ENÁN MORENO
Escritor y académico guatemalteco

El 19 de octubre se cumple otro aniversario del nacimiento de Miguel Ángel Asturias y la fecha es propicia para celebrar al gran escritor. Desde que descubrí a Asturias, como estudiante de Letras, he estado ligado a su obra. En 1976 fundamos el periódico literario que tomó el nombre de una de sus obras de teatro: Soluna, y en 1999 tuve la satisfacción de integrar la Comisión del Centenario de Miguel Ángel Asturias, nombrada por el Ministerio de Cultura, junto con Juan Fernando Cifuentes, Circe Rodríguez y otros personajes.

Esta Comisión trabajó, además de otros aspectos, la realización de la estatua que se ubicó en la Avenida Reforma. En esa ocasión me correspondió ofrecer un discurso referido al escritor y su obra, y a partir de entonces, con algunos de mis alumnos del Departamento de Letras de la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos, y después con el Instituto de Literatura Guatemalteca, fuimos todos los años, el 19 de octubre, a depositar una ofrenda floral -girasoles amarillos- al pie de la estatua del Nobel.

El año pasado, con la Comisión del Cincuentenario del Premio Nobel, a la cual me integré en representación del Instituto de Literatura Guatemalteca, la ofrenda floral se realizó ante el busto de Asturias, en el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, y releí el discurso de 1999. Este año, en vez de ofrenda floral, pues ya otras instituciones lo vienen haciendo, ofrecemos una visión general de la obra poética de nuestro gran escritor, tomando en cuenta que la mayoría de críticos literarios se han enfocado en su narrativa.

ACERCAMIENTO A LA POESÍA DE MIGUEL ÁNGEL ASTURIAS

La poesía de Miguel Ángel Asturias ofrece al lector una gran variedad de temas, lo cual hace pensar en un poeta de una sensibilidad despierta, siempre atenta para responder al llamado poético de las cosas, de los seres y de las distintas situaciones de la vida.

Para Asturias la realidad entera constituyó campo abierto para el ejercicio de la poesía y, en este ámbito, poeta humilde o generoso, no negó su verso a las cosas más sencillas, como tampoco, poeta orgulloso de su oficio, a los grandes temas de la poesía universal.

Pero a Miguel Ángel no le bastó la realidad, su caudal poético encontró el ámbito de los sueños y los mitos, fluyendo gozosamente para crear una poesía ante la cual el lector generalmente se detiene, temeroso de entrar en ese mundo mágico y no poder escapar del encantamiento producido por la palabra poética.

Esa variedad temática ya indicada se encuentra en Sien de alondra, libro en el cual, en distinto grado en cada caso, se observan temas como la familia, la niñez, el amor, la muerte, la mujer, la religión, la naturaleza, el mito, lo indígena, la patria, la ciudad, la soledad, la nostalgia, el destierro y la duda, así como otros temas de interés poético del autor. De entre los temas enumerados destacan el familiar, el amoroso, el religioso y la nota de reflexión acerca de distintos aspectos, nota frecuente en varios poemas.

La visión familiar enfoca a la madre, al padre, a los abuelos, a la esposa, a los hijos y también la casa. El tema amoroso encuentra su mejor cultivo en la relación entre hombre y mujer. Lo religioso muestra un catolicismo arraigado, tanto por el número de poemas como por la devoción y la fe que en ellos se percibe, tal el caso de sonámbulo blanco, poema que, refiriéndose al cuerpo de Cristo, solo un auténtico católico podría escribir.

La nota de reflexión, advertida también como temática recurrente, se orienta en especial hacia la vida o la muerte y al grado de misterio que en ellas percibe el poeta.

Al revisar los aspectos formales en Sien de alondra, se advierte, en principio, que la poesía de Asturias puede expresarse tanto en un poema breve como en uno de gran extensión; luego, el apego de esta poesía a la tradición poética occidental. De ahí que los poemas estén escritos en versos medidos y rimados, y que el poeta utilice la variedad de recursos poéticos disponibles en esa tradición. Ese apego a las formas de la poesía occidental culmina con la escritura de sonetos, en los cuales Asturias luce su maestría, mostrándose a la altura de los buenos sonetistas de la lengua española.

Pero su poesía también se expresa en un estilo diferente al de Sien de alondra, se trata del estilo manifiesto en Clarivigilia primaveral, donde el poeta, utilizando recursos temáticos y formales provenientes de la cultura indígena guatemalteca, da vida al mito de la creación del arte y los artistas.

Se puede concluir, entonces, que en la poesía de Miguel Ángel Asturias se advierten dos estilos: uno de corte occidental y otro de corte prehispánico (determinados, en cada caso, por el mundo poetizado) y que el poeta se muestra como un buen poeta en el primer estilo, pero lo es mejor en el segundo.

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