José Ramón Mena Asaba
Fundador-Director Grupo de Teatro
Nalga y Pantorrilla-USAC

Para muchos, un día como cualquier otro, con sol o con lluvia, con ruido, con diésel, con palomas en el campanario de Catedral, es (o era) domingo, tanto de tanto de mil novecientos tantos.

Yo miro a todos y casi nadie me mira a mí, que sólo lustro zapatos y a mi mamá que vende “tostaditas” con frijol, con salsa o con guacamol y atol de elote, todas las “muchachas”, la mayoría con traje típico, caminan dando vueltas al parque… perdón, Plaza Mayor y atrás los “cuques”, “cantineando”; algunas(os) se sientan en las bancas de piedra que están allí, en la orilla de los arriates. Ellas(os) se sientan, tranquilas sin que les afecte el “stress” del potentado por aquel afán de hacer más y más dinero; no, Ellas(os) sólo piensan en este domingo.

Por allí cerca se encuentra un panzón vendiendo papalinas que ya no truenan, están aguadas porque son de las que sobraron ayer; un cachito más allá, están los vendedores de sueños, los vendedores de loterías: “lleve su Shaca-Shaca con doble chance de ganar”; “el futgolazo le da 50 mil”; ¡la grande con un millón!, ¡compre su cachito de la Santa! (¿¿??) o lleve “la Chica” (que es la cenicienta de las loterías); cuando no pasan clientes, se rascan la cabeza o se sacan un “un moco” de la nariz, que será adherido a la banca de piedra.

Otros, sentados en las bancas “pelando” gente y distorsionando la información que el amigo(a) contó, con el ruego de “sólo porque sos mi amigo(a) te lo cuento, pero sólo a vos, así que no lo contés” y aquí está ahora diciendo lo mismo sólo que aumentado, a otro(a); le cuenta una a otra: “fíjate que la doña tiene casero y cuando el Don se va de viaje, ella sale todos los días bien arreglada y perfumada y regresa bien tarde toda despeinada y a saber qué cosas más chula…”pero no se lo contés a nadie, porque me puedo quedar sin chance…”. Inmediatamente se despide la María y se junta con la Hortensia: “fíjate vos que dice la Juana que su patrona…”, ¡pero no se lo vayás a contar a nadie porque sólo a vos te lo cuento…!

Como a las 5 de la tarde, así como por arte de magia, aparecen miles de palomas que se posan en el campanario de Catedral y más de una cabeza se lleva de “premio” una cagadita de paloma.

…El movimiento de gente crece; van, vienen, vienen, van; por allá un paisano vendiendo telas típicas; más allá, se encuentran dos amigos: ¡qué onda vos manix! (¿transculturización?) ¡bien pizá, pero contento vos; ya ves que a nosotros los pobres nos afecta con más dureza la espiral inflacionaria y además galopante y el Banco de Guatemala está jodido con sus reservas de divisas, por lo tanto nos seguirá llevando la gran puta… ¿su amigo? hasta allá un “hermano” gritando con su megáfono, porque no canta: ¡alabaré, alabaré, alabaré, alaaabaré a mi Señor!

¡Dios vio el número de los redimidos,
Unos cantaban, otros oraban,
Pero todos alababan al Señor! ¡acercate a Dios vos y con él serás salvo!

¡Aleluya hermanos! Contestó toda la hermanada; unos realmente oraban, otros al pasar se reían “que locos esos evangélicos” y para otros, a la caza de una “traida”, les era indiferente:…” a ese cuate, la Biblia bajo el brazo, de plano le sirve de desodorante…”

Por allí veo a los campesinos, que obligados por la injusticia y el hambre, llegan a la gran ciudad, esperanzados en una vida mejor y han abandonado la tierra (que tampoco es de ellos) y venden peines (dije peines), cortaúñas, cinchos, candados, lámparas, perfumes, shampoos; algunas “natachas” que trabajan en la zona 10, dicen que todo eso es muy “gacho” y solo miran de “reojo”.

La Iglesia Católica también recibe su premio, cientos de personas entran y salen; unos con largos pedidos de “favores” y otros sólo se “santiguan” y pasan de largo, ya cumplieron con su obligación religiosa, ¡ahhhh!, pero más tarde viene la misa de 7 de la noche; allí sí asiste toda la “clase alta”; los niños y niñas bien y lógicamente, los viejos(as) “bien”, que van a pedir a Dios que en la próxima semana su negocio siga prosperando:

“Señor, concédeme la gracia de poder cerrar el negocio con la Transcorp International Inc. que me representa una buena ganancia y a cambio te ofrezco una misa de especial agradecimiento; comulgar todos los domingos de los próximos seis meses y contribuir para el nuevo carro del arzobispo, AMÉN…” (aprovecha para tirarse un pedo y como hay tanta gente, todos se miran acusadoramente).

