Fernando Mollinedo C.
Historiador
Presentamos para ustedes, lectores del Suplemento Cultural de La Hora, una escueta ilustración histórica con algunos datos sobre el Muelle del Puerto San José en el departamento de Escuintla.
Desde la llegada de los conquistadores españoles, el puerto principal sobre el Océano Pacífico fue Yztapám (Iztapa); una vez declarada la independencia del Imperio Mexicano y cualquiera otro país, las autoridades nacionales comenzaron el proceso de organizar el nuevo Estado. En 1839 John L. Stephens visitó el puerto y relató que “allí no hay alumbrado de noche, y los buques en el mar toman su situación por los grandes volcanes de la Antigua a más de sesenta millas de tierra adentro. Una boya estaba anclada más allá de las reventazones, enganchada con un cable, y bajo los cobertizos había tres grandes lanchas para el embarque y desembarque de la carga”.
En 1851 el gobierno decidió rehabilitar los puertos de Yztapám en el Partido de Escuintla, en Guatemala, y La Libertad, en El Salvador; nombró una comisión del Consulado de Comercio (el CACIF de ese entonces) al mando del señor Manuel Beltranena para realizar un estudio para ubicar un nuevo puerto, designando para el efecto a la población de El Zapote 13.
Dicho lugar ofrecía mejores condiciones técnicas para la construcción del nuevo puerto, por lo que el 12 de marzo de 1852, por medio del Decreto 62 el Presidente Rafael Carrera ordenó el traslado de empleados y oficinas de Yztapám al lugar conocido, en esa época, como El Zapote 13, habilitándolo para el comercio desde el día 1 de enero de 1853 bajo el nombre de San José de Guatemala, dándosele condición jurídico administrativa a dicho territorio en fecha 15 de enero de 1855.
En 1855 ya se habló del proyecto de construcción del muelle de hierro, por parte del señor Pío Benito a quien el Gobierno le concedió el privilegio y derecho exclusivo de realizar dicha construcción entre 1865 y 1868 por el término de cincuenta años pudiendo transferir la concesión a la persona o personas que le convinieren.
Pío Benito obtuvo también la concesión para construir otro muelle en la costa de Suchitepéquez; para el efecto constituyó la sociedad anónima llamada “Compañía de los muelles de Guatemala” cuyos socios fueron don Joaquín de la Torre, don José María Samayoa y don Pío Benito. Al vencimiento de la concesión administrativa, los bienes del muelle fueron vendidos y/o subastados entre los socios, ya que por negligencia, olvido, error o dolo de los abogados del Gobierno no establecieron la cláusula de “reversión” en el contrato, la cual implicaba que, al expirar el plazo fijado para su explotación, la obra y los servicios dados en concesión pasaban a poder del Estado.
Algunos historiadores, indican que en 1870 las ambiciones que el diputado Miguel García Granados tuvo para buscar el ejercicio del poder gubernamental fueron entre otras, obtener la concesión de la reconstrucción del Puerto, pero ambicionaba mucho más: el usufructo del mismo, circunstancia que lo llevó a iniciar acciones para desestabilizar al gobierno de Vicente Cerna, en cuya administración se construyó el Puerto de San José de Guatemala.
Al referirnos a la palabra Puerto en Guatemala, debemos entender que en esa época era simplemente un lugar en el cual un barco podía anclar a dos kilómetros de la costa y descargar en lanchones.
En 1875 se procedió a la reparación y ensanchamiento del muelle, teniendo una extensión de 1,060 pies.
Parte de la historia de la de la conquista económica del pacífico nos retrotrae a 1918 cuando los principales puertos del mundo se encontraban unidos por más de 500 mil kilómetros de cables submarinos que en Guatemala se conectaban por el Puerto de San José.
El 8 de octubre de 1923 cuando el Gobierno de Guatemala por Acuerdo gubernativo celebró contrato con Arturo E. Wallemberg propietario de la finca “Concepción La Grande” y obtuvo autorización para construir en la costa del pacífico y en los terrenos de su propiedad entre las barras de Nagualate y Madre Vieja un embarcadero utilizable para la importación y exportación de “toda clase de artículos”; tal autorización fue cedida a la empresa “Mexican & General Corporation Limited la que a su vez cedió sus derechos a la compañía sueca denominada “Guatemala Plantation Limited”; esta última obtuvo autorización para operar en el país el 14 de septiembre de 1926 y construyó varias millas del ferrocarril.
La Compañía de los Muelles de Guatemala fue la primera empresa en explotar el muelle, luego pasó a cargo de la Sociedad Muelles de San José, D. M. Savage y Compañía Limitada la cual vendió por $218,000.00 el 27 marzo de 1926 a la Compañía de Ferrocarriles Internacionales de Centro América (FIdeCA).
Ya se iba a construir el embarcadero “Concepción del Mar” al que se comprometió Arturo E. Wallemberg, cuando la United Fruit Company (se dio cuenta que de no intervenir a tiempo, perdería toda esperanza de establecerse en la costa del sur), mediante una de sus subsidiarias, la California Guatemala Fruit Corporation adquirió los derechos el 23 de mayo de 1929; un año después por venta de derechos la “Nagualate Land Company” subsidiaria de la UFCO adquirió y cedió tales derechos a la también subsidiaria “Compañía Agrícola de Guatemala”.
El 22 de mayo de 1930 por contrato suscrito se convino la construcción de un puerto moderno y erigir un muelle o malecón para uso público que Guatemala con sus recursos no podía construir y el único capital capaz de hacerlo era el de la United Fruit Company; obras necesarias para estimular la producción de banano en vista de la caída de precios del café que era la única fuente de riqueza por medio de la concesión de servicios públicos y la complicidad inexplicable de los regímenes liberales.
