Padre Ubaldo Leonzo Menchú García
Licenciado en Teología Moral por la Universidad Gregoriana, Roma

El concepto de “fraternidad”, si bien, ha tenido un uso común dentro del ámbito cristiano y exaltado como categoría política desde la Revolución Francesa, sin embargo, no existe una tradición teológica, ética y política que la defina y la desarrolle. En el debate actual se coincide que la fraternidad, al no contar con una tradición teórica, corre el riesgo en quedarse encerrado en un ámbito moralista o religioso; por otra parte, está el miedo a su práctica política por los lados oscuros de su interpretación ideológica.

Si el no acercarse al concepto de fraternidad ha sido más por prejuicios o miedo, estos no son motivos suficientes para no redescubrir el papel de este principio ético y categoría política. La fraternidad es una experiencia y categoría que puede ser criterio de análisis de nuestra realidad social y foco orientador para potenciar nuestra vocación política. La perspectiva y experiencia de fraternidad no debe ser ignorada por los campos humanísticos, científicos y teológicos, caso contrario perderían su referencia fundamental que es el ser humano, que es un ser relacional y político (zòon politikòn).

1. Un principio olvidado o un concepto a debate
Actualmente, el concepto de fraternidad se interpreta de forma ambigua. Antoni Domènech y M. Xosé Agra Romero, son unos de los primeros que hacen ver lo difícil que puede ser la comprensión del concepto “fraternidad” en el campo político y ético1. X. Xosé Agra, afirma que en el plano político no es adecuado hablar de fraternidad, en el intento de crear una fraternidad ética, siempre llega a triunfar el amor ético, lo que ha comportado una política de la exclusión. M.X. Agra Romero no se contrapone a la fraternidad ética, simplemente hace notar que ha gobernado más el amor a la raza o a la familia, al grupo o amigo de un círculo cerrado, la cual ha repercutido en violencia y favoritismos.

La fraternidad ética llama a un equilibrio fundamental, requiere el reconocimiento mutuo en una relación horizontal. A. Domènech relaciona la fraternidad ética con la “amistad perfecta” (téleia philía) de Aristóteles, significando la relación que se hace con el otro “por el otro mismo”, y no por alguna ventaja instrumental que se espere obtener de él2.

Para algunos bastaría hablar de “solidaridad” como sustitución de la fraternidad. Sin embargo, sin una correcta definición de solidaridad, se corre el peligro de ser interpretado como paternalismo o sentimentalismo, ambos en sentido vertical y asistencialista. Por otro lado, la fraternidad puede interpretarse como eclipse de la libertad y la igualdad, como una tercera vía, la cual corre el peligro de caer en una fraternidad absolutista y propagandista, matando principios y valores que hoy son fundamentales para la humanidad3.

Estas perspectivas iluminan la dimensión conflictual de la asunción pública de la fraternidad. Las perspectivas más optimistas sobre el tema, como las de Antonio Baggio y Osvaldo Barreneche4, no niegan el conflicto que ha implicado la experiencia de fraternidad, pero enfatizan en la importancia de su rol político, su progresiva madurez ética y expresión pacífica. Tratar el tema de la fraternidad a nivel ético, político y teológico, implica entrar en la estructura de la acción y relación humana. Ahora bien, releeremos de manera crítica el redescubrimiento de la fraternidad desde tres intuiciones históricas fundamentales y su instalación como categoría ética y política.

2. Primera intuición de fraternidad humana: el ἀδελφότης del cristianismo primitivo.
La comunidad cristiana primitiva propone una nueva forma de pensar la fraternidad y que cambia en definitiva la visión de ser humano y el sentido de su relación social. El concepto ἀδελφός en el Nuevo Testamento designa en sentido propio la fraternidad carnal, pero también existe una interpretación metafórica, la cual deriva de la religiosidad judaica en el antiguo lamento fúnebre: bôj ´ābî – ¡ay, hermano mío! (Jr 22,18).

