Por ERRIN HAINES WHACK
Agencia Ap

Aretha Franklin, quien nació y saltó a la fama durante la era de la segregación racial y llegó a cantar en la investidura del primer presidente estadounidense negro, a menudo usó su talento, fortuna y plataforma para inspirar a millones de afroamericanos y apoyar la lucha por la igualdad racial.

«No solo proporcionó la banda sonora para el movimiento por los derechos civiles; la música de Aretha trascendió raza, nacionalidad y religión y ayudó a personas de todos los orígenes a reconocer lo que tenían en común», dijo el reverendo Joseph E. Lowery, un antiguo líder de los derechos civiles.

Franklin, quien murió el jueves a los 76 años, fue una confidente cercana del reverendo Martin Luther King Jr. y una fuente de recursos financieros para la organización de derechos civiles que éste cofundó, la Southern Christian Leadership Conference.

El compromiso de la Reina del Soul con los derechos civiles venía de su padre, el reverendo C.L. Franklin, quien también conocía a King y predicaba justicia social desde su púlpito en la Iglesia Bautista Nueva Betel, en Detroit.

La iglesia, de hecho, fue el primer lugar donde King pronunció «Tengo un sueño» en 1963. Entre los congregantes se encontraban Aretha Franklin y Mahalia Jackson. Fue Jackson quien luego exhortó al líder de los derechos civiles «cuéntales sobre el sueño, Martin» a llevar esas palabras a la Marcha en Washington, donde pronunció su discurso más famoso.

Franklin grabó «Respect» el Día de San Valentín de 1967. Los estadounidenses negros ya habían conseguido que las leyes federales prohibieran la segregación y protegieran su derecho al voto, en particular en los antiguos estados esclavistas del sur.

Pero los negros aún estaban a un año de la ley de vivienda justa. Y justo meses después de que se grabara la canción, arderían centros urbanos, incluyendo en la ciudad adoptiva de Franklin, Detroit, poniendo de manifiesto la brutalidad policial y la desigualdad de condiciones de vida y oportunidades laborales.

«Sus canciones fueron canciones del movimiento», dijo Andrew Young, el exlugarteniente de King y embajador de la ONU, el jueves. «R-E-S-P-E-C-T. … Eso es básicamente lo que queríamos. El movimiento era sobre respeto».

La SCLC a menudo se vio en dificultades financieras, pero Franklin jugó un papel vital para mantener la organización a flote.

«Casi todas las veces que necesitábamos dinero, había dos personas con las que siempre podíamos contar: Aretha Franklin y Harry Belafonte», dijo Young. «Ellos se juntarían y harían un concierto, y eso nos pondría nuevamente de pie».

King y Franklin eran como hermanos espirituales, pues compartían un lazo enraizado en su fe cristiana, dijo Young. King solía pedirle a Franklin que le cantara sus canciones favoritas, «Amazing Grace» o «Precious Lord, Take My Hand», y cuando fue asesinado en 1968, Franklin cantó «Precious Lord» en su funeral en Atlanta.

Su interpretación de «Amazing Grace» también sirvió de consuelo para el reverendo Al Sharpton cuando éste era un niño. Recuerda que su madre la ponía todo el tiempo en su casa en Brooklyn luego que su padre los dejó.

Como adulto y activista, Sharpton se hizo amigo de la cantante de soul. Destacó su fe inquebrantable, que dijo la acompañó en el escenario en cada actuación.

«Fuera la Casa Blanca, el Radio City Music Hall o el Apollo Theater, siempre hacía números de góspel», dijo Sharpton. «Era sin arrepentimientos una dura creyente de la fe bautista. En la cumbre de su carrera, lanzó un álbum góspel. ¿Quién hace eso? Su fe era lo que la motivaba».

Mucho después que el movimiento por los derechos civiles había terminado, Franklin permaneció comprometida con la justicia social, ayudando a Sharpton cuando creó su organización, la National Action Network, en Nueva York. Lo llamaba para que la mantuviera al corriente sobre el emergente movimiento Black Lives Matter, preguntándole sobre casos como los de Trayvon Martin y Eric Garner.

«Le dio tanto a tanta gente, desde el doctor King, hasta Mandela y Barack Obama», dijo el reverendo Jesse Jackson, un viejo amigo que la visitó un día antes de su muerte.

Su presencia e influencia fueron tan valiosas para el movimiento como sus contribuciones financieras, dijo Sharpton.

«Contar con la participación e interés de alguien como ella… fue una declaración», dijo. «Le dio toda la credibilidad del mundo. Otros tenían fama, pero ella tenía dignidad y respeto».

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