Miguel Flores Castellanos
Doctor en Artes y Letras

El teatro parece renacer y apostar por temas de calidad. Es notorio que esta nueva visión se da a través de gente formada en alguna disciplina del teatro junto a una actitud profesional de hacer las cosas con calidad.

Dentro de estas personas que están cimentando el nuevo teatro se encuentra Joam Solo, arquitecto de formación, vinculado al teatro desde la Universidad Rafael Landívar, en el grupo La Mancha, bajo la dirección del también arquitecto Roberto Enrique Ramírez y más tarde por el actor y director Germán Talavera. Su primera participación como actor fue Romeo y Julieta, en un papel de Teobaldo, en el teatro GADEM. En las tablas del auditorio de la URL, lo vio Dick Smith quien lo reclutó para el fastuoso montaje de Amadeus, de ahí, este arquitecto –actor, director, productor y gestor teatral–, ha hecho sus aportes también al cine guatemalteco. Ésta es una de las personas responsables del renacimiento del teatro de calidad.

Dirigir una sala de teatro es un reto que pocos aceptan. En forma silenciosa, pero continua y firme, Joam Solo ha mantenido por varios años Solo Teatro, una de las antiguas salas de lo que fue el complejo de Cines Las Américas, en la zona 13. Fue una apuesta de riesgo, ya que la sala se ubica en un lugar inesperado para un teatro. Con la mirada y experiencia que da la arquitectura, lo que fue la antigua sala cinematográfica se convirtió en un auditorio de calidad, con una línea contemporánea de lo que podría ser una nueva sala para el país. Un espacio digno para el teatro y su público.

Prueba de esto fue la temporada que acaba de finalizar de El cuarto de Verónica, del dramaturgo estadounidense Ira Levin, una obra de suspenso, con actores de gran experiencia en las tablas como Mónica Sarmientos y Jorge Vielman, con nuevas caras como Julio de León y Daphne Aldana. La tensión de la obra se centra en los personajes interpretados por Sarmientos y Aldana, y la interacción escénica de ambas actrices fue formidable. Su escenografía, pulcra, bien lograda, propia para la acción de la obra. La música de Paulo Alvarado fue más que sugestiva, que logró enfatizar los momentos de tensión dramática con un sonido melodioso dulce e hiriente.

Joam Solo se ha amoldado a los nuevos tiempos, en especial con el manejo de las redes sociales en forma estratégica. Con una fotografía impecable, el productor logró transmitir ese suspenso que la obra tuvo. También hay que mencionar que el éxito artístico y de asistencia de público a esta última función, se debe a la marca Joam Solo y Mónica Sarmientos, cuyos nombres brindan una garantía del trabajo actoral o de dirección.

Algo digno de mencionar es el público. Por momentos daba la impresión de estar en el Teatro GADEM de la 8a. avenida y 12 calle: profesionales jóvenes, parejas de adultos, familias completas… los comentarios en la sala fueron positivos, porque El cuarto de Verónica proporcionó una nueva experiencia para muchos de los asistentes a la última función. Muchos universitarios.

En una sociedad como la guatemalteca, tan enajenada de productos culturales foráneos, la administración de una sala de teatro se hace difícil, pero el saber balancear el tipo de puestas en escena, con una comunicación efectiva, son muestras de una luz a final del túnel. El público parece estar dispuesto a pagar la calidad actoral y de producción, será estratégico el determinar el tipo de obras, hacer encuestas y formar una base de datos que pueda ampliar la acción de las redes sociales. Hoy el teatro tiene mucha competencia, por lo que deberá reinventarse, Joam Solo lo está haciendo.

Tanto Joam Solo como Paulo Alvarado estudiaron juntos arquitectura, ambos son hoy referentes de los cambios necesarios para el arte actual en Guatemala.

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