La tradición metafórica ἀδελφός viene a tener un sentido peculiar en el cristianismo, indica “el hermano en Cristo, el cristiano”. El término más significativo que progresivamente define la fraternidad es ἀδελφoί “hermanos”. Jesús llama “sus hermanos” a los que quieren sumarse a un nuevo estilo de relación social en contraste con lo impuesto por el imperio y la religiosidad del momento, quiere que sus discípulos tengan un trato fraterno entre ellos y con los demás. La relación entre hermanos debe ser aquello del amor (1 Jn 2,9s) en la perspectiva de ἀγαπητός5. Por tanto, es la relación entre ἀδελφoί y ἀγαπητός que funda el ἀδελφότης (fraternidad).

La novedad cristiana no solo es conceptual, más bien es novedad antropológica y cultural: trataban como hermano/hermana a uno que no era de la familia sanguínea, condición racial o nacional, a diferencia de los judíos que trataban de hermano a los correligionarios o connacionales. Solo el hecho de llamar hermano a un esclavo o a una mujer, o el trato fraterno para con los niños, viudas, encarcelados y pobres era un escándalo, pero indudablemente fue una experiencia crítica para la cultura y política greco-romana del momento.

Por tanto, la primera intuición sobre la fraternidad ética está relacionada con la vida cristiana, de su visión de Dios y de la persona, creando un espíritu de catolicidad (es decir una visión universal). Esta visión no tiene demasiada simpatía por el nacionalismo étnico que quiere construir la “fraternidad” solo sobre la base del vínculo de sangre (verdaderos o imaginarios) y que muchas veces promueve políticas que excluyen al otro considerándolo “diferente”6.

3. Segunda intuición de fraternidad humana: La Revolución Francesa y Haitiana
Una segunda intuición de fraternidad humana podemos releerla desde el acontecimiento político francés del siglo XVIII, teniendo como símbolo principal La Declaración de los Derechos del Hombre de 1789 (con 17 artículos)7, con ella se marca una nueva etapa histórica contra toda una tradición feudal. Es importante resaltar el argumento de esta Declaración, como verdadera intuición humana, en el Art. 1, dice: Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos.

Desde el encabezado de la Declaración se hace ver las causas del problema: la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del Hombre son las únicas causas de las calamidades públicas y de la corrupción de los Gobiernos8. La Declaración coloca a la sociedad en una relación fraterna -Miembros del cuerpo social- recordándoles sus derechos y sus deberes.

Las iniciativas democráticas basado en la unidad del tríptico: libertad, igualdad y fraternidad, tardaron poco, pero tenía un objetivo claro: superar la desigualdad, la cual consistía en liberarse de la pobreza y de la ignorancia. A partir de la Constitución francesa de 1791 prevén la creación de establecimientos para atender a los niños abandonados, cuidar a los enfermos, proporcionar trabajo a los pobres y crear escuela pública común a todos los ciudadanos9.

Las iniciativas evidenciaron la necesidad de educar para la libertad, la cual es explicada como poder hacer todo aquello que no perjudique a los demás (Art. 4). Desde la declaración se puede afirmar que la igualdad da lugar a la libertad y la libertad posibilita nuevos medios para la igualdad.

La fraternidad, por su parte, recuerda que la persona no solo tiene “derechos” individuales sino también “deberes” hacia las demás personas. La fraternidad se desarrolla desde el campo del reconocimiento mutuo y la responsabilidad, custodia la igualdad ante la ley y orienta la libertad de manera que no perjudique a los demás. Por eso, las dos variantes conceptuales de la fraternidad, desde el inicio, han sido “la solidaridad” (horizontal) y «la participación”10.

