Por Pedro Schwarze
Santiago de Chile
Agencia (dpa)
Cinco años después de ganar el Premio Herralde de Novela y cuando empezaba a ser señalado como uno de los más importantes escritores de su época en lengua castellana, la muerte le llegó a Roberto Bolaño en Barcelona el 15 de julio de 2003, hace ahora 15 años.
Desde entonces la obra y la fama del escritor chileno se ha incrementado tanto gracias a la publicación póstuma de sus libros y su traducción a otros idiomas, como por la aparición de películas, textos y otro tipo de proyectos inspirados en su legado, en sus escritos y en su vida.
“Su producción inyectó vitalidad, originalidad, fuerza, un brío inusitado a la narrativa en lengua hispánica y que recuperó, hasta cierto punto, la gran tradición novelística latinoamericana que, después del boom de los 70 y los 80, se veía en franca decadencia”, dijo a dpa el crítico literario chileno Camilo Marks. Pese a ello, Bolaño fue tan prolífico como irregular en la calidad de sus obras, añadió.
El autor de “Estrella distante” (1996) y de “Los detectives salvajes” (1998) –este último libro con el que ganó el Herralde y el Rómulo Gallegos- supo en 1992 que padecía una insuficiencia hepática crónica que terminaría por costarle la vida. Pero eso no lo paralizó. Al contrario, quizá buscó evadir la enfermedad y se abocó a la escritura en la localidad catalana de Blanes, donde vivía, al punto de dejar muchas veces los cuidados y tratamientos médicos necesarios.
Incluso, cuando se acercaba el fin y esperaba por un donante para un trasplante, algo que no ocurrió, trabajó casi con obsesión en su novela “2666”, que algunos consideran su testamento literario y que le brindó un reconocimiento casi universal.
De hecho, “2666”, que fue publicado en 2004 y traducido al inglés en 2008, fue considerado como uno de los 10 mejores libros de ese año por el «New York Times Book Review» y por la «New York Magazine», y como el número uno por la revista «Time».
Bolaño, que nació en Santiago de Chile en abril de 1953, solo vivió en el país sudamericano hasta 1968, y luego por unos meses en 1973, el año del golpe de Estado de Augusto Pinochet. Se acercó a los libros y a la literatura con pasión en México, donde residió durante casi una década y donde empezó a escribir poesía.
En 1977 se instaló en España. Ahí insistió con los versos y vivió en permanente precariedad. Habría sido la búsqueda de mayores ingresos lo que lo llevó a apostar por la prosa, por el cuento y la novela.
En vida publicó 17 libros, pero solo una decena de ellos con real difusión. Entre ellos se cuentan, aparte de los ya mencionados “Estrella distante” y “Los detectives salvajes” (este último hilvanado sobre su experiencia juvenil en México), “La literatura nazi en América” (1996), “Amuleto” (1999), “Nocturno de Chile” (2000), “Putas asesinas” (2001) y “Una novelita lumpen” (2002).
Tras su muerte han llegado a las librerías al menos 10 nuevos volúmenes de su autoría, como “El gaucho insufrible” (2003), el tan elogiado “2666”, “El Tercer Reich” (2010), “El espíritu de la ciencia-ficción” (2016) y “Sepulcros de vaqueros” (2017).
Tanto la relectura de sus primeras obras como la publicación de las póstumas han llevado a que el chileno sea considerado por algunos como un escritor de culto o que “como pasa con tantos grandes, Roberto Bolaño corre el albur de convertirse en mito pop”, como sostuvo el mexicano Juan Villoro en el prefacio del libro “Bolaño por sí mismo. Entrevistas escogidas” (2006).
Ya en 2003, otro mexicano, Jorge Volpi, había homenajeado a Bolaño en su libro “El fin de la locura” y dos años antes Javier Cercas sitúa al chileno como uno de los personajes relevantes de su novela “Soldados de Salamina”.