El 3 de marzo 1936, la Compañía Agrícola y el Gobierno suscribieron contrato que dejó sin efecto los artículos referentes a la construcción del puerto, con el pretexto de “las condiciones económicas mundiales” con ello se esfumaron las posibilidades de crecimiento económico nacional. Sin embargo, no importando el objeto principal del contrato suscrito en 1930, se le concedieron ventajas y privilegios para que realizara el negocio del banano con exoneración de toda clase de impuestos, tasas y arbitrios existentes o que se crearan en el futuro, fijando el término de vencimiento para el 6 de junio de 1981.
El muelle de San José fue explotado por compañías muelleras y de transportes marítimos, las cuales fueron controladas por la “W. R. Grace y Compañía”, prestaron un servicio de paso a las mercaderías importadas y exportadas por la estructura del muelle y sus dependencias y aplicaron sus tarifas en atención a los diversos tipos de mercaderías.
LAS COMPAÑÍAS DE TRANSPORTES MARÍTIMOS
En el caso del Puerto de San José como puerto de anclaje, las compañías de transportes marítimos se encargaron de trasladar las mercaderías entre el muelle y los buques, aplicaron también sus tarifas específicas. El 25 de febrero de 1895 se constituyó para un período de diez años la Agencia Marítima Nacional Limitada de capital guatemalteco para encargarse de los negocios de los importadores y exportadores en el Puerto de San José, estipulando las tarifas correspondientes. Sus estatutos fueron aprobados por el presidente de la República José María Reyna Barrios el 2 de marzo de 1895.
En 1896 los accionistas guatemaltecos traspasaron sus títulos a la “Pacific Mail Steamship Company” subsidiaria de la W. R. Grace y Compañía, dominando esta última el comercio en la costa sur de Guatemala, pues también era propietaria de las acciones de las compañías muellera y de transportes marítimos que operaban en el puerto de Champerico.
Fue hasta el 17 de diciembre de 1934 que se otorgó la escritura de fusión ante los oficios del notario Antonio Dardón. La Compañía Grace & Co. Central América fue una corporación constituida el 1 de abril de 1904 con carácter perpetuo en el Estado de Delaware, subsidiaria de la compañía matriz W. R. Grace y Compañía que operaba en América Latina como agencia de transportes con barcos que constituyeron la flota de la Grace Line.
El 22 de diciembre de 1934 solicitó su inscripción en el Registro de Personas Jurídicas y en el Registro de Sociedades anónimas que se llevó en las oficinas de Empresas Lucrativas, a cuyo cargo estaban las atribuciones del antiguo Departamento Monetario y Bancario de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
La última prórroga de autorización para su funcionamiento fue el 21 de mayo de 1945 por el Ministerio de Hacienda y Crédito Público adoptando el nombre de “Agencia Marítima Nacional, Sociedad Anónima”.
La Historia de Guatemala nos muestra capítulos pavorosos, indignantes y vergonzosos del mezquino tráfico de influencias que los hombres gobernantes del pasado y el presente hicieron con los intereses de la patria y el entreguismo asqueante con que siguen del país y de su futuro a las empresas transnacionales.
Hubo y hay, personas a quienes el pasado no prostituyó con sus pasiones y apetitos, quienes conservaron latente el sentimiento de soberanía y su repudio a todas aquellas acciones y triquiñuelas que lesionaran el patrimonio nacional.
BIBLIOGRAFÍA:
DE LEÓN ARAGÓN, OSCAR. “Los Contratos de la United Fruit Company y las compañías Muelleras en Guatemala”. Estudio histórico jurídico. Editorial del Ministerio de Educación Pública, Guatemala, 1950.
ASOCIACIÓN DE AMIGOS DEL PAÍS. “HISTORIA GENERAL DE GUATEMALA” Tomos IV y V, Guatemala, 1977
DIRECCIÓN GENERAL DE CARTOGRAFÍA. “DICCIONARIO GEOGRÁFICO DE GUATEMALA” Tomo II, Tipografía Nacional de Guatemala, Guatemala, 1962.
PRESENTACIÓN
Presentamos a usted, un nuevo capítulo de la historia nacional, escrito por Fernando Mollinedo, donde se recuperan datos y se relatan detalles de lo acontecido en los orígenes de “El muelle y Puerto de San José”. Para La Hora es importante recabar datos, interpretarlos y exponerlos a sus lectores, con el afán de que el conocimiento de la historia conduzca a un amor sólido por Guatemala.
Los lectores encontrarán, asimismo, dos textos de creación literaria. El primero, un cuento de José Ramón Mena, “La Mara Heavy”, que plasma las circunstancias trágicas de jóvenes marcados por un destino cruel desde el que no conocerán redención. El siguiente, un extracto de la obra poética de Gustavo Bracamonte, titulada “Caín”. El vate, vinculado a la tradición bíblica, recurre al personaje para dar voz a una crítica implacable en contra del terror fratricida de nuestros días.
Por último, pero no menos importante, el Suplemento cuenta con la contribución de José Manuel Monterroso, quien, a cuatro años de la muerte de Gabriel García Márquez, evoca las virtudes de un escritor fundamental en la historia literaria latinoamericana y mundial. Esperamos que nuestra propuesta sea de su agrado y continúe acompañándonos en la pasión por la literatura, el arte y la cultura en general. Hasta la próxima.