Por otro lado, la revolución de los esclavos negros en Haití mostró realmente el significado del tríptico francés, llegando a proclamarse una república independiente en 1808. Los esclavos habían captado el espíritu de la Revolución Francesa: “todos los hombres nacen libres e iguales ante la ley”. Los principios de la revolución francesa venían criticados desde la revolución haitiana: lo que se estaba dando en Francia era una revolución incompleta e inacabada puesto que seguían siendo esclavistas. Haití, como nueva república, abría la esperanza de un pueblo fraterno, ciudadanos libres e iguales.

La fraternidad de los franceses y de los haitianos, da un paso significativo, pero todavía es incompleta, es una fraternidad de insurrección y de guerra; sin embargo, el principio ha sido anunciado y su papel claramente intuido. Mantener la unidad de los principios en la vida pública fue difícil y olvidándose de la fraternidad condujo más bien a crearse dos líneas paralelas. Para A. Baggio el problema fue priorizar la libertad y la igualdad, más a menudo antagónicas que aliadas, dos visiones del mundo, dos sistemas económicos y políticos que se disputarán el poder durante los siglos venideros.

4. Tercera intuición de fraternidad humana: La universalidad de los Derechos Humanos
Una tercera intuición de fraternidad puede datarse en el año 1948 en adelante con “La Declaración Universal de los Derechos Humanos”11. La declaración del ’48 tiene un alcance mucho más universal puesto que coloca a la base de todo principio la dignidad de la persona humana. La Declaración enfatiza que el desconocimiento y menosprecio a los Derechos Humanos conduce a la barbarie, al temor y a la miseria, a la tiranía y a la opresión.

Las expresiones paralelas de los principios de liberad y de igualdad vienen nuevamente puestos en discusión, enfatizando en una lectura más amplia y en una relación circular con el principio de fraternidad: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros” (Art.1). Nuevamente la fraternidad se coloca desde la línea del deber, de la responsabilidad social, medio de concretización política de la libertad y la igualdad.

La Declaración del ’48 simboliza el progreso y madurez de la conciencia humana, representa una gran tarea humanitaria para asumir de manera global la responsabilidad fraterna. La Declaración se encuentra en medio de acontecimientos desafiantes, primero porque le antecede una historia de conflicto ideológico, económico y territorial que dieron lugar a dos grandes guerras mundiales. Y segundo, le prosiguen realidades de Guerra Fría, conflictos armados, corrupción, etc. La tercera intuición de fraternidad aún sigue su proceso y desarrollo, exigiéndonos respuestas para orientar a la persona a estructuras de convivencias pacíficas y de responsabilidad social.

Estas tres intuiciones argumentan que la fraternidad es un principio ético, la cual sintetiza de manera consistente el esfuerzo humano por defender la dignidad de la persona. En vos de Ana María de Barrio, dentro de la recopilación de A. Baggio, ilumina un esquema programático de la fraternidad, afirma: La fraternidad se relaciona con la lucha por la paz, con la construcción de una sociedad justa que busca la armonía, el equilibrio entre sus fuerzas vitales y el reconocimiento del otro como hermano… mirando la política como el instrumento de la realización del bien común y de la asunción de la condición humana12. En definitiva, la fraternidad es un principio que potencia nuestra vocación ética y política.

5. Implicación humanística, teológica y pastoral
La moral social cristiana no es ajena al tema de la “fraternidad”, de hecho, la Iglesia misma está comprometida con la dignidad humana, con sus gozos y esperanzas, con sus tristezas y angustias (GS n.1). En el primer año del pontificado del Papa Francisco afirmaba: la fraternidad es una dimensión esencial del hombre, que es un ser relacional. La viva conciencia de este carácter relacional nos lleva a ver y a tratar a cada persona como una verdadera hermana y un verdadero hermano; sin ella, es imposible la construcción de una sociedad justa, de una paz estable y duradera13.

