“Nuestra identidad en los pasillos de la palabra”.
Ed. Universitaria, 2017

Tu nombre entre lo que encuentro
Ya sé que la ciudad se construye con ladrillos cortados como rostros anónimos, a pedradas; y que sus restaurantes nos atraen como moscas; pero, el día de hoy, déjame con tu nombre entre la lluvia y el sol, como quien se encuentra con un alfabeto antiguo.

Telegrama
Señor mío, ya estoy muerto
y no veo ni el cielo ni el infierno

Alondras y moscas
Justo como te lo dije una vez,
hoy, el olor a pino
y, mañana, mi lápida,
serán mi confesión
saltando a tu memoria
…pero ya no habrá
silencio que valga la pena…
Sobre las tumbas también suelen posar
las alondras
como sobre nosotros posan las moscas.

Toda una vida
Mis ojos se detienen frente al recuerdo
que pronto será cenizas.
Allá, la tiza en la pizarra
trazando el primer número;
aquí, junto a lo que fui,
la misma tiza, trazando en el pavimento
una cifra más para la morgue.
Y mis ojos se van volviendo tierra,
y la tierra se vuelve una grieta en el pavimento.
Mis manos, por última vez,
vuelven a trazar el primer número
en la pizarra,
mientras otra mano
recorta mi existencia en el pavimento.

Delirios II
Somos todo lo que el olvido deja a su paso. Las calles y sus muertos, los moteles y sus calendarios señalando días felices para vidas tristes. Nuestra memoria será la desesperación de un niño frente a las complicaciones del álgebra, las telarañas y los rastros del amor a su paso por callejones oscuros, las grandes bibliotecas reducidas a museo. Las conciencias reducidas a cementerios. Somos voces apagándose en las llamas del olvido.

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