Carlos René García Escobar

El pasado 19 de agosto la Universidad Popular celebró el 95 aniversario de su fundación, por lo que realizó una exposición colectiva de su catedrático de artes visuales Roberto Cabrera Padilla (+) y le rindió homenaje a otro de sus catedráticos el artista visual Enrique Anleu Díaz. Esto me llevó a la memoria el encomio que expuse en el Palacio Nacional cuando se le otorgó la Medalla Presidencial en el año 2006. Lo que sigue son extractos de aquel luengo discurso.

Y no es para menos, una figura de su talla, que se ha esforzado desde niño en otorgarle a nuestra patria el lugar que merece en el consenso de las naciones en los conocimientos de las bellas artes. A los ocho años ya observaba las corridas de toros en la ciudad de Guatemala y planificaba intuitivamente en pintarlas así como oía la banda de música y también pensaba en hacer música. Asuntos estos que lo llevaron a ingresar a la Escuela Nacional de Artes Plásticas en 1950 y luego al Conservatorio Nacional de Música. También formó parte hacia 1963 del antiguo Círculo Valenti que iniciara una nueva era para el arte guatemalteco en compañía de las figuras plásticas más insignes de la época.

Anleu Díaz es egresado como Maestro de Educación Primaria del Instituto Rafael Aqueche, como artista plástico de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, ENAP, en 1958 y como maestro de armonía, composición y director de orquesta del Conservatorio Nacional de Música entre 1971 y 1973. Para estos momentos su niñez y juventud han transcurrido entre grandes acontecimientos como la caída del General Jorge Ubico, la Revolución que se inicia en 1944 y cae truncada por la acción de fuerzas internacionales y traidores internos en 1954, época en la que la sociedad guatemalteca estaba experimentando adelantos significativos en todas las esferas del Arte que escasamente han sido superados hasta hoy. En 1960 gozó de una beca que lo llevó a estudiar dirección orquestal bajo las enseñanzas del eminente maestro Hans Swarowsky, director de orquesta de la Opera de Viena y de la Orquesta Filarmónica de Wienner.

Como ya dijimos, es en 1963 cuando forma parte del Círculo Valenti a lado de otras figuras que también se estaban destacando como Elmar Rojas, Marco Augusto Quiroa, Rafael Pereyra, Roberto Cabrera, Efraín Recinos, Rodolfo Abularach, Luis Zaldívar, Oscar Barrientos, Haroldo Robles, Norma Nuila, y Magda Eunice Sánchez, entre otros.

Empecinados en encontrar una nueva expresión del arte guatemalteco, ya en su segunda etapa, Anleu Díaz se integró a partir de 1970 al grupo Vértebra donde figuraban Roberto Cabrera, Elmar René Rojas y Marco Augusto Quiroa. Después, ya graduados, todos se dedicaron a la enseñanza de su arte en la misma institución que los vio nacer, la Escuela Nacional de Artes Plásticas.

En 1971 ganó el Premio Cagnes-sur-Mer en Francia con la obra Dos Personajes, en la cual utiliza por primera vez la denominada Pintura Matérica con polvo de mármol y otros materiales que no se habían utilizado antes en Guatemala. Es cuando introduce una nomenclatura nueva para sus temas plásticos que denomina “Series” presentando conjuntos de obras temáticamente homogenizadas llamados “Serie Popol Vuh”, “Serie Muros” y “Serie Usumacinta” revelando en ellos al espectador, elementos de la represión que el Estado sistematizaba contra la sociedad guatemalteca. Él lo lograba en el marco de una clara visión de conciencia social destinada a representarse artísticamente.

Desde 1981, inicia su labor en el Centro de Estudios Folklóricos de la Universidad de San Carlos de Guatemala, convirtiéndose hasta el día de hoy en musicólogo especializado en los estudios e investigaciones sobre la música guatemalteca, publicando sus trabajos sobre nuestra historia musical de los siglos XIX y XX, proponiendo al mundo académico su personal visión de la música contemporánea guatemalteca y sus músicos e ilustrando con sus tintas y acuarelas la gran mayoría de libros, revistas y boletines que este centro de investigaciones ha publicado a lo largo de los últimos veinte años.

Debido a nuestro compañerismo de trabajo, escuchó las grabaciones musicales de campo que realicé investigando las danzas tradicionales de nuestro país y las transcribió para que las futuras generaciones puedan recordar y rescatar a partir de estos pentagramas las músicas tradicionales del pueblo guatemalteco de finales del siglo XX, labor que le agradezco infinitamente.

