Miguel Flores Castellanos
Doctor en Artes y Letras

El Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica (CIRMA), junto al Aporte para la Descentralización Cultural (ADESCA), presentan en el Museo de Arte Moderno, una magnífica exposición fotográfica conmemorativa del centenario de la muerte del fotógrafo japonés Kohei Yasu –Juan José de Jesús Yas– para los guatemaltecos.

Con un montaje impecable el visitante podrá darse una idea de la personalidad de Yas, su infatigable dedicación al trabajo de fotógrafo que hizo su medio de vida. Hábil para los idiomas le permitió viajar como traductor en empresas navieras, lo que lo llevó a enfrentarse a diferentes culturas. Sus primeros trabajos fueron como aprendiz en el estudio de Emilio Herbruger, años después, sigue aprendiendo la técnica con Edward Kildare, y, finalmente, emprende su propio estudio Fotografía Japonesa en La Antigua Guatemala.

Su matrimonio con María Noriega, hija del fotógrafo José Domingo Noriega, le permite ingresar a la sociedad antigüeña. Además del valor estético, sus fotografías tienen importancia hoy, porque retrató a las personas de fin del siglo XIX y principios del siglo XX en la mayor ciudad de Sacatepéquez, donde es posible inferir discursos como el del vestuario, costumbres, moda de muebles y lo más importante, la interacción social.

El guion museográfico permite conocer cómo Yas ya afincado en La Antigua, muestra en un cartel los servicios que presta, así como el plano de su estudio. CIRMA tiene entre su acervo correspondencia y documentos escritos que permiten completar cien años después de su muerte aspectos como la publicidad y estrategias de mercadeo (disciplinas que no existían en la época) para dar a conocer sus servicios profesionales de fotografía.

En las fotografías expuestas se ratifica el hecho de que en la ciudad era evidente la posición de poder de la iglesia y los finqueros, en un trato no muy alejado a lo que fue la colonia. Esta exposición permite al visitante adentrarse en la vida de Yas, y su más clara referencia es una imagen donde se muestra a Juan José de Jesús al lado de su esposa y sus cuñadas e hijos, bajo la sombra de un limonar.

Otra imagen que destaca es la de una Junta Municipal integrada por varones de diferente procedencia étnica. La fotografía articula diferencias, todas bajo la imagen de Justo Rufino Barrios. Los retratos de familia dejan entrever los orígenes mestizos de las gentes de La Antigua, en los rasgos de las personas retratadas, tanto hombres como mujeres. La sangre maya es evidente.

Lo que se llama tarjetas de visita, o carte de visite, fue un formato fotográfico para retratos de estudio, fue patentada en París por el fotógrafo Disderi en 1854, con el nombre de arte de visite portrait photographe. Regularmente mostraban a una persona de cuerpo entero y que eran distribuidas como las tarjetas de visita actuales, que ahora solo llevan el nombre. Emilio Herbruger ya las hacía y en ese estudio fungió como aprendiz Yas, sabía cómo hacerlo. Lo interesante es que este fotógrafo dio un giro a su producción y realizó cartas de visita de imágenes religiosas de La Antigua, para un numeroso público devoto, como estrategia de mercadeo fue genial.

En su época es posible que este trabajo se haya visto, como vemos la foto de recuerdo de una boda. A cien años la óptica cambia y se valoran aún más los aspectos estéticos, por ser fotografías de plata sobre gelatina. El trabajo era laborioso y hoy toma más valor, porque ponemos atención en aspectos que antes no eran tomados en cuenta, como enunciados (gráficos), los discursos en toda su producción, pero en forma especial al abordar las imágenes religiosas, retratos de familia o retratos de mayas y no mayas.

Esta exposición es una buena práctica de lo que es el uso de fondos del Estado a favor de la fotografía. Una entidad profesional y capaz como CIRMA presenta un proyecto al cual le son asignados fondos (limitados, pero peor es nada) para su desarrollo, algo que deberían releer las fundaciones a favor del arte, que se han convertido en activistas culturales que hacen sus proyectos no siempre de calidad y con intereses mercantiles. Esta exposición narra la vida y obra de un japonés que amó a Guatemala, sus gentes y tradiciones. Esta muestra estará abierta hasta el 28 de enero de 2018.

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