Roberto Arías

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Nació en la ciudad de Guatemala el 5 de mayo de 1942. Especializado en asesoría en comunicación, con especialización en medio ambiente. Estudió Comunicación en la Universidad de San Carlos de Guatemala y posee un postgrado en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales – FLACSO, así como un postgrado en Forestería y Medio Ambiente de la Universidad de Auburn, Alabama, EEUU. Ha conducido programas de radio y televisión, entrevistando a personalidades nacionales e internacionales.

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Roberto Arias

Para comprender el tema que denominamos Medio Ambiente, inicialmente debemos saber y entender que los seres humanos tenemos varios vínculos comunes entre nosotros mismos y entre los animales y plantas que habitamos el planeta Tierra: Respiramos el mismo aire; utilizamos la misma agua; todos habitamos el mismo planeta y ninguno de todos somos eternos. Tenemos un margen de vida muy corto en el sistema en el que vivimos actualmente.

El ser humano desde sus inicios fue nómada y formó grupos que agotaban los recursos de un territorio y se trasladaban a otro, buscando óptimas condiciones para la supervivencia; hasta que descubrieron la agricultura y la forma de utilizar la tierra, dejándola descansar unos años: Alternaron el uso de los terrenos para cultivar y lograron un sistema sustentable que les permitió asentarse para así construir poblados, ciudades, religiones, calendario, leyes, jerarquías y reinados.

A esta fase se le denomina s edentarismo, la que implica el desarrollo de la agricultura y a partir de ella todo tipo de desarrollos tecnológicos y económicos con la división del trabajo, la comercialización de excedentes y, más tarde, la industrialización y la tercerización.

Últimamente surgió un nuevo concepto de civilización: “la civilización empieza a aparecer cuando se establece un sistema de vida factible; es decir, una relación apropiada entre el hombre y la naturaleza, de acuerdo con las características de una región determinada”. Conforme a este nuevo enfoque, el desarrollo industrial solo desenvuelve a una civilización si este contribuye al bienestar de la sociedad y del medio ambiente. A partir de esta definición, vemos una profunda relación entre civilización y sustentabilidad. Yendo más lejos, se puede decir que el progreso no siempre es acumulativo, sino que es no lineal; el paso del tiempo en una sociedad puede afectar tanto al bienestar de sus miembros como al bienestar de la naturaleza. Etimológicamente, la palabra “civilización” deriva indirectamente del latín civis (ciudadano) a través de civil y civilizar.

Si hay una sólida relación entre la sustentabilidad ambiental y el ser humano, podemos con facilidad deducir el hecho de que el medio ambiente y la política no pueden disociarse, en virtud de que las decisiones humanas siempre tendrán un impacto sobre el medio en el que éste se mueve, aunque ese impacto no siempre tiene que ser necesariamente negativo.

En cualquier tipo de organización social o civilización, las decisiones humanas son expresadas políticamente, dado que el humano es un ser político por naturaleza. Personalmente sostengo que cada cabeza es un universo y las líneas de pensamiento generalmente son disimiles en muchos de sus aspectos.

Es allí donde encontramos contradicciones, las cuales deben resolverse políticamente. Esto nos demuestra fehacientemente que el debate ambiental no puede separarse de la política.

Muchos gobernantes guatemaltecos han abusado de estas circunstancias para enriquecerse a costillas de la depredación y pauperización de su pueblo.

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