Por Christina Horsten
Nueva York
Agencia (dpa)

El mayor elogio vino de la editora jefa de la revista «Vogue» en persona: «Todos nos vestimos para Bill», dijo Anna Wintour en una ocasión. Bill era el fotógrafo Bill Cunningham, que durante décadas retrató a estrellas y desconocidos vestidos a la moda en las calles de Nueva York convirtiéndose en el padre de la documentación del estilo callejero.

Cunningham descubría las tendencias en las aceras mucho antes de que estas llegaran a las pasarelas. Sus columnas fotográficas semanales en el «New York Times» se esperaban con expectación y aparecer en ellas suponía un espaldarazo para todos los amantes de la moda.

Pero en 2016, su repentina muerte a los 87 años tras un infarto cerebral dejó un enorme vacío en el mundo de la moda. Cunningham siempre había sido muy tímido y reservado, por lo que apenas se sabía nada sobre su vida privada. Sin embargo, tras su fallecimiento su familia descubrió sus memorias; redactadas, pasadas a máquina y con una sugerencia para el título: «Fashion Climbing» (algo así como escalar en la moda).

«Fue totalmente inesperado», dice al «New York Times» Christopher Richards, que ha publicado la autobiografía en Estados Unidos hace algunas semanas. «Nunca contó nada sobre su vida a sus amigos y compañeros. Era muy reservado. Creo que fue un shock.» Richards sospecha que a Cunningham le preocupaban las reacciones de los lectores y por ello nunca publicó el libro en vida.

El hallazgo también sorprendió completamente a su familia. «Bill mantuvo totalmente separada su vida familiar en Boston de su vida profesional en Nueva York», explica al «New York Times» su nieta Trish Simonson. «A lo largo de los años nos contó historias pero no teníamos una imagen completa de lo que hacía. Las memorias que encontramos -tituladas, redactadas y corregidas con su voz inconfundible- llenaron muchos vacíos.»

El libro habla sobre una época anterior al Bill Cunningham famoso, al que le gustaba subirse a su bicicleta con dos cámaras colgando del cuello y hacer fotos sobre todo con mal tiempo: cuando nevaba o llovía con fuerza. El Bill Cunningham que vivió durante décadas en una pequeña habitación encima de la prestigiosa sala de conciertos Carnegie Hall, sin baño ni cocina pero llena de archivadores en los que guardaba sus instantáneas. Y también el que documentaba las fiestas de moda de la ciudad para el «New York Times» y no aceptaba ni un vaso de agua de los organizadores.

Cunningham escribe sobre su infancia en Boston, donde nació en 1929, sobre sus comienzos como vendedor en unos grandes almacenes de moda primero en su ciudad natal y después en Nueva York, sobre su época como soldado estacionado en Francia, y sobre su ascenso al periodismo de moda. El libro termina antes de que empiece a trabajar para el «New York Times» a finales de los años 70.

Escrito de manera entretenida y divertida, Cunningham deja claro, sin embargo, que siempre se enfrentó a la vida con poco dinero pero con mucho optimismo y buen humor. Destaca además que él siempre fue diferente y tuvo que enfrentarse a su conservadora familia, que no entendía su forma de vida. «Mi pobre familia probablemente se llevó un susto de muerte ante todas las ideas locas que tenía y combatieron cada paso de mi camino», cuenta.

El libro parece ser de otra época, escribe el «Washington Post». «Es encantador y anacrónico. Burbujeante y tierno. Cunningham vivió tiempos extraordinarios y los describe con intensos detalles (..).»

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