Por allá, en cualquiera de las dos calles y dos avenidas que circulan La Plaza, pasan los ruleteros: ¡Primero de Juuuuliooo!!; ¡colonia Maayaaa!; ¡Bethaniaaaa! Mientras los haraganes taxistas duermen, cabecean, se espantan las moscas porque casi no les cae chance, alguien estira el “pescuezo” para ver si llega su bus, lo prefiere al ruletero, es menos peligroso y no sabe si cuando este llegue, alcanzará lugar o si tendrá que esperar una hora más a que llegue otro; llega, se aglomera la gente, no respetan a mujeres, ancianos o niños, “¡hay, le voy!; ¡por la gran puta, ya no “cupe”, tendré que esperar y con lo que me duelen las “patas”!

A lo lejos, el orador de la Biblia sigue con su tarea de conseguir adeptos para su religión (la religión que usa el mercadeo), el reloj de Catedral suena sus seis campanadas, la noche va cayendo, entre la sombra, La Plaza se va quedando sola; el hombre que vendió “ginas” empieza a recoger el sobrante del día; la muchacha (doméstica) que tiene pegados los ojos a la vitrina del Almacén Lucky sueña con ese vestido “gringo” que está en el escaparate y sigue haciendo cuentas de cuanto tiene que ahorrar para comprarlo; las parejas abrazadas, al orador evangélico ya bastante “ronco”, no le queda ninguna oveja del rebaño del Señor, hasta la “bulla” de las palomas ya no se oye, pocos van, pocos vienen.

El naranjero recoge todas las tiras de cáscaras de las naranjas que vendió; el vendedor de posters de Jesús alternando con los de Lucía Méndez y otras mujeres desnudas, enrolla su mercancía; sólo quedan dentro de Catedral los que llegan a pedir perdón por todos los males causados en la semana, para poder empezar su nueva semana, libre de culpas; la misa de siete p.m. se termina, salen, abordan sus carros, le dice una a la otra: “Mirá la tipa esa, ese vestido lo compró en el Guarda, y por no ver que tan creída que es” y se van felices por haber dejado sus pecados dentro de Catedral.

Sólo quedan algunos perros degustando “sobras”, mi mamá y yo, empezamos a hacer cuentas. Ella “hizo” doce quetzales, yo cinco ¡que buen domingo! entre semana los ingresos son muy bajos; llega la carreta de mano en donde mete los canastos, las ollas, los vasos, para llevarlos a nuestra “champa”, yo, con mi caja de lustre al hombro, a esperar un día más que será como cualquier otro, sin pena, ni gloria, ni futuro… y pensar que mañana tengo que comprar “pasta negra” porque el domingo fue tan bueno que se me terminó… y así, 364 días más para que pase un año, únicamente esperando el día del fin de mi vida.

PRESENTACIÓN

Nos emociona presentar a usted la última edición del año de nuestro Suplemento Cultural, que, como cada viernes, desea llegar a usted con el propósito de ser un producto que supere el simple consumo de ideas.  Desde estas páginas, queremos que encuentre un lugar para la reflexión y un espacio fértil para la crítica y el crecimiento de la inteligencia que le permitan una vida satisfactoria.

Con esa finalidad, le ofrecemos para iniciar, un par de cuentos.  El primero, de la autoría de José Ramón Mena Asaba, fundador y director del grupo de teatro, Nalga y Pantorrilla, titulado «Un domingo por la tarde en la Plaza Mayor».  El segundo, «Arturo filósofo», firmado por Víctor Muñoz, reconocido cuentista guatemalteco, laureado con el Premio Nacional de Literatura.

En continuidad con el género epistolar inaugurado en las ediciones anteriores, proponemos la lectura de un Flaubert enamorado, abriendo su corazón a Louise Colet.  Como hemos dicho, no deja de sorprender la candidez y simplicidad con la que estos gigantes de la literatura abren su corazón a sus beldades, para demostrar unos sentimientos que a veces no son capaces de dominar y que los tiene más bien aprisionados y vulnerables.

Así lo expresa el francés:  «Pensar es la manera de sufrir. Dejémonos llevar por el viento de nuestro corazón, mientras hinche la vela; que nos empuje como guste, y en cuanto a los escollos… ¡qué más da! Ya veremos».

Junto a los artículos aludidos, conviene mencionar la contribución de Carlos René García Escobar quien escribe sobre un texto poético de Alejandra Solórzano y la reflexión final, de su servidor, sobre el curso que toma el arte en las circunstancias actuales del capitalismo global.

Agradecemos su preferencia al Diario La Hora y hacemos votos por reencontrarnos a lo largo del próximo 2018.  Hasta la próxima.

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