La justicia y la paz son principios de la enseñanza social de la Iglesia, que hacen parte del principio de fraternidad como estructura ética de relación. Son vías de incidencia social y pastoral, las cuales están inspiradas en el discurso de la montaña de Jesús. Si bien, la enseñanza social de la Iglesia no parte de criterio totalmente nuevos, pero tampoco su doctrina es solo un ente repetidor de teorías; su novedad y originalidad consiste en partir del discernimiento desde la realidad y de su capacidad hermenéutica del evangelio, para luego testimoniarla a través de la praxis concreta desde el ethos originario de Jesús: el ágape.

Según Pinchas Lapide, ante todo tentativo de legalismo religioso y utopía apocalíptica de su tiempo, que hacían del componente social un instrumento egoísta de redención, explica que en el Discurso de la Montaña (Mt 5-7) Jesús propone un programa práctico14, ya que parte de una nueva hermenéutica de la Torá desde un ethos originario: el ágape. La Torá es un estilo de vida fundado en la relación de amor entre Dios y su pueblo, desde ella Jesús hace una invitación a vivir desde los dos atributos principales de Dios: la bondad y la justicia.

Desde el ethos originario de Jesús se puede afirmar que la práctica de la fraternidad en la vida social y pastoral responde a su vocación y espiritualidad: donde hay una persona o grupo humano necesitado allí es el espacio concreto a cooperar y fundar la justicia. Para nosotros es fundamental vivir la fraternidad y la justicia en clave exodal, ella configura un estilo de vida personal y comunitario. La vida en clave exodal permite una mayor comprensión de la historia sociopolítica, de la corrupción y de injusticia, para luego vivir esta experiencia de desierto desde la esperanza, desde un compromiso humano-fraterno de justicia, y reconstruir el tejido social desde proyectos pacíficos.

La fraternidad humana no es una expresión vacía, sino con contenido cuando hacemos de ella un estilo de vida. R. Micallef, profesor de la Pontificia Universidad Gregoriana, hace ver que la fraternidad corre el riesgo de quedarse en una ilusión si no la plasmamos en la praxis, o no encontramos las vías de concreción en los símbolos, los ritos, las narraciones, y las instituciones que nos permitan practicar la fraternidad y crecer en esta virtud15.

Para la Iglesia vivir la fraternidad y la justicia ad intra y ad extra hace parte de su identidad y de su compromiso con la humanidad. Sin embargo, en la Iglesia misma existen algunas divergencias entre su teología y su praxis pastoral, porque por un lado se ha insistido en una Iglesia de comunión y participación, pero todavía en algunos sectores encuentra dificultades para ser una Iglesia con proyección social y misionera. La Iglesia cuenta con argumentos claro y estructuras viables para practicar la fraternidad y la justicia, pero todavía es muy evidente la falta de convergencia entre la estructura de enseñanza social y su concreción en la pastoral social. P. Asolan, maestro de DSI en la lateranense, piensan que el error fue que la enseñanza y doctrina social de la Iglesia quedó solo como un tema de la teología moral, si bien ella ofrece análisis, recursos y principios, sin embargo, faltó insistir en que sea parte estructural de la pastoral social y misionera.

Conclusión

En este artículo se trató de evidenciar el redescubrimiento de la fraternidad desde tres intuiciones históricas fundamentales y su progresiva instalación como categoría ética y política. En la primera narrativa de la intuición de fraternidad humana, encontramos la experiencia cristiana, proponiendo una nueva visión antropológica y una nueva dimensión ético-político relacional muy importante: un trato fraterno desde una misma condición de iguales y libres. En el contexto de la segunda y tercera intuición histórica, fraternidad hace su asunción política por medio de la justicia y la responsabilidad social, custodiando la igual dignidad de las personas y orientando la libertad de manera que no contradiga tal dignidad.

A nivel filosófico, teológico y, porque no decirlo, en otros campos de la ciencia, la categoría ética de la fraternidad tiene mucho que decir, y nos invita a seguir profundizando en ello. La fraternidad, siendo esquema de relación tiene una incidencia en la vida cotidiana, ella está al origen de la misma estructura humana, por tanto, el ser humano es capaz de fundar e interpretar su ser hermano.

