Por Fabrizio Quemé
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Leer en el transporte público puede resultar incómodo y poco saludable. A duras penas miles de guatemaltecos(as) viajan padeciendo por el sobrecargo de los buses, los malos olores, el calor y otros males interminables.

Nuestro sistema actual de transporte parece lejano a ofrecer las condiciones de otras urbes más desarrolladas, podemos citar al U-Bahn de Berlín por ejemplo o incluso al Metro de la Ciudad de México, el cual a pesar de su alta demanda permite cierta comodidad al viajar en determinadas horas y en algunas líneas del mismo.

Personalmente he encontrado el lugar predilecto para leer, rodeado del caos urbano al montar estas chatarras conducidas a excesiva velocidad. Las interminables horas de tráfico en Ciudad de Guatemala obligan a los pasajeros de las camionetas a buscar una forma de matar ese tiempo, me incluyo entre estos. Algunos optan por charlar, otros por revisar su celular inteligente y una minoría optamos por leer.

Me he dado cuenta que en los últimos años el temor de las personas por utilizar sus celulares en el transporte público ha disminuido, quizás la necesidad de verificar las notificaciones de redes sociales o probablemente para jugar PokemonGo (no tengo ni idea si funciona cuando se utiliza un vehículo). Es curioso observar pasajeros ostentar celulares avanzados y costosos; pero muy pocas veces verles llevar un libro.

Leer sin duda puede ofrecer un escape para la mente mientras se viaja en el bus, pero también implica retar a la inercia o sobrevivir a los espacios reducidos. Por lo tanto sugiero algunos consejos para llevar a cabo este “arte” de leer en el transporte público:

• Portar gafas de lectura, ya que el movimiento de los vehículos puede afectar la visión.

• Optar un libro de peso ligero, para sostenerlo con una mano y así sostenerse con la otra; los libros de bolsillo son perfectos para esto.

• Llevar siempre un separador, se puede improvisar con una factura o un recibo.

• Existe una amplia variedad de e-books o libros en formato PDF que pueden ser descargados en algún dispositivo móvil, aunque no hay como los libros tradicionales en sus diferentes presentaciones.

Leer permite que las horas en medio del tráfico pasen volando, al hacer buen uso de ese “tiempo muerto”. Ya que si hacemos cuentas, pasamos muchas horas del día atrapados al dirigirnos a nuestros hogares, al trabajo o a la universidad. También leer resulta inspirador al leer frases como esta que aparece en Una habitación propia de Virginia Woolf:
“La literatura debe estar abierta para todos… Cierren sus bibliotecas si quieren; pero no hay puertas, ni cerraduras, ni cerrojo que cierren la libertad de mi espíritu” (Leído en un Transmetro con dirección a zona 10).

Por lo tanto, en tiempos de celulares inteligentes y de tendencias que alienan a las masas, leer no es sexy sino un acto de rebeldía y de resistencia a la estupidez mediática. Elija un libro de su preferencia, llévelo en su bolsa y lea.

Solo recuerde: ¡Alerta con los best sellers! ya que en la literatura son el equivalente a la comida chatarra.

Leer permite que las horas en medio del tráfico pasen volando, al hacer buen uso de ese “tiempo muerto”.

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