Víctor Muñoz
Premio Nacional de Literatura

-¿Y vos a quién le vas, a los rojos o a los cremas? -me preguntó Gedeón, tomándome por sorpresa.

-Pues fijate que hace algún tiempo me simpatizaban los cremas, pero desde que todo eso se volvió puro negocio, si ganan un partido me pongo contento, y si lo pierden no me quedo tan contento, pero la verdad es que casi ni me entero de tales acontecimientos. Con decirte que ya hace muchos años que no asisto al estadio porque sólo a escuchar palabrotas y a ponerse en riesgo va uno allí. Ya ves que la vez pasada resultaron muertas más de treinta personas por una de las apretazones que hubo.

-Tenés razón –me dijo-, fue para el partido entre la selección de Costa Rica y la nuestra. De veras que estuvo gruesa esa cosa, vos. Si hasta suspendieron el partido. Fijate que esa vez allí estaba yo, con nuestra porra bien organizada para que los muchachos se sintieran contentos y apoyados por su público, pero ya ves, no hubo partido.

Y mientras Gedeón decía tales cosas, se me vino a la mente las veces que la selección nacional trata de ganar los partidos, pero de todos modos no se puede. Tal parece que nosotros no nacimos para eso de jugar fútbol, sino más bien somos buenos para las artes, para la ciencia y para las cosas del intelecto.

-¿Y de los equipos españoles, a cuál le vas? -quiso saber.

-Mirá –le dije-, la otra vez me puse a averiguar y me di cuenta de que todos los jugadores de los equipos españoles no son españoles. Están llenos de argentinos, de brasileños y de…

-Puede que tengás razón –me interrumpió-, pero eso se debe a que en estos tiempos en que la globalización y las comunicaciones se han vuelto tan fáciles, cualquiera puede exponer sus habilidades futbolísticas en cualquier parte, y es por eso que los equipos europeos tienen tantos jugadores extranjeros. Ahora bien, tenés que recordar que no solo los equipos españoles tienen jugadores extranjeros; no, la misma cosa ocurre con los equipos alemanes, con los italianos, con los franceses y con todos.

-Fijate –le dije- que sería interesante que cada jugador se quedara en su país de origen. Yo creo que de esa forma todos jugarían mejor y…
-Pero para eso tenés el Mundial –me interrumpió de nuevo-, ya que ahí sí se trata de una selección de los mejores jugadores de cada país. Y aunque tal cosa ya no se cumple de manera tan exacta porque hay selecciones que llevan a jugadores extranjeros que los han nacionalizado; ahora bien, ya que tocaste el tema, vieras que eso de los mundiales sí que me apasiona. Desde que la televisión comenzó a transmitir los juegos yo no me he perdido ninguno. Hubieras visto en el 70, cuando Brasil se presentó con un equipazo de miedo, imaginate, ahí estaban Pelé, Rivelino, Tostao, Jair, Gerson y compañía, no hombre, esa sí que ha sido la mejor selección de todos los tiempos. Te tengo que contar que Brasil siempre ha contado con mi simpatía y la mayor dicha que podría yo tener en la vida sería ver un juego en vivo entre la selección de Brasil con cualquier equipo. Con decirte que ya hasta ando averiguando cómo le hago para conseguir un uniforme de la selección de Brasil, pero la cosa es que son bien caras esas cosas. De los equipos españoles, el Barcelona es mi equipo. Ahora están un poco mal, pero es solo es cosa de que cambien al entrenador y todo se va a arreglar. De Alemania, mi equipo es el Bayern y de Inglaterra es el Manchester United. Con decirte que no me pierdo ninguno de sus juegos. ¿Y a vos qué equipo de gusta?

-Pues fijate que no me había puesto a pensar en eso. La cosa es que casi no tengo tiempo para sentarme a ver televisión. Lo que sí me gusta es ver cuando alguien mete un gol, entonces me pongo a ver las repeticiones, pero después me entra algo así como aburrimiento y me dedico a hacer otra cosa. A leer o a hacer algo.

-Pues deberías entrarle a ver los buenos partidos que pasan los fines de semana por la televisión. Si querés nos ponemos de acuerdo para cuando haya un buen partido te aviso. Compramos unas cervecitas y ya vas a ver que uno se emociona mucho con las jugadas que hacen los jugadores.

Le dije que sí, que muchas gracias, pero sabiendo que siempre no. Es que con solo su plática ya había comenzado a sentirme un tanto indigesto de fútbol; además, no me puede caber en la cabeza pasarme toda una tarde sentado frente al televisor sin hacer nada, sin decir nada, sólo mirando lo bien que los jugadores de equipos europeos patean la pelota.

-Si querés nos juntamos el sábado en tu casa. Juega Xelajú contra Zacapa. Va a estar bueno el partido porque los chivos siempre juegan con ganas. ¿Qué me decís?

De nuevo le dije que muchas gracias, pero me era imposible debido a que había hecho un compromiso con unos amigos.

-Entonces llego a tu casa el domingo. Van a jugar los del Deportivo Petapa contra los de Malacatán.

-Es que fijate que el domingo voy a misa –le dije.

-¿A qué hora termina tu misa?

-Yo voy a misa de diez…

-Ahí está, entonces llego a tu casa en la tarde porque van a jugar los del Necaxa contra los de Culiacán, juegazo, vos verdadero juegazo.

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