Miguel Flores Castellanos

El mundo editorial del campo del arte en Guatemala es tenaz y persistente. F&G Editores, Piedrasanta, Catafixia y Letra Negra han incursionado en el mundo literario. La Editorial Cultura del Ministerio de Cultura ha promovido con acierto a nuevos valores de alta calidad literaria, así como reimpreso títulos olvidados, importantes en esta época. Sin duda, la literatura ha sido la que ha tenido más suerte, no así la fotografía.

La mayoría de guatemaltecos no están acostumbrados a consumir, gratuitos o comprados, textos relacionados con el arte. Algunos con posibilidades económicas consumen lo que el mercado les brinda. Un libro es una inversión dolorosa con un retorno que a veces se juzga incierto. Un ejemplo de ello, es que una de las mejores librerías del país dejó de importar excelentes publicaciones de arte por el desinterés de la demanda. Los temas de arte y fotografía no se venden, y los que circulan en el mercado son de animales, ruinas, o los que ven a los indígenas como objeto colorido o curioso.

El fotógrafo José Carlos Flores, con un amplio recorrido en la vida cultural de Guatemala y una calidad fotográfica demostrada, ha logrado consolidar un proyecto que tuvo entre manos por más de diez años: tres libros de fotografía. El primero, dedicado a Jesús Nazareno de Candelaria; el siguiente, a Jesús de la Merced, y, el último, dedicado a las imágenes de Cristo Sepultado de los Viernes Santos.

Por más de una década, Flores ha podido ser un observador privilegiado en la toma de fotografías de cada una de estas imágenes. Ha montado y desmontado su estudio fotográfico en muchas locaciones: cicloramas, lámparas especiales para modular la iluminación y cámaras de todo tipo. Estos tres libros son un registro veraz, gracias a la alta calidad fotográfica, de obras del patrimonio artístico nacional y piezas que forman parte del imaginario guatemalteco. Pero, además, estas tres publicaciones son un acercamiento con lo espiritual.

¿Cómo se vincula la fotografía y lo religioso? Para Juan Plazaola, una obra de arte rapta al observador, he ahí el origen del coleccionismo de arte. Este rapto, una característica de toda experiencia estética en el instante de más alto voltaje; el asombro, que es siempre el criterio definitivo de la obra genial; el pasmo, que llega a veces a suspender el ritmo de las operaciones psicofísicas cotidianas, es también el rasgo que caracteriza la aparición de la figura que arrebata el corazón, que arranca la adhesión de persona entera en la experiencia religiosa. “Quedar arrebatado” está en el origen del cristianismo. Arrebatados por la belleza natural y del arte o transportados por el esplendor del Verbo encarnado.

Como indica este investigador jesuita, el ojo se convierte en más que un órgano fisiológico. También es, en cierto modo, ojo de la razón. El paso de la visión sensible a la visión espiritual es inmediato. Para Plazaola, la fe para ser humana debe ser sensible. Pero esa sensorialidad de la fe cristiana no la degrada al nivel de las religiones míticas. Es verdad que la razón viene a completar el testimonio de los sentidos llevando al hombre a la adhesión total; pero su dependencia de lo que ver, de lo que le dicen los sentidos, es tan directa, tan fuerte, tan fulminante, que hace exclamar: “Veo que estas aquí Dios mío”. El rapto de la fe religiosa incluye a todo el hombre.

La admiración de la belleza implica una epifanía. La religión también. Por muy espiritual que sea, toda religión tiene sus teofanías: unas extraordinarias (a hombres excepcionales y en momentos excepcionales) y otras normales, que constituyen el culto sagrado y se caracterizan por la actualización y presencialización de lo absolutamente otro. Todo este preámbulo sirve para ilustrar lo que sucede al pasar las páginas de estos tres libros.

El libro de Jesús Nazareno de Candelaria, muestra cien fotografías de un mismo tema, pero permite la observación meticulosa donde afloran innumerables detalles, como ocurre con los sepultados donde es posible ver las diferencias de tallas de los grandes maestros escultores del barroco guatemalteco con las no académicas. Ropajes, joyería, etc.

Estos libros de fotografía funcionan en un creyente católico como un momento de meditación y encuentro con lo trascendente.

 

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