Miguel Flores

Con tristeza, confusión y rabia se conoce la desaparición del Certamen BAM Letras – F&G Editores. La noticia conocida por las redes sociales ha recibido poco eco de la prensa y la televisión. El anuncio se hizo a través de un comunicado de prensa donde se exponen las razones que dio el patrocinador, el Banco Agrícola Mercantil (BAM), de desvincularse del certamen por “nuevas políticas internas”. Al igual que muchos años atrás muriera el Certamen de Cuento, patrocinado por la Fundación Novella, o el premio Nacional de Novela que organizaba Siang Aguado de Seidner. ¿Qué instancia de valoración le queda a los nuevos escritores?

Los certámenes, por muy cuestionados que sean, son en la literatura uno de los espacios de visualización la mayoría de las veces de nuevos escritores. En la era de la autopublicación, dada la relativa facilidad para producir un libro, el amparo y acompañamiento de una editorial es una meta que alcanzar por cualquiera que se considere un escritor digno. Pero más que hacer visible a nuevos creadores literarios, la puesta en circulación de las obras ganadoras, como lo hacía el Certamen BAM Letras – F&G, su distribución a bibliotecas del país y otras instituciones, estimulaban la lectura de personas de escasos recursos que realmente no se puedan dar el lujo de comprar un libro, por más barato que sea.

El campo literario es un área de las artes que podría decirse es la más investigada, tanto por académicos locales como extranjeros. Los ocho libros que ganaron el Certamen BAM Letras constituyen un acervo importante para la literatura nacional, ya que los ocho jurados integrados por personas conocedoras dieron a estos premios un valor agregado de calidad. Ya vendrán los estudios que aborden los entresijos de la narrativa de estos escritores y sus múltiples conexiones con el contexto guatemalteco.

Desde lo que se conoce como la gestión cultural, el Certamen BAM Letras – F&G Editores, fue un proyecto bien planteado, y mejor ejecutado. Basta con revisar la calidad de los textos literarios, y la producción editorial en sí de las novelas, con impecables portadas, poseedoras de un diseño gráfico meditado y bien resuelto acorde al texto. La notoriedad de la marca patrocinadora BAM, fue extensa, desde el nombre del certamen hasta la exposición de marca en el mundo cultural.

El comunicado de prensa de F&G Editores al dar esta infausta noticia, cita la carta recibida del BAM donde expresa: “…nuevas políticas internas… (…) nuestro logro y nombre no podrá ser utilizado en las publicaciones de libro o en cualquier evento que promocione la obra”. Se entiende que es la obra Coreografía del desencanto de Marlon Meza Teni, ganadora del certamen de este año. Se sabe por el mismo comunicado que “BAM hará entrega del premio de Q50,000.00 para el ganador, pero no subsidiará la publicación de los libros finalistas, como sucedió en las ediciones de 2016 y 2017. Dará un aporte de Q17,500.00 para la publicación y presentación del libro ganador y cubrirá los honorarios de los miembros del jurado”. BAM otorga el premio en efectivo, y cumple sus compromisos, pero no quiere ver vinculado su nombre al texto… esto apunta claramente a un asunto ideológico del contenido de la obra. Es no reconocer al hijo que procreó, pero si pasarle una pensión alimenticia. Esto sucede, muchas veces, cuando ejecutivos de cuello blanco desconocen el accionar de la literatura y como empresa impoluta prefiere cercenar de un tajo las ideas que un patrocinado pueda expresar y que se asusta de un contenido determinado. Esto una vez más se verifica el pensamiento conservador de organizaciones con aires de modernidad y apertura ideológica. Ahora el BAM con mayoría de capital colombiano, qué le puede importar la cultura guatemalteca.

A esta triste noticia se suma el cierre del Artecentro Graciela Andrade de Paiz, ubicado en la 9ª calle de la zona 1. Es increíble una debacle de una institución que abundaba de alumnos los sábados, llegando a competir con las escuelas de arte del Centro Cultural Metropolitano. Su comunicado de prensa de enero del presenta año, cuando se anunció el cierre temporal de la escuela de arte, fue buscar renovar la oferta educativa. ¿Por qué pretender enseñar arte?, si actualmente este tipo de formación está en cuestionamiento, y más en un país como Guatemala.

Si hacen una encuesta profesional como lo hacen los centros universitarios, se darán cuenta que no hay alumnos para una formación sistemática. Mientras se mejora la oferta académica permanece cerrada su galería de arte sin duda la mejor instalación en su tipo en el país. Cuando se diseñó cumplió todos los estándares para exposiciones, superando con creces al propio Museo de Arte Moderno Carlos Mérida y otras galerías comerciales. No hay que hilar muy fino para darse cuenta de que se trata de un fracaso de la última administración. No es fácil administrar un centro como estos en el país. Cerrar un centro cultural en Guatemala es lamentable.

Se han mencionado dos hechos que el mundo cultural parece no darse cuenta, lo que solo demuestra como expresaba Freud que hay un malestar en la cultura.

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