Miguel Flores Castellanos
Doctor en Artes y Letras

En el mundo literario se han dado dos acontecimientos que hay que tener en mente porque estos dos hechos son relevantes para el mundo literario y académico, y muchas veces quedan en el olvido.

El primero, es la aparición en mayo de 1987, en los últimos años de guerra que vivió el país, de la librería Del Pensativo. Al frente de ésta, Ana María Cofiño, quien mostró por primera vez los libros fuera de las bolsas plásticas y los mostraba en mesas, en aquel local frente a la Calle del Arco. Por primera vez no se tenía a una escolta detrás viendo que las personas no se llevarán el libro sin pagar.

El nacimiento de esta librería tuvo mucho que ver en la activación de La Antigua como una ciudad con vocación cultural. El viaje a la ciudad colonial tenía como atractivos una exposición en la galería Imaginaria, o una conferencia en CIRMA, para luego pasar a la librería. Su catálogo mostraba libros de Ciencias Sociales, que por mucho tiempo fueron proscritos.

De igual forma, la librería Del Pensativo fue una de las primeras en traer literatura sobre género y sexualidad con una visión de diversidad. Ahí había libros guatemaltecos, mexicanos, centroamericanos y españoles. Además, fue la primera que trajo los libros de Teoría de Género. Era un lugar del intercambio de ideas, donde se recibía la recomendación de Ana.

Con dolor el mundo cultural se enteró del incendio y que la librería no abriría, que se daba por terminada una época. De todas las ideas planteadas por este inolvidable espacio, sobrevivió la labor editorial que había iniciado antes, Ediciones del Pensativo, tiene como objetivo interesar a las nuevas generaciones en el conocimiento sobre la realidad guatemalteca, para entenderla y transformarla.

La nueva propuesta de Ana Cofiño es Casa Pensativa, una casa colonial ubicada en La Antigua, como dice su sitio web, “El corazón de Casa Pensativa lo constituye un equipo multidisciplinario que desarrolla trabajo de edición y publicación de libros, así como actividades culturales dentro y fuera de sus instalaciones”. Uno de sus objetivos es contribuir a construir una red viva de proyectos culturales y educativos al servicio de la juventud.

En la ciudad de Guatemala, en diciembre de 1998, después de la firma de los Acuerdos de Paz, Marilyn Pennington funda la Librería Sophos, y en el transcurrir de estos veinte años se une su hijo, Philippe Hunziker. Su comienzo en un local cuyas ventanas daban a la Avenida La Reforma, también dejaba los libros sobre grandes mesas y sin cubierta de plástico. Contra toda predicción de que en Guatemala no se leía, se embarcó en una aventura en que ella solo era la más fiel creyente.

Después de dos décadas sigue dando sorpresas. Como ella misma lo afirma, el catálogo de la librería lo hicieron los lectores, que pedían libros de áreas específicas. Hoy la librería contiene libros de casi todas las disciplinas, gracias a que innovó en varios aspectos en la capital, los horarios cierran a las diez de la noche y la apertura el fin de semana, así como traer un libro en específico en un tiempo relativamente corto.

Muchos académicos pudieron tener acceso a fuentes recientes y a conocer autores que por primera vez aparecían en Guatemala. Luego introdujo un café y más tarde un bistró. Otro aspecto novedoso, gracias a las nuevas tecnologías, es la reimpresión de libros con la autorización de las respectivas editoriales, con esto ahorró costos de transporte y lo que repercutió en el precio del libro.

Debido a su crecimiento se instaló en Plaza Fontabella, donde creció aún más y amplió sus actividades paralelas. Incrementó también su circulación de público. Es común ver familias, revisando y comprando libros, o comentándolos con un café. Se creó un sitio de encuentro como el que se había perdido en La Antigua.

Las librerías son agentes culturales del campo literario. Sus acciones repercuten tanto en los lectores como en la literatura local al crearse la presencia de obras procedentes de diferentes países. Los lectores se vuelven más exigentes, lo que de una forma u otra influye en los escritores locales. Falta mucho por estudiar estos aspectos, ya que no existen investigaciones sobre que leen los guatemaltecos, los cuales podrían ser guías importantes para el futuro de las librerías.

Lo que es de admirar es la tenacidad y valor de dos seres como Ana Cofiño y Marilyn Pennington. Estas dos libreras han dado mucho a los intelectuales guatemaltecos en forma silenciosa y tras bambalinas. Admiración y respeto a ambas.

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