El maestro, nacido en la ciudad de Guatemala el 7 de junio de 1940, ha bregado en los marcos del arte musical, plástico y literario de forma polifacética y polisémica, como los grandes genios artísticos suelen hacer. Así lo tenemos como delegado guatemalteco en diferentes naciones del mundo en su calidad de estudiante y representante cultural en congresos, certámenes, jurado calificador, historiador y crítico de arte, habiendo ampliado sus conocimientos académicos y culturales en casi todos los países de la Europa Occidental, entre estos, Alemania, Holanda, Bélgica, Francia, España, Italia y llegando incluso hasta Israel y Egipto.

Gracias al maestro Jorge Sarmientos también fue invitado como jurado calificador del Premio Internacional Gabriela Mistral en Washington, Distrito Central de Estados Unidos, estancia que le proveyó la oportunidad de visitar Pittsburgh, Nueva York y Florida. Como director orquestal y conferencista ha visitado distintas ciudades de México, Centroamérica y la República Dominicana, Venezuela, Ecuador y Buenos Aires, Argentina.

En Guatemala, país natal, trabajó durante veinte años impartiendo clases de música y pintura tanto en el Conservatorio Nacional de Música, como en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, en donde nos encontramos como compañeros docentes impartiendo yo, Filosofía del Arte y él, los de Pintura, Técnicas Contemporáneas, Teoría e Historia del Arte Guatemalteco, Dibujo al Desnudo y Teoría e Historia del Arte Universal. Cursos que además ha impartido en las universidades de San Carlos, Rafael Landívar y Francisco Marroquín. Durante muchos años fungió como director del Departamento de Artes Plásticas en la Universidad Popular, UP.

En el Conservatorio Nacional de Música ha impartido los cursos de Armonía, Composición, Dirección Orquestal y ha sido director encargado de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio como también de su Orquesta de Cámara. En 1998 organizó junto con la arquitecta Julia Vela la Orquesta Sinfónica Universitaria.

En 1984 compuso la música para la obra escénica Los Aparecidos para el Ballet Folklórico y Moderno que dirigía la arquitecta Julia Vela. Así como la obra de música concreta Los Rezadores de la Noche. Parte de su obra musical, entre ella su famosa Sinfonía No. 3, La Atlántida, Opus 46, del año 1971, estrenada con gran aceptación del público tanto en la ciudad de Guatemala como en la ciudad de Quito, Ecuador, pues en ambas ocasiones el público pidió su repetición.

En cuanto a su obra plástica sabemos que se encuentra en importantes pinacotecas guatemaltecas como la del Banco de Guatemala, en el Palacio Nacional de la Cultura, en la Galería del Banco Industrial, del Banco Agromercantil, en la Facultad de Arquitectura de la Usac, en el Museo de la Universidad de San Carlos, Musac, en el Museo de Bellas Artes Carlos Mérida y en colecciones europeas, del Oriente Medio, en Norte, Centro y Sudamérica y en colecciones particulares en Guatemala, así como ilustrando libros de tradiciones guatemaltecas y de literatura. Es autor de varios ensayos sobre crítica e historia del arte, de un libro de cuentos titulado Cuadros de otras costumbres guatemaltecas y de varias ediciones de Historias de la Música en Guatemala.

Por toda su obra ha obtenido premios importantes como los siguientes:

Primer Premio de Dibujo certamen Arturo Martínez, Guatemala, 1960. Mención Honorífica Internacional por la Sociedad Neoyorkina de la Familia en 1961. Premio Nacional de Pintura de Cagnes Sur Mer en Francia en 1966. El Certamen Centroamericano 15 de Septiembre de 1971. La Bienal de Sao Paulo en Brasil en 1971. El Glifo de Oro en Grabado en la Bienal de Paiz de 1980. Menciones honoríficas en distintas Bienales de Arte Paiz. Artista del Año por la Sociedad Dante Alighieri en 1999. Emeritissimum por la Facultad de Humanidades Usac en 1987 y la Medalla Presidencial de la Música por el Gobierno de Guatemala, 2006.

En su nunca justamente ponderada humildad, el maestro Anleu reconoce también los apoyos a su formación musical otorgados por prominentes compositores nacionales y por otros músicos como Augusto Ardenois y Enrique Raudales. Con todos ellos se puede decir ya que existe en la historia musical de Guatemala una pléyade de estrellas de la innovadora composición musical guatemalteca y universal de la que el maestro Anleu Díaz es un significado representante.

Sobre su obra plástica, me atrevo a indicar su profundo sentido humano y social por cuanto percibo en sus cuadros matéricos y tintas, la solidaridad que caracteriza a aquel que está consciente de la represión que la sociedad guatemalteca sufrió en las recientes décadas reflejada en imágenes retorcidas, personajes con gestos de dolor y odio o bien en colores que despiertan y evocan esas épocas sombrías de nuestra historia reciente.

En mi caso particular, finalizo agradeciéndole infinitamente su amistad para conmigo, este décimo vaquero, el más humilde de los bailadores de la danza taurina tradicional, que un día nos unió en sus transcripciones musicales y que él, en su niñez, se decidió por pintar.

 

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