Miguel Flores

Pensar en museos ante situaciones como escasez de medicamentos y servicios de salud a nivel nacional, con un sistema vial destruido, es ponerse exquisito. Pero hay que exponer esta problemática y no engañar. En una reciente entrevista de radio, con motivo de la noche de los museos, al oír a las autoridades del Ministerio de Cultura, me dio la impresión de que el Museo Metropolitano de Nueva York era el mayor rival de popularidad del Museo de Arqueología y Etnología. Y lo más acongojante fue ver que los interlocutores de un conocido programa vespertino de radio, con nula actitud crítica, seguían la corriente de las autoridades, avalando de una forma directa la desfachatez de los burócratas.

Nuestros museos viven en la inanición, muchas veces no cuentan con los mínimos enseres de limpieza, o cuentan con dificultades para su seguridad y mantenimiento de los vetustos edificios de la era ubiquista. El museo de Arqueología y Etnología cierra su bóveda los fines de semana por falta de seguridad, ahí es donde se encuentran las mejores piezas de la cultura maya. El Museo de Arte Moderno tiene goteras, no posee el personal técnico profesional que necesita el arte moderno y contemporáneo. Un ejemplo es una gigantesca obra de Efraín Recinos, sobre el tema de la marimba, que se encuentra apolillada y sin intervención desde hace años.

Pero la anomia del Ministerio de Cultura y Deportes y en especial el Viceministerio de Patrimonio Cultural es que no puedan ni siquiera generar información para programas como Ibermuseos, que es una iniciativa de cooperación e integración de los países iberoamericanos para el fomento y la articulación de políticas públicas para el área de museos y de la museología.

Fue concebido como un espacio para el diálogo e intercambio en los distintos ámbitos de actuación de los museos que refuerce la relación entre las instituciones públicas y privadas y entre los profesionales del sector museístico iberoamericano, que promueva la protección y gestión del patrimonio y el intercambio de experiencias y del conocimiento producido.

Este programa entiende los museos como instituciones dinámicas, vivas y de encuentro intercultural, con espacios que trabajan el poder de la memoria, instancias relevantes para el desarrollo de las funciones educativa y formativa, como herramientas adecuadas para estimular el respeto a la diversidad cultural y natural y valorar los lazos de cohesión social de las comunidades y su relación con el medioambiente.

En una reciente visita al sitio de Ibermuseos (www.ibermuseus.org, realizada el 10 de abril del presente año), pude comprobar lo que he dicho. Guatemala no aparece dentro de ese programa y, de Centroamérica, solo aparecen Nicaragua y Costa Rica. Esta invisibilidad es producto de una mala gestión, de la dejadez de una institución sostenida con nuestros impuestos. Desde este programa existen cursos de formación como museología, difusión, en general las buenas prácticas de un museo y su comunidad.

En un país como Guatemala, con bajos índices de educación, el museo puede ser una poderosa herramienta formativa. Pero eso sí, es necesaria una mediación pedagógica dosificada tanto para adultos como para niños y jóvenes.

El museo como contenido de información, permite la posibilidad del acto educativo concebido como participación, creatividad, expresividad y relacionalidad. Me confieso un asiduo visitante a nuestros museos, a los que llevo a mis alumnos universitarios, para algunos es su primera visita, y eso que provienen de prestigiosos colegios capitalinos. In situ he podido comprobar las visitas escolares de todos los niveles, primaria y secundaria, que en fila india recorren las instalaciones tanto del Museo de Arqueología como del de Arte Moderno, guiados por personas que hacen su mejor esfuerzo por informar a los colegiales, pero sin educar. Muchos maestros y acompañantes lo toman como un día de campo. Aquí se puede ver el desinterés de muchos de los que forman el gremio magisterial.

El director del Museo de Arqueología y Etnología se enorgullece de que los reportes de número de visitantes, van en alza. Esa no es una señal de éxito, son solo números que tal vez puedan ayudar a justificar su existencia y salario, pero es un espejismo de la realidad. ¿Para qué una noche de los museos, con “espectáculos de danza”, “música”, es decir una feria improvisada que recibe a un público motivado? ¿Qué experiencia se lleva el público? Una visita nocturna, nada más. Una actividad copiada de otros países.

En la era de las TIC, es penoso el aislamiento que tienen los museos en Guatemala.

Artículo anteriorFuga de información afecta operativo de MP y CICIG
Artículo siguienteJULIO ZADIK 1916-2002