustavo Bracamonte
Poeta
La última vez que nos propusimos alcanzar los sueños de escritores, Carlos René brindó con una miniatura de vino, desenroscó la botellita como si lo hiciera con las palabras que se escriben en una novela, con cuidado y mucha entereza para saborear después el brebaje que produce en el alma un poema o una novela.
Después que salió del hospital le dije a Carlos René que escribiera su quinta novela, únicamente esbozó una sonrisa, parece ser que había iniciado a escribir, no sé si la quinta novela u otro documento de interés para los lectores o como apuntalaba Roberto Bolaño poniendo sobre la mesa su vida, su última gota de la vida, sigue Bolaño diciendo, sabiendo de antemano que va a salir derrotado. Esto último es importante saber que vas a perder.
Unos días antes a su deceso sentí la necesidad de llamar y preguntarle cómo estaba, si había escrito algo, qué pensaba de la vida mientras el corazón se resistía a seguir palpitando, pero no lo hice, y ahora tengo la sensación de un vacío de futuro, de palabras, de sustancia literaria.
Cuando me llamó Carlos, su hijo, que su padre había muerto me encontraba viendo la película acerca de la vida de Freddie Mercury. La película se convirtió en una narración de dos vidas, porque entonces, empezó a discurrir la vida de Carlos René. Lloré con un desconsuelo terrible como se debe llorar a un amigo que emprende el viaje a ignotas tierras y que se sabe no retornará jamás, pero que, con una melancolía elaborada de acontecimientos insospechados, se le recordará.
Y tal como comenta Juan Villoro aludiendo a Roberto Bolaño, recordar a alguien es permitir que siga peleando, porque precisamente Bolaño respondió cuando le preguntaron cómo le gustaría ser recordado, contestó: “Esa es una batalla futura”.
Yo recordaré siempre a Carlos René Escobar danzando intensamente la vida y amando el arte y la escritura.