Por BERENICE BAUTISTA
CIUDAD DE MÉXICO
Agencia (AP)

Los auditorios se desbocaban por ella y el mundo de la opereta la idolatraba. Pero la vida de Esperanza Iris se caracterizó por una gran paradoja: una mujer independiente y venerada que cayó presa de sus relaciones sentimentales con hombres que la usaron por su riqueza.

Al menos eso es lo que expone la periodista Silvia Cherem en una novela biográfica sobre la legendaria actriz que titula “Esperanza Iris. La última reina de la opereta en México”.

Cherem afirma que intenta con su libro reconstruir la vida y reivindicar a la actriz de teatro como leyenda.

“Eso como mujer a mí me indigna, a mí me enloquece”, dijo Cherem en una entrevista con The Associated Press. “Pensar que una mujer tan independiente, tan arrojada, tan exitosa, tan aplaudida, tan venerada, se haya realmente condenado a creer que sin pareja no era nadie”.

Esperanza Iris es conocida actualmente en México por el teatro que lleva su nombre, pero en su época fue una verdadera celebridad por sus producciones fastuosas con elaboradas escenografías y un gran cuerpo de bailarines y actores, al grado que el teatro uno de los más bellos de la Ciudad de México lo construyó con sus propios fondos.

La Tiple de Hierro fue condecorada por el rey Alfonso XIII de España y declarada hija predilecta de México en 1922, mientras que en Cuba contaba también con un grupo fiel de seguidores.

Nació en Tabasco a finales del siglo XIX (existen diversas actas de nacimiento). Estuvo casada tres veces, primero con el empresario Miguel Gutiérrez, con quien tuvo tres hijos, y luego con el cantante Juan Palmer, con quien emprendió su compañía de opereta. La tercera llegó cuando ella tenía unos 50 años y su esposo, el barítono mexicano Paco Sierra, tenía 28. Sierra estuvo en prisión por idear un plan para colocar una bomba en un avión de pasajeros en 1952 con la finalidad de cobrar seguros de vida millonarios.

“Ojalá y quien la lea (la novela) se dé cuenta que no merece ninguna mujer, ninguna, sobajarse hasta perder su esencia por estar ligada a un hombre, una mujer debe ser independiente sin importar que tiene pareja o deja de tenerla, ninguna debe aceptar relaciones tan indignantes como las que ella tuvo”, dijo Cherem, quien obtuvo en 2005 el Premio Nacional de Periodismo.

La actriz falleció en 1962 sufriendo aún por la suerte de su esposo y su teatro fue vendido a la Ciudad de México, pero le quitaron su nombre pese a que en sus años y gracias a la fama de la actriz Anna Pávlova y Enrico Caruso llegaron a pisar su escenario. Hace apenas una década se restituyó el nombre de la actriz para el teatro.

El final de la vida de Esperanza Iris poco tiene que ver con la estrella que fue décadas antes.

“Pisaba la leyenda más grande y más importante que uno pudiera imaginar, se desbocaban los auditorios, se desvivían por darle fuerza”, dijo Cherem, quien es colaboradora del diario Reforma. “El rey de España la recibía y cruzaba el atlántico con trescientos baúles, organzas, llevaba escenografías, llevaba iluminación, llevaba toda la gente que montaba los espectáculos”.

En 2017 el Teatro Esperanza Iris cumplió su centenario, aunque fue oficialmente inaugurado en 1918, en plena revolución mexicana. En el teatro la actriz tenía su apartamento en el primer piso y estaba conectado al palco 7, lo que le permitía ver todas las presentaciones. Esperanza Iris guardó meticulosamente su archivo personal, incluyendo sus diarios, al cual tuvo acceso Cherem.

 

“Fue una pasión tremenda y pude realmente adentrarme en esta mujer y adentrarme en su vida y en sus pasiones, en sus desencantos, en su tristeza”, dijo la autora. “Ella me absorbió y casi siento que me guardó sus papeles para que yo los haya podido ver, es increíble todo lo que ella guardó y todo lo que pude tener en mis manos de lo que ella fue dejando a su paso, no destruía nada”.

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