1 Dos artículos que abren a un panorama crítico en torno al tema de fraternidad: A. DOMÈNECH, …y la fraternidad, Barcelona 1992, publicado en SEGORIA/7 (1993) pp. 49-78; y M.X. AGRA ROMERO, “Fraternidad (Un concepto político a debate)”, 143-166.
2 Cf. T. DOMÈNECH, “y la fraternidad”, 53.
3 Cf. O. BARRENECHE, De principio olvidado a principio objetado. 5-7.
4 Tanto Antonio Baggio como Osvaldo Barreneche se sitúan desde un realismo político, explicando la existencia de muchos mitos y narrativas de conflictividad entre hermanos a la base de las civilizaciones actuales. De ahí la fraternidad no niega el conflicto, sin embargo, hoy cuenta con nueva conciencia y herramientas para evitar la violencia, superando por supuesto una fraternidad cerrada y apostando por la inclusión.
5 Cf. H. VON SODEN, “ἀδελφός”, GLNT, 385-390.
6 Cf. R. MICALLEF, Tra Caino il vagabondo omicida e Caino il fondatore di città, 118.
7 Cf. Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, en la web: http://www.conseil-constitutionnel.fr/conseil-constitutionnel/root/bank_mm/espagnol/es_ddhc.pdf
8 Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789.
9 Cf. L. CARLASSARE, «La “Dichiarazione dei Diritti” del 1789 e il suo valore attuale». 21.
10 Cf. A.M. BAGGIO, El principio olvidado: La fraternidad en la política y el derecho. 29.
11 DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS, Resolución 217 A (III), Asamblea General (1948).
12 A.M. DE BARRIOS, “Fraternidad, Política y Derechos Humanos”, en: A.M. BAGGIO, Fraternidad en Perspectiva Política: Exigencias, recursos, definiciones del principio olvidado, Buenos Aires 2009, 143.
13 FRANCISCO, La fraternidad, fundamento y camino para la paz, mensaje del santo padre para la celebración de la XLVII Jornada Mundial de la Paz. 1 de enero de 2014. En GS n.92: “Todos estamos llamados a ser hermanos. En consecuencia, con esta común vocación humana y divina podemos y debemos cooperar, sin violencias, sin engaños, a la edificación del mundo en la verdadera paz”.
14 Cf. P. LAPIDE, Il discorso della montagna. Utopia o programma? 10-13.
15 Cf. R. MICALLEF, Tra Caino il vagabondo omicida e Caino il fondatore di città, 119.

PRESENTACIÓN

Con el afán de ofrecer una reflexión diferente sobre aproximaciones originales desde otros campos del saber, presentamos a usted el texto del Padre Ubaldo Menchú, egresado de la Universidad Gregoriana de Roma y pensador interesado en la reflexión ética y política.

El Padre Menchú en su investigación retoma el concepto de “fraternidad”, examina su significado y restituye su valor como una categoría capaz de alumbrar el pensamiento ético-político de nuestros tiempos.

El teólogo afirma que, aunque la idea de fraternidad ha estado presente en el pensamiento cristiano y político desde la Revolución Francesa, no ha existido una tradición teológica, ética y política que la defina y desarrolle como un sistema amplio de conocimiento.

“En el debate actual se coincide que la fraternidad, al no contar con una tradición teórica, corre el riesgo en quedarse encerrado en un ámbito moralista o religioso; por otra parte, está el miedo a su práctica política por los lados oscuros de su interpretación ideológica”.

Junto al texto principal del Suplemento Cultural, aparecen las contribuciones de los escritores Gustavo Bracamonte, Maco Luna y Miguel Flores. Nuestro deseo es que disfrute nuestra propuesta editorial y se identifique con el esfuerzo que, desde La Hora, semanalmente le ofrecemos.

Que tenga un feliz fin de semana. Hasta la próxima.

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