Por Gabriela Mayer
Buenos Aires
Agencia (dpa)
El argentino Kike Ferrari, quien se reparte entre la creación literaria y su trabajo en el metro de Buenos Aires, se manifiesta cómodo con la clasificación de «escritor proletario». Mientras tanto, Alfaguara recupera por estos días su novela de culto «Que de lejos parecen moscas» y próximamente publicará su nuevo libro «Todos nosotros».
El autor de novelas y cuentos del género negro desciende seis jornadas por semana las escaleras del subterráneo para limpiar en la línea B, a la vez que escribe cuando puede.
En diálogo con dpa, Ferrari (Buenos Aires, 1972) considera que tanto la literatura como un empleo en el metro son oficios en los que «tenés que saber usar las herramientas, tenés que saber qué herramienta va para cada cosa, tenés que saber cuándo hacer las cosas y cuándo no, tenés que conocer los tiempos».
El escritor, «de alguna manera, no es muy distinto al tipo que limpia el subte de noche. Es como un fantasma. Estás generando la narración del día siguiente: el subte cierra las puertas y se apaga todo y al día siguiente, cuando se abre, está todo como lo dejamos, generando una narración que todos los pasajeros compran», señala.
Ferrari se muestra entusiasmado con la reedición de la premiada «Que de lejos parecen moscas»: «No creo en la literatura como ejercicio privado. Para mí la literatura implica un diálogo con los lectores, un diálogo de la mejor manera, diferido además».
«Yo escribo un día en mi casa, solo, y alguien más en otro momento completa el diálogo. Y en ese sentido la buena nueva es que voy a dialogar con un montón de gente. Y termina con la pregunta maldita, que es ‘¿Che, y tu libro dónde lo consigo?'», cuenta en un café porteño, con su uniforme azul de trabajador del subte que deja a la vista varios tatuajes en sus brazos.
«Que de lejos parecen moscas», ganadora del Premio Memorial Silverio Cañada a la mejor ópera prima criminal en la Semana Negra de Gijón en 2012, se publicará más adelante en Francia, Reino Unido y Estados Unidos. Su trama se centra en Luis Machi, empresario exitoso y sin escrúpulos que encuentra un cadáver en el baúl de su auto.
«Machi hace una versión última y fronteriza del individualismo liberal. Al tipo no le importa nada más allá de la punta de su dedo», analiza el autor de las novelas «Operación Bukowski» y «Lo que no fue» (primera mención del Premio Casa de las Américas).
El despreciable protagonista «es el representante de una forma de expresión de la burguesía argentina. Tipos que crecieron haciendo negocios con la dictadura, que se acomodaron rápidamente al juego de la democracia y a sus vaivenes, una burguesía muy rápidamente enriquecida, muy poderosa y muy iletrada».
«Así que entiendo que viene a representar, además de a sí mismo, un paradigma de quienes nos gobiernan hoy», comenta el escritor que también fue fletero y delegado gremial en el metro.