Por Salazar Ochoa

Nunca imaginé llegar a pasar mis mañanas en la redacción de un periódico pensando en el contenido de un semanario cultural. A veces las circunstancias lo envuelven a uno y ya ven, aquí estoy compartiendo un resumen visual del último año. Han sido ya dos años desde que caí con suerte en el Centro Histórico y me contrataron para fabricar esta belleza de la que me siento muy orgulloso.

Ténganlo por seguro que cada una de las ediciones de esta publicación lleva fuertes dosis de actitud y coraje para alejarnos de la mediocridad. No quiero parecer pretencioso, pero también me cae mal la falsa humildad, así que digo sin temor a equivocarme que el Suplemento Cultural de La Hora es el más quishpinudo de los de su estirpe, el más chilero pues. No hay en ciudad de Guatemala uno mejor y más fresco que éste. Quizá está mal que lo diga yo, pero pensándolo bien no, no importa, y pese a sus erratas, el Suplemento se reivindica cada vez que puede.

Tendré detractores que dirán lo contrario, pero en el fondo saben que no me pueden refutar, claro, no se trata de decir que alcanzamos la gloria y conformarnos con lo que tenemos, no. Estas líneas servirán para refirmar mi compromiso con ustedes, con La Hora y con todos los colaboradores que aportan su pluma ad honorem para hacer de este país un lugar mejor. Es oportuno mencionar que este material sin sus portadas se sentiría débil, debo agradecer al buen ojo de Fernando Chuy, Ban Vel, Ameno Córdova, Carlos Euler y Elí Orozco (los fotógrafos más consuetudinarios) por su amistad y aporte desinteresado.

No podría ponerme a saludar yo solo por un trabajo eminentemente colectivo, desde Marlon, Jonathan y Erick en el taller de impresión, pasando por Alejandro y los muchachos de diagramación, Doña Norma y el crew de correctores, la solidaridad de Don Roland y su tío, los jóvenes vigilantes, las chicas de la recepción, los repartidores como Maurimix que se rifan el físico cada tarde para que el periódico llegue a sus manos, doña Cata que siempre tiene una sonrisa para mí y todo el personal que con su trabajo aporta directa o indirectamente al Suplemento.

No le agradezco a Dios y es adrede, estoy cansado de tanta pantomima religiosa. No obstante sería un malagradecido si no menciono a mi familia y amigos que me respaldan cuando es necesario, especialmente mi viejo y mi mamá a quién siempre tengo presente.

Buena onda, lo mejor para nosotros.

«Sigo gozando, haciendo el aguaje
no hay coraje,
salir del clandestinaje
yo combino lo que opino con lo que domino
y lo decoro con mi flow latino…»
Salte del medio – Tego Calderón.

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